La batalla de la 'gran manzana'
La primaria del Estado de Nueva York, decisiva para la candidatura dem¨®crata a la presidencia
Nueva York -donde uno de cada cuatro votantes es jud¨ªo, otro 25% negro y uno de cada 14 hispano- se ha convertido en el Beirut pol¨ªtico de las elecciones presidenciales norteamericanas. La primaria del Estado, el 70% de cuyos electores vive en la ciudad y en los suburbios, decidir¨¢ hoy qui¨¦n ser¨¢ el candidato dem¨®crata a la presidencia de EE UU el 8 de noviembre. La batalla por la gran manzana, la m¨¢s importante de toda la campa?a, es una lucha a muerte entre Michael Dukakis y Jesse Jackson, en un caldero de tensiones raciales y ¨¦tnicas como no existe en ning¨²n otro lugar del pa¨ªs. Est¨¢n en juego 255 delegados para la convenci¨®n dem¨®crata de Atlanta. S¨®lo California supera en delegados al Empire State.
ENVIADO ESPECIAL, Los sondeos coinciden en que ser¨¢ Dukakis el ganador, por una ventaja de entre 7 y 15 puntos. Pero la enorme pasi¨®n e inter¨¦s despertados por la candidatura rupturista del reverendo de raza negra Jesse Jackson y la inc¨®gnita de cu¨¢ntos votos blancos puede robar a Dukakis el tercer candidato dem¨®crata, el senador sure?o Albert Gore, pueden producir sorpresas. O un margen de diferencia m¨ªnima entre Dukakis y Jackson que mantendr¨ªa viva la inc¨®gnita hasta la superprimaria de California.El s¨¢bado, en los caucuses de Arizona, Dukakis increment¨® su ventaja sobre su rival al obtener 22 delegados, frente a 14 de Jackson.
La campa?a de Nueva York se ha convertido en un refer¨¦ndum sobre Oriente Pr¨®ximo y un enfrentamiento entre jud¨ªos y negros, con los hispanos como tercer bloque en importancia. El protagonista en Nueva York es el voto jud¨ªo. Es dif¨ªcil explicar c¨®mo 1,9 millones de jud¨ªos pueden determinar la pol¨ªtica norteamericana. Pero es en Nueva York donde se comprende el manido, pero cierto, t¨®pico de la influencia de Israel en EE UU.
Los candidatos han tenido que pasar la prueba del juda¨ªsmo, con excepci¨®n de Jesse Jackson, que se ha negado. En 1984, cuando logr¨® un 26% del voto en Nueva York, hizo un comentario despectivo para los jud¨ªos que ¨¦stos no le han perdonado. Su alianza de entonces con el l¨ªder musulm¨¢n negro ant¨ªsemita Louis Farrakhan, convierte a Jackson en un enemigo de los jud¨ªos, que no olvidan su abrazo de 1979 con Yasir Arafat. Jesse ha moderado sus posiciones pro¨¢rabes y ha admitido que ahora no se entrevistar¨ªa con el l¨ªder de la OLP si ¨¦ste no reconoce a Israel dentro de unas fronteras seguras.
Albert Gore, en un intento desesperado por superar el 10% de los votos, compite por situarse a la derecha del Likud y recoger el voto de las sectas fundamentalistas religiosas has¨ªdicas. El senador entiende que el plan de Shultz para Oriente Pr¨®ximo va demasiado lejos y apoya el rechazo del mismo por el primer ministro Isaac Shamir. Trata de morder votos de los jud¨ªos a Dukakis, cuya mujer, Kitty, es jud¨ªa y que ha prometido ser el primer presidente en celebrar, el a?o pr¨®ximo, la Pascua jud¨ªa en la Casa Blanca.
Dukakis culpa exclusivamente a los ¨¢rabes de la violencia en los territorios ocupados, pero no descarta la posibilidad de la creaci¨®n de un Estado palestino, algo que deben decidir en ¨²ltima instancia, dice, los pa¨ªses ¨¢rabes e Israel, y no Estados Unidos.
Para complicar el embrollo, dos singulares personajes: el alcalde, Ed Koch, y el gobernador, Mario Cuomo -ambos dem¨®cratas-, se unen a los 100 grupos ¨¦tnicos que cohabitan en el mosaico de esta capital mundial, con 200.000 drogadictos, decenas de miles de personas sin hogar y una violencia racial in crescendo. Incluso hacen pol¨ªtica exterior, demostrando que Nueva York es m¨¢s que un Estado.
Cuomo, el deseado, para muchos observadores el ¨²nico que podr¨ªa arrebatar a Bush la Casa Blanca, se ha dejado querer por los tres aspirantes sin apoyar a ninguno. Son bastantes los que creen que un triunfo de Jackson en Nueva York har¨ªa inevitable la designaci¨®n de Cuorno como candidato para evitar una cat¨¢strofe dem¨®crata el 8 de noviembre.
Koch y los jud¨ªos
Koch, un pol¨ªtico popular, deslenguado y, c¨®mo no, jud¨ªo, es la punta de lanza de la campa?a para detener a Jackson. "Los jud¨ªos estar¨ªan locos si votaran por el reverendo", dice. Jackson, ha declarado tambi¨¦n el alcalde, llevar¨ªa al pa¨ªs a la quiebra en tres meses y en seis acabar¨ªa con las defensas de EE UU.Koch, para disgusto de Dukakis, ha apoyado p¨²blicamente a Gore y denuncia que el gobernador de Massachusets no se atreve a meterse con el reverendo baptista. Lo mismo ha dicho el presidente, Ronald Reagan, abandonando su prometida neutralidad electoral, al afirmar que ning¨²n pol¨ªtico se atreve con Jackson por miedo a ser tildado de racista.
S¨®lo Dukakis puede detener al pol¨ªtico negro, ¨²nico que supone una novedad en la esclerotizada pol¨ªtica norteamericana y ofrece un nuevo pensamiento, en respuesta al de Mijail Gorbachov, en pol¨ªtica exterior, y una aproximaci¨®n no convencion¨¢l a los asuntos dom¨¦sticos.
Las cuentas electorales de Jackson est¨¢n muy claras. Con el pr¨¢ctico ciento por ciento del voto negro, absolutamente movilizado, m¨¢s del 50% del voto hispano y el voto blanco m¨¢s liberal y progresista, junto con los sindicalistas, m¨¢s todos los marginales, conf¨ªa en superar el 35%.
Un resultado, improbable, del 15% al 20% para Gore, pondr¨ªa las cosas muy feas a Dukakis. ?ste, apoy¨¢ndose en su dominio del espa?ol, con el que logr¨® la victoria entre los chicanos de Tejas en el supermartes, luch¨® ayer, domingo, por el importante voto de los puertorrique?os y se trajo a Nueva York al gobernador de Puerto Rico, Rafael Hern¨¢ndez Col¨®n. Pero en las primarias de la isla triunf¨® Jackson.
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