Sobre los colores de ciertos animales
Marjorie estaba casada con Franz, un berlin¨¦s que llamaba la atenci¨®n por su pelo blanco, largo, casi hasta los hombros, y su barba tambi¨¦n blanca y larga. Marjorie y Franz hab¨ªan ido a pasar unos d¨ªas a Lim¨®n (Costa Rica) y estaban tomando el sol en la playa. No muy lejos de ellos jugaban unos ni?os negros.Sin demasiado disimulo, los ni?os miraban a Franz y se re¨ªan. Marjorie, quien se sent¨ªa a la vez divertida e intrigada, inspeccionaba a Franz y a s¨ª misma buscando alg¨²n motivo causante de la risa, pero no descubr¨ªa nada. De modo que decidi¨® preguntar directamente a los ni?os y salir de dudas. P¨ªcaros y provocadores, ¨¦stos no dejaron de re¨ªrse al ver que se acercaba. "Bueno, a ver, ?qu¨¦ es lo que les hace tanta gracia?", pregunt¨® Marjorie en tono divertido. "Es que parece un mono", respondieron los chiquillos se?alando a Franz y estallando en carcajadas (debo aclarar que en Lim¨®n habita un monito peque?o y simp¨¢tico al que se le da el nombre de cariblanco, pues, efectivamente, tiene una carita blanca enmarcada por un pelo blanco y una barba tambi¨¦n blanca). Marjorie tard¨¦ un instante en comprender a qu¨¦ se refer¨ªan, pero inmediatamente se uni¨® a ellos riendo hasta salt¨¢rsele las l¨¢grimas.
Y riendo hasta salt¨¢rsele las l¨¢grimas me contaba luego la an¨¦cdota: "Porque, claro, lo normal es que los blancos comparemos a los negros con los monos, pero que los negros nos comparen a nosotros con los monos...". Y es que es de risa que tengan que ser unos ni?os traviesos los que nos hagan ponernos e la situaci¨®n de los negros. Y cara de monos (o de gorilas) debemos tener muchos blancos, pues algunos todav¨ªa vivimos en estado primitivo y no terminamos de bajarnos de los ¨¢rboles. Para muestra, un bot¨®n: Sur¨¢frica.- Ana Isabel Ossenbach. .
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