La herencia de Fernando Pessoa
Desde que la editorial ?tica inici¨®, en 1942, la publicaci¨®n de las obras completas de Pessoa, la influencia de este poeta, que hasta entonces solamente era conocido a trav¨¦s de su colaboraci¨®n en revistas como Orpheu (1915) y Presen?a (1927-1940), determin¨¦ en gran parte la evoluci¨®n de la poes¨ªa de las d¨¦cadas siguientes. Su influencia era ya determinante en la generaci¨®n de Presen?a, sobre todo en Adolfo Casais Monteiro, en cuya poes¨ªa repercute la voz de Alvaro de Campos, el heter¨®nimo que dej¨® m¨¢s profunda huella en la poes¨ªa portuguesa desde la publicaci¨®n de sus primeros poemas. Es curioso observar que, a partir de la d¨¦cada de 1940, la creciente influencia de Pessoa se produce independientemente de su actitud metaf¨ªsica, como es el caso del movimiento surrealista, especialmente el de su jefe de filas, Mario Cesariny de Vasconcelos, y el de los poetas de la colecci¨®n Novo cancioneiro (1941-1944), que dieron lugar al movimiento neorrealista. Estos ¨²ltimos, sobre todo, que defend¨ªan el compromiso pol¨ªtico y social de la literatura, se opon¨ªan frontalmente a lo que denominaban subjetivismo, que, seg¨²n ellos, caracterizaba a Orpheu y Presen?a.No obstante, esta oposici¨®n no impidi¨® que, de alg¨²n modo, todos esos poetas eligieran su modelo formal en los poemas de Pessoa, especialmente en ?lvaro de Campos. A decir verdad, la dimensi¨®n metaf¨ªsica de la obra del autor de Ode mar¨ªtima se refleja poco en la mayor¨ªa de los poetas que recibieron su influencia. Es indudable que Pessoa abri¨® nuevos caminos a la poes¨ªa portuguesa y uno de ellos fue a trav¨¦s de su discurso conceptual, que, debido a su enorme flexibilidad y desenvoltura, iba a ejercer una gran fascinaci¨®n sobre al U nos poetas de la posguerra. ?se es especialmente el caso de Jorge Sena y de Ruy Belo.
Estos dos poetas heredaron de Pessoa la dimensi¨®n metaf¨ªsica, el sentimiento de la inanidad de la existencia, el pesimismo radical. De todas formas, la influencia de Pessoa es en el lenguaje po¨¦tico, y es siempre el heter¨®nimo ?lvaro de Campos el que ejerce mayor atracci¨®n, sobre todo en las generaciones de 1940 a 1960. Tanto es as¨ª que uno de los poetas de la revista ?rvore (1952-1954), Ra¨²l de Carbalho, escribi¨® toda su obra bajo el sino de ?lvaro de Campos. Dejando aparte toda preocupaci¨®n metaf¨ªsica, su desbordante lirismo refleja una apertura discursiva que Alvaro de Campos implant¨® para siempre en la poes¨ªa portuguesa de nuestro tiempo. En cierto modo, podr¨ªa decirse que Pessoa influy¨® en casi todos los poetas de las generaciones que le siguieron, aunque no tuvo verdaderos disc¨ªpulos. Debido, quiz¨¢, a la l¨®gica inexorable de su pensamiento po¨¦tico, llevado a sus ¨²ltimas consecuencias, cerr¨® los mismos caminos que abri¨®. Quiere decir esto que su poes¨ªa es inimitable. Pero hay otro factor esencial que distingue la poes¨ªa de Fernando Pessoa de la de los poetas pospresencialistas, y es que el poeta de Ode mar¨ªtima, incluso en sus poemas m¨¢s turbulentos y explosivos, mantiene siempre un rigor conceptual en el que el sentido nunca se falsea ni vulnera. Utilizando una expresi¨®n de Roland Barthes, hay en ¨¦l una permanente "econom¨ªa de expresi¨®n". Por eso se puede decir que Pessoa era un poeta cl¨¢sico, aunque, por otra parte, sea un poeta profundamente moderno.
La poes¨ªa de los poetas de Presen?a todav¨ªa est¨¢ dominada por ese conceptualismo en el que la oscuridad no se superpone del todo a la legibilidad del discurso. Ser¨¢ con los surrealistas y con los poetas de Cuadernos de Poes¨ªa (1940-1953), en especial con Jorge de Sena, y con los poetas de Arvore cuando la lengua po¨¦tica se liberar¨¢ del control conceptual, haci¨¦ndose m¨¢s oscura y, muchas veces, de una oscuridad irreductible. Tanto es as¨ª, que la poes¨ªa posfernandina se desmarca de su gran antecesora, pues entre una y otro hay una diferencia radical respecto a la determinaci¨®n del sentido de la lengua po¨¦tica. La claridad anal¨ªtica de Pessoa, que se conserva incluso en los meandros m¨¢s sinuosos de su pensamiento, era una caracter¨ªstica que ya lo distingu¨ªa de sus compa?eros de Orpheu y que sigue distingui¨¦ndolo de los poetas de generaciones posteriores. Por otra parte, la gran tragedia que es la obra de Pessoa no tiene correspondencia en los poetas coet¨¢neos suyos ni en los poetas de d¨¦cadas posteriores. La II Guerra Mundial, aunque Portugal no intervino en ella, influy¨® en la conciencia pol¨ªtica y social de los poetas portugueses desde la d¨¦cada de 1940 en adelante. En los caminos que empezaron a trillar en esa ¨¦poca los poetas, Pessoa estaba a un tiempo presente y distanciado. La lucidez metaf¨ªsica de Pessoa y su tragedia existencial estaban traspuestas a otras perspectivas m¨¢s pr¨®ximas a la realidad social y pol¨ªtica. Incluso aquellos que se desmarcaban de los neorrealistas, para quienes el contenido social de la literatura era fundamental, no fueron ajenos a la tendencia social que marc¨® toda la poes¨ªa de la posguerra. Tanto es as¨ª, que los poetas de ?rvore, que abrieron un nuevo camino a la poes¨ªa portuguesa entre el surrealismo y el neorrealismo, proclamaban el humanismo esencial de la poes¨ªa y su perspectiva social. Es indudable que el individualismo radical de Pessoa se reparti¨® en muchos poetas de las generaciones siguientes, pero la componente del compromiso social nunca estuvo totalmente ausente de la poes¨ªa de esos poetas. Aun as¨ª, desde Presen?a, casi ninguna obra po¨¦tica deja de reflejar la transformaci¨®n radical que Fernando Pessoa introdujo en la poes¨ªa portuguesa moderna. Se dir¨ªa que este nuevo discurso po¨¦tico supuso el desnudamiento del lenguaje, pues entre la conciencia y la palabra se abrieron nuevas perspectivas de creaci¨®n po¨¦tica. La grandeza de Fernando Pessoa est¨¢ en su tr¨¢gica dimensi¨®n metaf¨ªsica, pero tambi¨¦n en la creaci¨®n genial de un lenguaje que, por su desnudez y claridad de exposici¨®n, nos proporciona la presencia de la interioridad pura en sus recovecos m¨¢s sutiles. Pessoa impuso, de una vez por todas, una nueva forma de decir, y esa transformaci¨®n radical fue determinante para toda la poes¨ªa portuguesa que le sigui¨®.
Traducci¨®n: Leopoldo Rodr¨ªguez Regueira.
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