Fusiones y confusiones
SI HACE seis meses alguien hubiera dibujado un panorama en el sistema financiero espa?ol caracterizado por la presencia de dos bancos gigantescos (Central-Banesto y Bilbao-Vizcaya) y un segundo grupo de entidades medianas, considerando entre ellas el Hispano Americano, Santander y Popular, habr¨ªa sido calificado de visionario. Y, sin embargo, esto es lo que est¨¢ ocurriendo. El proceso de integraci¨®n entre el Banco Central y el Espa?ol de Cr¨¦dito, cuyos dirigentes mostraron hace bien poco enormes reticencias a cualquier fen¨®meno de ese tipo, pone de relieve que la Espa?a econ¨®mica ha acelerado su proceso de transici¨®n.Durante la ¨²ltima d¨¦cada hemos contemplado c¨®mo nuestro pa¨ªs se adecuaba aceleradamente a las situaciones pol¨ªticas occidentales, despu¨¦s de 40 a?os de aislacionismo. Seguramente, el gran secreto de la transici¨®n pol¨ªtica de una dictadura a una democracia sin traumas violentos ha sido la permanencia de las estructuras del poder econ¨®mico, intactas, sin grandes transformaciones. Ahora le toca el turno a ¨¦ste. Sus representantes, en una especie de revoluci¨®n pasiva, se han dado cuenta de que para sobrevivir es preciso concentrarse y dar paso a nuevas generaciones de empresarios (financieros o industriales), al tanto de lo que est¨¢ ocurriendo en el mundo occidental. El gran pretexto de este cambio ha sido la entrada en vigor del Acta ¨²nica en la Comunidad Europea en 1992, con lo que ello supone de universalidad de movimientos en el mercado de capitales.
El primero en darse cuenta fue el presidente del Banco de Bilbao, Jos¨¦ ?ngel S¨¢nchez Asia¨ªn. Sus forcejeos para intentar dar una altura europea a la banca espa?ola fueron saludados en su mundo con el desprecio y la acusaci¨®n de romper el c¨®modo statu quo en el que las entidades financieras estaban instaladas. Ahora, los mismos que entonces le dieron la espalda con grandes voces comienzan un proceso de integraci¨®n que dar¨¢ lugar al primer banco espa?ol, de una magnitud considerable no s¨®lo en volumen de dep¨®sitos, sino tambi¨¦n en volumen de problemas. Las declaraciones p¨²blicas de Alfonso Esc¨¢mez en contra de los procesos de fusi¨®n bancaria, hechas apenas hace unos meses, muestran hoy su verdadera validez.
Es l¨ªcito cambiar de opini¨®n, pero tambi¨¦n lo es interrogarse acerca del porqu¨¦. En el caso del Central y Banesto parece m¨¢s que evidente que, adem¨¢s de la bondad objetiva de conseguir un gran banco, sobresale en sus intenciones una lucha por el poder dentro del mismo. Si en el pasado la pol¨¦mica fue si las OPA (oferta p¨²blica de adquisici¨®n de acciones) era la senda oportuna para la concentraci¨®n, hoy gira en torno a la interrogante de si puede llegar a puerto la integraci¨®n de las dos entidades con la opini¨®n en contra de los principales accionistas de una de ellas (el grupo Cartera Central, compuesto por los Albertos y KIO). Y en el an¨¢lisis del tema es imposible olvidar que el representante de KIO en Espa?a, Javier de la Rosa, fue vicepresidente ejecutivo de la Banca Garriga Nogu¨¦s, cuya crisis -todav¨ªa hoy ni resuelta ni aclarada- est¨¢ en el origen de los serios problemas a los que tuvo que hacer frente el Banco Espa?ol de Cr¨¦dito.
Con vistas al reto europeo, la banca espa?ola necesita un volumen y una reorganizaci¨®n operativa. Por eso hay que dar la bienvenida a los procesos de fusi¨®n, incluido el de estos dos mastodontes de nuestro sistema financiero. Pero esa pol¨ªtica debe asentarse en criterios de rigor y de complementariedad, que los presidentes de ambas entidades est¨¢n obligados a argumentar ante la opini¨®n p¨²blica. Hay muchas cosas por explicar de lo que ha sucedido en las semanas recientes, y es preciso que lo hagan, pues una forma degradada de la fusi¨®n es, precisamente, la confusi¨®n.
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