El ocaso de Los Verdes
Se desmorona en Alemania Occidental el fen¨®meno pol¨ªtico de los a?os ochenta
Conmocionaron el escenario pol¨ªtico de Alemania Occidental, tuvieron un papel clave en la ca¨ªda del Gobierno socialdem¨®crata-liberal de Helmut Schmidt, forzaron el ritmo de la concienciaci¨®n ecol¨®gica del pueblo alem¨¢n occidental y en algunos sectores despertaron grandes esperanzas como proyecto de renovaci¨®n y radicalidad democr¨¢tica en el asentado sistema parlamentario de la Rep¨²blica Federal de Alemania. Los Verdes fueron el gran fen¨®meno pol¨ªtico de la d¨¦cada de los ochenta en la sociedad de bienestar de la RFA. Hoy el partido de Los Verdes ya no es ni proyecto, ni esperanza, ni casi un partido.La direcci¨®n ejecutiva ataca al grupo parlamentario en anuncios publicitarios. Los l¨ªderes verdes se califican de ineptos y traidores entre s¨ª. Los fundamentalistas (fundis), en gran parte ex miembros de sectas comunistas extintas y portadores del mensaje ecopacifista pararreligioso, claman en contra de los realistas (realos) y se hallan en plena carrera hacia la pureza ideol¨®gica y la insignificancia pol¨ªtica. Los realistas tienen cada vez m¨¢s dificultades para diferenciarse pol¨ªticamente de la socialdemocracia.Dentro de dos semanas, Los Verdes celebrar¨¢n un congreso para intentar frenar el desmoronamiento de la organizaci¨®n y la incesante fuga de militantes y electores. Pocos creen en soluciones. Las diferencias y la animadversi¨®n entre los dirigentes son muy grandes.
Un episodio pasajero
La juventud les da la espalda, la direcci¨®n est¨¢ irreconciliablemente dividida, sus grandes motores electorales -la ecolog¨ªa y el desarme- les han sido arrebatados por los partidos tradicionales y su incapacidad program¨¢tica les paraliza y descalifica pol¨ªticamente cada vez m¨¢s. Sus fracasos electorales, parejos a la recuperaci¨®n del Partido Socialdem¨®crata Alem¨¢n (SPD), se suceden. El partido de Los Verdes parece haber cumplido su misi¨®n pol¨ªtica en la RFA y haber sido tan s¨®lo un episodio pasajero en la rep¨²blica.."?Para que sirven hoy ya Los Verdes?", se preguntaba hace d¨ªas un comentarista de la televisi¨®n alemana occidental. La socialdemocracia ha hecho suyos muchos de los objetivos de este movimiento que nunca lleg¨® a ser un partido en el sentido estricto de la palabra. El SPD es hoy el partido antinuclear, y cuenta con posibilidades reales de aplicar su programa. Socialistas, liberales y democristianos han hecho del ecologismo su bandera.
El desarme ya no es un anhelo que moviliza en favor de Los Verdes a centenares de miles de personas, sino una realidad que practican los Gobiernos.
El presidente norteamericano, Ronald Reagan, a quien Los Verdes achacaban pr¨¢cticamente todos los males que aquejan al mundo, se pasea por la plaza Roja de Mosc¨² del brazo del m¨¢ximo dirigente sovi¨¦tico, Mijail Gorbachov. El apocalipsis anunciado por Los Verdes para el caso del despliegue de los curomisiles no se ha producido. Por el contrario, los medios oficiales sovi¨¦ticos reconocen y lamentan hoy como una provocaci¨®n a Occidente el despliegue de los SS-20 a finales de los a?os setenta que forz¨® a la OTAN a adoptar la doble decisi¨®n y el consiguiente despliegue de los Pershing y los misiles de crucero.
Despojados de sus grandes caballos electorales, Los Verdes se ven obligados a centrarse en la batalla pol¨ªtica cotidiana. Muchos se agotan en este gris bregar carente de contenido mesi¨¢nico y libertador. El miedo a un holocausto nuclear actuaba en el partido como factor de integraci¨®n. Todos los verdes estaban de acuerdo en que no quer¨ªan morir en una guerra nuclear y todos parec¨ªan convencidos de que Reagan la estaba preparando.
Hoy queda en evidencia que aparte de este miedo com¨²n y algunos h¨¢bitos gastron¨®micos, hay muchas m¨¢s diferencias entre las tendencias de Los Verdes que entre muchos de sus dirigentes y otros partidos alemanes occidentales.
La pasada semana se desat¨® un nuevo y virulento conflicto entre realos y fundis. Los fundamentalistas, mayoritarios en la direcci¨®n ejecutiva, publicaron un anuncio pagado en la Prensa de la RFA en la que declaraban que "el grupo parlamentario ya no representa a la base". El detonante, si bien no el motivo, de la nueva crisis es el debate parlamentario sobre la reforma del C¨®digo Penal en el art¨ªculo que establece la persecuci¨®n de los delitos de violaci¨®n. Como castigo m¨ªnimo, los fundamentalistas, que por lo dem¨¢s suelen tender a solicitar la abolici¨®n de las c¨¢rceles, insist¨ªan en una pena de dos a?os de prisi¨®n. Los realistas hab¨ªan acordado aceptar que la pena m¨ªnima se estableciera en un a?o.
Suicidio pol¨ªtico
La reacci¨®n de los realistas al anuncio fue meramente la de expresar p¨²blicamente lo que piensan desde hace tiempo: que la ejecutiva es un "c¨²mulo de incompetencia pol¨ªtica ins¨®lita" y que su "fraseolog¨ªa seudorrevolucionaria equivale al suicidio pol¨ªtico", en palabras del diputado verde Otto Schily.
Los Verdes se han hecho viejos entre disputas y los tiempos han cambiado. Su clientela pol¨ªtica, pero sobre todo sus dirigentes, tienen ya m¨¢s de 30 a?os, y la juventud alemana actual no siente ning¨²n atractivo por esta "agrupaci¨®n de f¨®siles". La mayor¨ªa de los j¨®venes de la RFA ha desechado las comunas, los jerseis anchos peruanos, los zapatos ortop¨¦dicos y las hierbas medicinales.
La nueva juventud carece del "enemigo global", tan ¨²til como motor electoral y como factor negativo de integraci¨®n. La intolerancia, el sectarismo mesi¨¢nico de muchos de sus dirigentes y el manique¨ªsmo program¨¢tico amenazan con convertir al partido de Los Verdes en un grup¨²sculo sumido en la nostalgia de utop¨ªas del pasado. Pol¨ªticos como Otto Schily, Waltraud Schoppe y Josclika Fischer, todos de la rama realista, acabar¨¢n irremisiblemente, se dice en Bonn, aceptando la inviabil¨ªdad de un proyecto com¨²n con "los profetas de la arcadia" y acerc¨¢ndose al partido del que ya pr¨¢cticamente nada les separa pol¨ªticamente, el socialdem¨®crata.
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