El debate sanitario actual y futuro
Afortunadamente, el debate sanitario actual ya ha superado la fase de los ¨²nicos lamentos por la insuficiente financiaci¨®n. Porque, en el fondo, los problemas, hasta hece relativamente poco tiempo, todos se reduc¨ªan a lo mismo. Los sanitaristas pod¨ªan hacer juegos malabares con dineros, con conceptos, con autores, que al final de todos, los debates, la defensa siempre acaba hablando de estrecheces econ¨®micas. Y si el ex ministro Lluch presumi¨® de haber controlado el gasto en sanidad, sus detractores lo acusaban precisamente de eso, y as¨ª hasta el infinito, todos de acuerdo -obsesivamente- en que: los recursos son insuficientes, pero nadie, hasta hace relativamente poco, le daba la vuelta id argumento.Por eso creo que es importante el desplazamiento que se observa ¨²ltimamente en el debate sanitario: puesto que los recursos son efectivamente Iimitados y ello nos conduce fatalmente a la insatisfacci¨®n del profesional y del usuario, aceptemos que en la repartici¨®n del pastel son muchos los sectores interesados, y nunca quedar¨¢ ni un solo sector plenamente satisfecho. Entendamos que la limitaci¨®n de recursos siempre existir¨¢ y busquemos el modelo de gesti¨®n de esos limitados recursos que produzcan la m¨¢xima satisfacci¨®n.
En ralidad no hay que tener mucha imaginaci¨®n, porque ya est¨¢ todo inventado. En el mundo occidental, el Estado est¨¢ para incentivar la iniciativa privada, pero no para sustituirla; si acaso, para complementarla all¨ª donde ¨¦sta no alcance. Y, efectivamente, en Espa?a el Estado hizo, por ejemplo, hoteles all¨ª donde no los hab¨ªa, pero no en las costas tur¨ªsticas donde los hoteleros los gestionan mejor. Igualmente, el Estado se ocup¨® del transporte, de la industria y de ciertos servicios, pero nunca en condiciones competitivas, y por esto con la entrada en la Comunidad Econ¨®mica Europea deber¨¢ abandonar sectores en los que la iniciativa privada repartir¨¢ tambi¨¦n sus dividendos donde el Estado, a trav¨¦s de sus organismos aut¨®nomos, cosechaba d¨¦ficit. ?Hasta d¨®nde este esquema es tambi¨¦n v¨¢lido en la asistencia sanitaria? Hasta all¨ª habr¨¢ que llegar. La ley general de Sanidad puede seguir siendo v¨¢lida en sus conceptos, pero si la realizaci¨®n de esa idea la gestiona directamente el Estado, es una garant¨ªa de que funcionar¨¢ como el resto de la Administraci¨®n: mal.
Entonces, lo que hay que armar poco a poco es un modelo de sanidad en el que el Estado planifique, canalice, incentive, autorice, acredite, financie, asegure el servicio p¨²blico en definitiva, pero solamente lo gestione en las mismas condiciones de competitividad que el sector privado.
Principios
Y el ciudadano, que paga su cuota obligatoria, que est¨¦ en condiciones de elegir el sistema sanitario -p¨²blico o privado- que desee.
Las otras declaraciones de principios, de un sistema que lleva 10 a?os desenvolvi¨¦ndose en democracia, se comprueba que no conducen m¨¢s que a la demagogia y a la deficiente utilizaci¨®n de recursos:
1. Que la sanidad ha de ser igual para todos es una bella frase que se traduce en que casi todos paguen por una sanidad pero no que todos la utilicen porque est¨¢ claro que el que tiene recursos la utiliza m¨ªnima mente. Es decir, que sigue habiendo la asistencia de los m¨¢s pudientes, que van donde haga falta, y la asistencia del seguro.
2. Que la sanidad se financie a trav¨¦s de los impuestos generales del Estado hasta donde eso puede ser cierto puede se guir si¨¦ndolo con un mercado sanitario semimonopol¨ªstico, o con un mercado abierto a todas las entidades acreditadas que quieran entrar en ¨¦l.
3. Que la sanidad sea gratuita para todos aquellos que la utilicen quiz¨¢ fuera un bien para el camarada Gir¨®n, que a¨²n tiene la revoluci¨®n pendiente. Pero incluso en la filosof¨ªa de los ut¨®picos ¨¢cratas "a cada cual seg¨²n sus necesidades y de cada cual seg¨²n sus posibilidades". Es decir, pongamos la sanidad efectivamente al alcance de quien la quiera utilizar. Con subsidios y coste cero para los ciudadanos de menor nivel de renta, y con un coste soportable pra los dem¨¢s, con lo que se racionalizar¨¢ autom¨¢ticamente parte del consumo de servicios asistenciales.
4. Que el ciudadano pueda elegir libremente m¨¦dico y hospital acaba siendo una simple libertad ret¨®rica, porque los planificadores conocen que el ciudadano no tiene criterio t¨¦cnico suficiente y le han montado una planificaci¨®n central en ¨¢reas de salud, regiones, etc¨¦tera, que sobre el papel es perfecto, pero que nadie sabe cu¨¢ndo funcionar¨¢ satisfactoriamente Sin embargo, si el ciudadano decide que su cuota obligatoria el Estado la transfiera a la mutua X o Y, ya se encargar¨¢ ¨¦sta -aguijoneada por el propio Estado y por la competencia- de ofrecer buenos servicios al ciudadano, para que en un mercado libre ¨¦ste opte por aquella mutua o aquella sociedad m¨¦dica.
5. Los grandes centros nacionales de investigaci¨®n y tratamiento no pueden ser nunca una coartada para justificar la postraci¨®n de todo un sistema a la ineficiencia de la Administraci¨®n. En primer lugar, los recursos de los centros no tienen por qu¨¦ ser ?limitados. La investigaci¨®n tambi¨¦n tiene su relaci¨®n coste-beneficio. En segundo lugar, tambi¨¦n se pueden gestionar a trav¨¦s de programas financieros por el Estado y ejecutados por entidades no estatales que justifiquen su buen fin. Y en tercer lugar, si se dan determinadas caracter¨ªsticas nada impide que esos centros sigan con su actual titularidad. A modo de ejemplo, sin embargo, se puede a?adir que la investigaci¨®n y la tecnolog¨ªa m¨¢s avanzada no son patrimonio ¨²nico del Estado. Los trasplantes de coraz¨®n y las t¨¦cnicas de fecundaci¨®n in vitro se han acreditado, en primer lugar, en instituciones privadas (hospital de San Pablo y cl¨ªnica de la Fundaci¨®n Dexcus, en Barcelona).
Garant¨ªa de eficiencia
En resumen, y sin ¨¢nimo de recordar al ministro del ramo su procedencia y sus iniciales declaraciones, s¨ª que creo que es obligaci¨®n de todos recordar cosas tan. elementales como que:
1. El mercado libre es la mejor garant¨ªa de eficiencia (costes m¨ªnimos y m¨¢ximo servicio).
2. El Estado debe ¨²nicamente llegar a donde no llega la iniciativa privada.
3. El Estado debe tambi¨¦n velar (en sanidad, como en la distribuci¨®n de energ¨ªa, en transportes, etc¨¦tera) para que los servicios prestados se adecuen a unos patrones de calidad que es m¨¢s f¨¢cil exigir que realizar directamente.
Por eso, las sociedades deben dejar de reunirse para lamentar lo poco y mal que les concierta el Estado, que efectivamente lo hace (pues necesita la mayor parte absoluta y relativa de recursos para sus hospitales p¨²blicos, con los que ¨¦stos -sin que se lo propongan- se convierten en enemigos objetivos de los privados). Lo que tienen que pedir estas sociedades al Estado es que les d¨¦ las mismas oportunidades que al Insalud, no aument¨¢ndoles solamente el precio de la estancia, sino carg¨¢ndoles con la responsabilidad y los recursos de la atenci¨®n total de aquellos ciudadanos que quieran ser atendidos por esas sociedades.
Con lo que un nuevo factor de expansi¨®n de un sector que consume el 6% del PIB y que est¨¢ castrado por el propio Estado producir¨ªa una nueva din¨¢mica empresarial en el sector de los servicios sanitarios en el que a¨²n llegaremos a ver pol¨ªticas tecnol¨®gicas innovadoras, c¨¢lculos de rendimientos, un mercado laboral fluido y con incentivos de todas clases, absorciones y toda la imaginer¨ªa de gesti¨®n que sea necesaria.
?ste es el camino a trav¨¦s del que la ley general de Sanidad puede llegar a ser un instrumento ¨²til. Y en este sentido, el proyecto del servicio que se desarrolla en Catalu?a puede llegar a ser un ejemplo de ensamblamiento de la asistencia p¨²blica y la privada.
Otra cosa es dar los primeros pasos, y en la direcci¨®n correcta, no haciendo ¨²nicamente part¨ªcipe del monopolio a una sociedad mutual determinada, sino abriendo el mercado a todos los que est¨¦n dispuestos a acudir a ¨¦l en igualdad de condiciones y exigencias.
Y este modelo, que se ha debatido en distintos foros de la sociedad civil -Colegio de M¨¦dicos, de Economistas, Mutualidades, Prensa, etc¨¦tera-, ser¨¢ el que acaparar¨¢ pr¨®ximamente el grueso del debate sanitario.
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