Charo
, Para llegar a la casa donde viv¨ªa ¨²ltimamente el Pirri, en el barrio madrile?o de Fuencarral, hay que atrevesar un descampado en el que se abrazan dos parejas y unas chavales beben de una litrona. "Antes esto era todo descampado. Esto no tiene m¨¢s de cinco o seis a?os afirma un taxista que baja de comer con el palillo a¨²n en la boca. "Pero el Pirri no era de aqu¨ª", sigue el taxista. El domicilio que figuraba en su carnet de identidad es el de su novia. Las vecinas, que enseguida hacen corro, conoc¨ªan al Pirri s¨®lo de vista.
"La que viv¨ªa aqu¨ª era la novia, Charo". Charo, de unos veinte a?os, es, al decir de sus compa?eros de Querido Piruli, extremadamente t¨ªmida. "Desde que empezamos en la tele, ven¨ªa con ¨¦l al programa", afirma Fernando G. Tola, "y siempre preguntaba, ?puedo pasar dentro? Iban y ven¨ªan de la mano".
Charo no est¨¢ en casa, tampoco en el Instituto Anat¨®mico Forense dende el cad¨¢ver espera a la autopsia, que se practicar¨¢ hoy. "Aqu¨ª no ha venido nadie", dice el vigilante: "Ha llamado la familia por tel¨¦fono". Charo trabajaba, aunque las vecinas no saben concretar d¨®nde, y la familia estaba muy contenta con el novio. Hac¨ªan poca vida en el barrio.
Charo es rubia, como lo era tambi¨¦n el Pirri. Seg¨²n algunas informaciones, el Pirri era hijo natural y sus padres -su madre y su padrastro- le hab¨ªan repudiado. Al parecer, era hijo de un americano. Por eso el Pirri viv¨ªa con su abuela, que ten¨ªa verdadera adoraci¨®n por ¨¦l y le llamaba sierrire "el ni?o". Su abuelo recoge cartones en la calle.
Una vecina comenta, "?Qu¨¦ horror!, acabo de verlo en la tele". "Claro", a?ade otra, "al pobre siempre le hac¨ªan hacer el papel de drogadicto y no pudo salir de ello".
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