El sucesor de Jomeini completa su obra teol¨®gica
El ayatola Al¨ª Husein Montazeri desea que la muerte de su venerado maestro Ruhola Jomeini, l¨ªder indiscutido de la revoluci¨®n isl¨¢mica iran¨ª, del que fue nombrado sucesor oficial en 1985, se produzca lo m¨¢s tarde posible. A la espera de ese acontecimiento, que le convertir¨¢ en gu¨ªa espiritual de la Rep¨²blica Isl¨¢mica, Montazeri, de 67 a?os, hijo de un labrador, escribe libros de teolog¨ªa e imparte ense?anza cor¨¢nica en su escuela de Qom, la ciudad santa iran¨ª. Un enviado especial de EL PA?S asisti¨® hace unos d¨ªas a sus clases.
El ayatola Al¨ª Huse¨ªn Montazeri explica en este d¨ªa el sistema de impuestos que aplicar a los no creyentes en un Estado musulm¨¢n. Salvo cuando cita en ¨¢rabe el Cor¨¢n, el ayatola habla en farsi. Dos ce?udos pasdaranes en mono verde flaquean desarma dos su c¨¢tedra.Tiene Montazeri una redonda cara de vejete simp¨¢tico y desdentado que corresponde a una voz temblona. Parece un campe sino contando a sus nietos las lecciones que le ha dado la vida. Sonr¨ªe, se mesa la entrecana barba, se enfada, hace un chiste que los alumnos celebran y se hurga la nariz con un dedo.
Montazeri es de hecho un campesino. "El ayatola", explica el portavoz de su oficina "es hijo de un labrador de la aldea de Nayaf Abad, en la provincia de Isfahan. Su padre a¨²n vive y sigue trabajando la tierra, y ¨¦l se siente muy orgulloso de sus or¨ªgenes".
Pero no, Montazeri est¨¢ explicando cosas muy serias a una audiencia de 200 cl¨¦rigos shi¨ªes de mediana edad, entre ellos un buen pu?ado de afganos. Los estudiantes -turbantes y capas en blanco, negro y marr¨®n- est¨¢n sentados descalzos en la moqueta, tomando aplicadamente apuntes en cuadernos infantiles. M¨¢s o menos les est¨¢ diciendo que los "pueblos del Libro " , jud¨ªos y cristianos, pueden vivir en paz y mantener en privado sus costumbres en un pa¨ªs musulm¨¢n, siempre y cuando paguen un impuesto especial. Y si no, "si quieren combatirnos, el impuesto es la vida".
Montazeri, de 67 a?os de edad, es desde 1985 el sucesor oficial del ¨ªmam Jomeini en el puesto de gu¨ªa espiritual de la Rep¨²blia Isl¨¢mica de Ir¨¢n.
Montazeri ha tenido tres hijos y cuatro hijas, el mayor de los cuales, Mohamed, muri¨® en un atentado antiisl¨¢mico, y el segundo, Said, perdi¨® un ojo en el frente de la interminable guerra que, con resultado incierto, mantiene la Rep¨²blica Isl¨¢mica con Irak.
Montazeri vive y ense?a en Qom, la ciudad sagrada del islam iran¨ª. Su modesta vivienda est¨¢ situada al lado de su madrasa, o escuela teol¨®gica.
Grupos de pasdaran (guardianes de la revoluci¨®n) protegen el complejo con armas ligeras y bater¨ªas antia¨¦reas y cachean en la entrada hasta el turbante de los alumnos; a la puerta misma del aula principal hay un refugio subterr¨¢neo.
Cuando la asamblea de expertos, con el benepl¨¢cito del imam Jomeini, design¨® como sucesor a Montazeri, cl¨¦rigos m¨¢s eminentes le reprocharon su bajo rango en la jerarqu¨ªa religiosa tradicional del shi¨ªsmo iran¨ª.
Montazeri intenta superarlo ahora con una apasionada dedicaci¨®n a la escritura de libros religiosos y a la ense?anza teol¨®gica, ¨²nico modo de ascender pelda?os en la pir¨¢mide de los ayatolas.
Querido y popular
"Duerme unas cuatro horas al d¨ªa, se levanta con la primera oraci¨®n -hacia las 3.30 horas-, estudia el Cor¨¢n y escribe un rato", dice el portavoz de Montazeri. "Por las ma?anas imparte sus clases y atiende a los estudiantes; luego come, recibe a cl¨¦rigos y dirigentes de la Rep¨²blica Isl¨¢mica, lee cartas y peri¨®dicos de Ir¨¢n y de todo el mundo y vuelve a escribir".
El ayatola Montazeri lleva turbante blanco, capa negra y gafotas que no ocultan sus espesas cejas. Los estudiantes lo interrumpen con preguntas, comentarios e incluso opiniones discordantes. No entiende a uno situado lejos, pide una repetici¨®n y pone la palma de la mano abierta tras la oreja.
Los iran¨ªes tienen un gran sentido del humor. Ahora hacen chistes sobre Montazeri en los que ¨¦ste aparece siempre como un simple. No hay que enga?arse, el sucesor es querido y popular.
Termina la clase. Montazeri recibe al ¨²nico no musulm¨¢n presente en la escuela. Se intercambian saludos, sonrisas y manos llevadas al coraz¨®n. No pueden formularse preguntas. Ser¨ªa inusual. Estar all¨ª presente ya es todo un privilegio para un occidental.
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