Penetrar en Dignidad
Una juez recorre la misteriosa colonia alemana en Chile, denunciada como centro de torturas
Tras 27 a?os de impenetrable secreto, la colonia alemana Dignidad, una pr¨®spera finca de 6.000 hect¨¢reas de superficie a 400 kil¨®metros al sureste de Santiago, debi¨® por primera vez entreabrir sus puertas durante dos d¨ªas, la semana pasada. Una juez chilena y tres representantes de Amnist¨ªa Internacional (AI), cumpliendo un exhorto de un tribunal de Bonn, recorrieron 15 de las 40 edificaciones de la colonia para comprobar la veracidad de siete testimonios entregados por ex prisioneros pol¨ªticos y un desertor de la polic¨ªa del general Pinochet sobre que all¨ª se practicaron horribles torturas.
Los miembros de la colonia y una sociedad de amigos de ¨¦sta obstaculizaron la inspecci¨®n judicial que, parad¨®jicamente, se origin¨® en un juicio por calumnias que Dignidad inici¨® en 1978 en la Rep¨²blica Federal de Alemania (RFA) contra la revista Stern y Al. Durante los dos d¨ªas retrasaron la revisi¨®n tapando el camino de acceso con veh¨ªculos, impidieron el acceso a una enviada de Stern, a la int¨¦rprete de Al y a la Prensa. Adem¨¢s, los periodistas que asistieron fueron filmados por miembros de la colonia.A pesar de los obst¨¢culos, la visita judicial, que recorri¨® cerca de 100 hect¨¢reas del valle que ocupa la colonia junto a las faldas de la cordillera de los Andes lleg¨® a la conclusi¨®n "legal y moral de que los prisioneros pol¨ªticos estuvieron realmente all¨ª y no en otro lugar, por las precisiones hechas por los testigos, que pudimos verificar", dijo el abogado M¨¢ximo Pacheco, representante de Al. "Estamos soprendidos de que, despu¨¦s de tantos a?os, hayamos encontrado pruebas, especialmente si consideramos que los detenidos estuvieron largo tiempo con sus ojos vendados durante el transporte y detenci¨®n", manifest¨® Walter Roevkamp, secretario de AI en Bonn.
En los caminos que recorrieron los prisioneros pol¨ªticos cuando fueron llevados a la colonia, los funcionarios de Al comprobaron detalles como las curvas, baches y puentes por los que pasaron los detenidos hace 13 a?os, cuando eran trasladados de uno a otro centro de torturas.
Pero la descripci¨®n de algunos edificios de la colonia hecha por las v¨ªctimas tambi¨¦n coincidi¨® "en aspectos fundamentales", seg¨²n Al, con lo que pudo apreciar ahora la inspecci¨®n ocular.
Durante el cautiverio, los prisioneros escucharon c¨®mo aterrizaban los aviones en la pista de Dignidad, describieron c¨®mo eran los dinteles de las puertas, el color del piso, de algunos muros, voces infantiles hablando en alem¨¢n. -el idioma que usan dentro de la colonia los inmigrantes-, las rampas de acceso al recinto de tortura, es decir, aquello que puede apreciar una persona con sus ojos vendados y sometida al terror. La mayor parte de estos detalles fue ahora ratificada, y si algunos no coincidieron se debe a las modificaciones hechas por la colonia para confundir la investigaci¨®n, sostiene Al, que espera, probar estos cambios en el juicio en Bonn.
Para los miembros de la colonia, sin embargo, el resultado de la inspecci¨®n fue exactamente el opuesto: no se pudo comprobar ninguna de las acusaciones y, con estas evidencias, el fallo de la justicia alemana tiene que serles favorable. "Se impondr¨¢ la verdad", aseguraron sus portavoces.
"Vivos los queremos"
Cualquiera sea el fallo en el juicio de la colonia contra Stern y Amnist¨ªa Internacional, el exhorto puso a esta finca en el centro de la atenci¨®n de los organismos de derechos humanos chilenos y del Gobierno alem¨¢n. Result¨® sintom¨¢tico que durante la inspecci¨®n, por primera vez, la agrupaci¨®n de familiares de detenidos y desaparecidos se atreviera a hacer una manifestaci¨®n frente a esta hacienda con su consigna caracter¨ªstica: "Vivos los llevaron, vivos los queremos".Para la RFA, su motivo de preocupaci¨®n es la situaci¨®n' de los cerca de 200 ciudadanos alemanes que viven all¨ª. Seg¨²n testimonios de personas fugadas de Dignidad, que fueron presentados durante las audiencias que realiz¨® en febrero pasado la Subcomisi¨®n de Asuntos Humanitarios del Bundestag (Parlamento federal), el lugar es un centro de reclusi¨®n para los colonos donde se practican abusos sexuales de ni?os e impera un r¨¦gimen tir¨¢nico de trabajo, sin descansos ni asuetos, que explica la. prosperidad de la finca. El l¨ªder de este grupo es Paul Schaefer, fundador del lugar, enfermero del Ej¨¦rcito alem¨¢n que se vino a Chile para huir de una acusaci¨®n de sodom¨ªa y corrupci¨®n en Alemania. Su ascendiente sobre los colonos es total, seg¨²n han dicho los fugados: proh¨ªbe, por ejemplo, las relaciones de pareja y Schaefer se impone por el miedo.
Experimentos con humanos
El verdadero enclave dentro de Chile que es Dignidad -sus terrenos colindan con Argentina y nadie puede entrar al lugar sin autorizaci¨®n- tiene, sin embargo, un aspecto id¨ªlico, el que s¨®lo contradicen las alambradas de p¨²as y los rostros inexpresivos de sus habitantes, que, seg¨²n los colonos fugados, carecen de voluntad propia.Eduardo Garc¨¦s, una de las v¨ªctimas, denunci¨® en Bonn que uno de sus torturadores le dijo: "Como no vas a salir vivo de aqu¨ª, te puedo decir que en Colonia Dignidad tenemos mucha gente que ha participado en la II Guerra Mundial con la Gestapo". Garc¨¦s afirma que fue sometido a torturas especiales. Una de ellas fue una inyecci¨®n en el brazo hasta que pareci¨® que le raspaban el hueso, y el dolor le hizo desmayarse. Como no fue interrogado, ¨¦l supone que fue objeto de experimentos.
Los testigos en el Bundestag declararon tambi¨¦n golpizas a los colonos, fanatismo religioso, vigilancia rigurosa para impedir las fugas y nostalgia por el nazismo. En una de las varias ocasiones que el general Pinochet ha visitado la colonia, el coro le dedic¨® la canci¨®n nazi Yo ten¨ªa un camarada.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.