Ciriaco De Mita y su proyecto pol¨ªtico
Pasquale Nonno, hombre de confianza de Ciriaco de Mita, anticipa en este art¨ªculo -escrito para este diario 24 horas antes del asesinato del senador Roberto Ruffilli- cu¨¢l va a ser el proyecto pol¨ªtico del nuevo presidente del Gobierno italiano, l¨ªder de la DC y cat¨®lico progresista.
Uno de los lugares comunes que suelen acompa?ar a Ciriaco de Mita, avalado a veces por sus mismos amigos, es que no le gusta la actividad gubernamental. Tal afirmaci¨®n ha sido sacada a relucir recientemente cuando empez¨® a tomar cuerpo su candidatura a la presidencia del Consejo de Ministros. Decir una cosa as¨ª es mortal, porque afirmar de un pol¨ªtico que posee escaso inter¨¦s por el puesto de premier es como decir que un militar no ambiciona llegar a general. Es una afirmaci¨®n que quiz¨¢ ha tomado pie por el hecho de que De Mita, en el pasado, no cubri¨® con excesivo entusiasmo su cargo de ministro, mientras que, por el contrario, ha desarrollado con innegable empe?o y pasi¨®n su puesto en el partido. Pero se trata de una afirmaci¨®n sustancialmente falsa.Si no fuese ret¨®rico habr¨ªa que decir que, en realidad, con su acceso al Palazzo Chigi [sede de la jefatura del Gobierno], De Mita cumple su destino pol¨ªtico. O, quiz¨¢ con mayor prudencia, que tiene ahora la posibilidad de jugar la fase final de una partida para la que se ha preparado desde siempre.
Hablar en Italia de reformas institucionales y pensar en De Mita resulta autom¨¢tico, como autom¨¢tico es tambi¨¦n el lazo que une a estas reformas con la perspectiva de la democrazia compiuta o realizada, expresi¨®n acu?ada por el mismo De Mita.
Nacido en Irpinia, se trata por tanto de un monta?¨¦s del Sur, de 60 a?os muy bien llevados, de familia pobre y de principios s¨®lidos, tenaz y t¨ªmido, De Mita es un cat¨®lico intelectual que ama el estudio y la reflexi¨®n por lo menos tanto como la pol¨ªtica y la acci¨®n.
Para De Mita, la pol¨ªtica es construir, articular intereses diversos, proyectar; nunca apariencia o espect¨¢culo. Su m¨¦todo es el del consenso, es decir, convencer a los dem¨¢s; nunca el de la coacci¨®n o la b¨²squeda de- f¨¢ciles atajos.
El proyecto en el que De Mita ha estado trabajando por lo menos desde hace 25 a?os a e,sta parte, se refiere al problema central que existe en la pol¨ªtica italiana: algunos partidos pueden estar presentes siempre en el Gobierno, en primer lugar la democracia cristiana, mientras que otros, sobre todo el partido comunista, est¨¢n condenados a vivir eternamente en la oposoci¨®n.
Justificada en la posguerra por la presencia del partido comunista m¨¢s fuerte de Occidente, en medio de un clima de gran tensi¨®n ideol¨®gica y de enfrentamiento internacional, tal anomal¨ªa ha provocado una democracia bloqueada en Italia que es fuente de degeneraciones cada vez m¨¢s peligrosas, tanto para la vida civil como para la pol¨ªtica.AlternanciaEl objetivo de De De Mita es desbloquear la democracia italiana. Aldo Moro jug¨® la carta de la gran coalici¨®n con el partido comunista: una tentativa arriesgada y tr¨¢gica. De Mita no pretende hacer entrar al partido. comunista en el Gobierno,sino m¨¢s bien abrirle la puerta para que participe en un gran proyecto de reforma de las instituciones, con el concurso de todas las dem¨¢s fuerzas pol¨ªticas. El punto de llegada ser¨ªa el de un sistema pol¨ªtico que de alg¨²n modo prevea lo que hoy es la caracter¨ªstica principal de todas las democracias occidentales: la posibilidad de que los partidos o coaliciones de los mismos se alternen en la direcci¨®n del Gobierno.
Existe un hilo conductor bajo esta iniciativa, que llega a De Mita tras arrancar de Dom Sturzo y que pasa a trav¨¦s de De Gasperi y Moro: el orgullo del movimiento de los cat¨®licos democr¨¢ticos de ser el cimiento de la construcci¨®n democr¨¢tica italiana. Bajo esta ¨®ptica no presulta casual que De Mita se instale en el Palazzo Chigi con el Gobierno que abriga su proyecto en v¨ªsperas, precisamente, del 18 de abril,a 40 a?os despu¨¦s de aquella victoria electoral que, con la mayor¨ªa absolu:ta concedida por los electores a la democracia cristiana, sancion¨® la elecci¨®n definitiva por parte de Italia a favor del campo de las democracias occidentales. No resulta parad¨®jica la afirmaci¨®n demitiana de que la democracia cristiana se sentir¨¢ verdaderamente vencedora s¨®lo cuando haya creado las condiciones para poder pasar a la oposici¨®n sin riesgos para la democracia.
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