Una visita
Mientras las llamadas reglas de urbanidad estuvieron vigentes -m¨¢s o menos hasta que socialmente se hizo notoria la crisis de la cultura burguesa-, las visitas se clasificaban seg¨²n la mayor o menor asiduidad del trato entre quienes las hac¨ªan y los que las recib¨ªan. Hab¨ªa asi visitas de cumplido cuando tal asiduidad era peque?a, y visitas de confianza cuando era grande. Era la ¨¦poca del teatro de Vital Aza y del primer Benavente.Pues bien: como asumiendo sin iron¨ªa y con actualidad esa vieja distinci¨®n, de cumplido y de confianza fue a un tiempo la visita que el se?or Hern¨¢ndez Col¨®n, gobernador de Puerto Rico, hizo a la sede de la Real Academia Espa?ola; visita tan eficazmente silenciada por los medios de comunicaci¨®n social. De cumplido, porque oficialmente fue concertada y porque como tal gobernador de Puerto Rico la hizo el visitante. De confianza, porque el motivo que la determin¨®, la voluntad de apoyar la vida en el idioma com¨²n del visitante y los visitados, es el m¨¢s genuino y s¨®lido fundamento de la relaci¨®n de confianza entre las personas.
Vino el se?or Hern¨¢ndez Col¨®n a la Academia, en efecto,para afirmar la radical hispanidad de la cultura de Puerto Rico, el amor del pueblo puerto rrique?o a la lengua en que esa cultura se expresa y de que se nutre, y el firme prop¨®sito de luchar -sin quebranto de la vinculaci¨®n pol¨ªtica y adminis trativa de su pa¨ªs con Estados Unidos- para que la lengua espa?ola siga siendo generalmente hablada y vigorosamente cultivada en la isla que Ponce de Le¨®n incorpor¨® a la civilizaci¨®n universal.
Todo fue armonioso en la visita. El precioso discurso con que el director de la Academia, Rafael Lapesa, dio la bienvenida al visitante con un vivaz recuerdo de la tierra puertorrique?a, de la generosa fidelidad de las universidades del pa¨ªs a la cultura y a la lengua comunes, tan elocuenternente expresada por su llamamiento a tantos docentes espa?oles durante los ¨²ltimos decenios, de la obra literaria y cient¨ªfica, que en esas universidades y en las Academias de Puerto Rico tiene su cuna. Luego, las elocuentes palabras del se?or Le¨®n Rey, secretario perpetuo de la Asociaci¨®n de Academias de la Lengua Espa?ola, tan expresivas de la solidaridad de los hispanohablantes americanos con cuanto defienda, ampl¨ªe y mejore la vigencia del idioma que nos vincula y fundamenta. Y, como hermoso y confortante remate del acto, la declaraci¨®n de amor a ese idioma y la profesi¨®n de fe en su porvenir, que, como he dicho, dieron nervio a la intervenci¨®n del visitante.
La complacencia y el agradecimiento fueron, al t¨¦rmino del acto, los sentimientos dominantes en el alma de cuantos a ¨¦l hab¨ªamos asistido. Pero en la m¨ªa, y tambi¨¦n en la de otros, varias preguntas surgieron. ?Hace el Estado espa?ol, en relaci¨®n con "la vigencia de nuestro idioma en Puerto Rico, todo lo que el buen ¨¢nimo de su gobernador pide de nosotros? El uso del espa?ol en amplias zonas de Estados Unidos y los arcaicos y conmovedores restos de ¨¦l que perduran entre los se fard¨ªes de Israel, ?reciben de Espa?a, del Gobierno y de la sociedad de Espa?a, la atenci¨®n que tan perentoriamente exigen? Y m¨¢s ampliamente: ?cu¨¢ndo se iniciar¨¢ en este pa¨ªs la pol¨ªtica idiom¨¢t¨ªca que dentro y fuera de sus fronteras -esto es, entre los que desde el Bidasoa hasta Tarifa dicen "el Estado" para evitar el nombre de Espa?a, y entre los que en el ancho mundo directamente viven como suya la aventura cotidiana del idioma espa?ol- tan a gritos est¨¢n pidiendo la constituci¨®n auton¨®mica de nuestro territorio y el auge demogr¨¢fico de los hispanohablantes? Entre los ingredientes de la cultura espa?ola -antes que la econom¨ªa, antes que la t¨¦cnica-, ?no es acaso la lengua el m¨¢s b¨¢sico e importante, y en consecuencia el que m¨¢s directamente ata?e a la preocupaci¨®n por nuestra presencia y nuestro prestigio en el mundo?
Una grata esperanza surgi¨® en cuantos asistimos a la visita del gobernador de Puerto Rico a la Real Academia Espa?ola. Pero la esperanza, a diferencia del optimismo, requiere que en el comienzo de su formulaci¨®n figure un si condicional. En este caso, "si a las interrogaciones anteriores se les da una respuesta satisfactoria, esa esperanza nuestra tendr¨¢ fundamento; si no, quedar¨¢ en ser, como dijo el poeta, verdura de las eras".
Otra pregunta, para terminar. En su visita a Manila, el presidente del Gobierno ha prometido defender e incrementar, en cuanto desde aqu¨ª sea posible, la hoy tan escasa vigencia del espa?ol en Filipinas. Promesa que s¨®lo puede tener pleno sentido rectamente articulada con todolo que en este art¨ªculo llevo dicho. ?Ser¨¢ as¨ª?
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