El enemigo est¨¢ al lado
La sangr¨ªa humana y econ¨®mica de la guerra se vive como un hecho cotidiano en El Salvador
ANTONIO CA?O ENVIADO ESPECIAL, Un helic¨®ptero sobrevuela la ladera sur del cerro de Guazapa sin que su ruido asuste a los campesinos que cuidan el ma¨ªz ni espante a los animales que pastan. Peque?as unidades militares patrullan prudentemente los caminos embarrados en busca de guerrilleros, a los que la vegetaci¨®n hace invisibles. Unos y otros saben que el enemigo est¨¢ al lado, apenas a unos metros de distancia, y que en cualquier momento puede estallar el combate en el que pierdan la vida.
Al caer la noche el Ej¨¦rcito mueve sus posiciones con menor riesgo de emboscadas, mientras la guerrilla aprovecha la complicidad de la oscuridad para dinamitar un poste el¨¦ctrico o un puente.Estas escenas se repiten cada d¨ªa a medio centenar escaso de kil¨®metros de San Salvador y en. m¨¢s de dos terceras partes del. resto de un pa¨ªs que ha asumido la sangr¨ªa humana y econ¨®mica de la guerra como un hecho cotidiano. Una guerra de desgaste en la que ninguno de los dos bandos mejora sensiblemente sus posiciones desde hace a?os, pero que nadie da por perdida. Una guerra por cuyo final clama el 90% de la poblaci¨®n salvadore?a pero que se consolida cada d¨ªa que pasa como la primera realidad del pa¨ªs.
"Nosotros no vamos a entregar las armas nunca", dijo en 1984 Joaqu¨ªn Villalobos, el m¨¢s poderoso de los comandantes del Frente Farabundo Mart¨ª para la Liberaci¨®n Nacional (FMLN). Desde entonces su posici¨®n no ha cambiado. El Ej¨¦rcito, por su parte, tambi¨¦n se prepara para ganar la guerra.
El lenguaje de la guerra
Joaqu¨ªn Villalobos acepta -y as¨ª est¨¢ escrito en sus documentos internos y manifestado por sus jefes- que este conflicto exige una combinaci¨®n de estrategia militar y pol¨ªtica, incluido el di¨¢logo con los alzados en armas, pero su fin ¨²ltimo es acabar con el FMLN.
En el medio, esperanzados porque las circunstancias internacionales, el aislamiento popular de los contendientes y el cansancio termine por hacer recapacitar a los dos bandos, se encuentra una minor¨ªa de fuerzas civiles.
"La mayor parte de la gente no entiende ya el lenguaje de la guerra", afirma un dirigente del Frente Democr¨¢tico Revolucionario (FDR), una organizaci¨®n que lucha en estos momentos por convencer al FMLN, al que todav¨ªa est¨¢ pol¨ªticamente coliga do, de que hay que dar una oportunidad al di¨¢logo y a la paz para acabar el conflicto.
"Yo no estoy con ning¨²n bando, pero pienso que el dinero que se gasta en reparar los postes el¨¦ctricos derrumbados por las bombas se pod¨ªa aprovechar para el desarrollo del pa¨ªs", opina un agricultor del cant¨®n Mel¨¦ndez, a media hora de distancia de la capital, San Salvador, que cada d¨ªa observa el tr¨¢nsito junto a su tierra de columnas guerrilleras y de patrullas del Ej¨¦rcito. No todo el mundo es tan neutral en ese mismo pueblo.
Hace cuatro meses, el Ej¨¦rcito detuvo all¨ª a tres personas, entre ellas un ni?o, que posterior mente aparecieron muertos a pocos kil¨®metros del lugar.
Las v¨ªctimas hab¨ªan sido denunciadas como informadores de la guerrilla por un antiguo rebelde que se pas¨® a las filas del Ej¨¦rcito. Otra mujer de la localidad tuvo que abandonar recientemente su casa por las amenazas de la guerrilla, que la acusaba de haber auxiliado a los soldados heridos hace pocos meses al caer un helic¨®ptero.
Los frijoles de Mel¨¦ndez, un bien codiciado
Los frijoles, la carne y el agua de los campesinos de Mel¨¦ndez son objetivo codiciado por guerrilleros y soldados salvadore?os, que dificilmente sabr¨¢n si se los entregan por voluntad propia mientras carguen un fusil sobre el hombro. "Aqu¨ª no podemos decir qui¨¦n nos trata mejor, porque ninguno est¨¢ de forma permanente; unos d¨ªas est¨¢ el Ej¨¦rcito, otros d¨ªas est¨¢n los muchachos", dice una mujer de la localidad.Los propios militares saben, sin embargo, que mucha gente del pueblo act¨²a como informadores de los guerrilleros. "Vemos pasar gente delante de nosotros que sabemos que viene a comprobar d¨®nde estamos y a contar cu¨¢ntos somos", comenta un miembro de la patrulla militar que ese d¨ªa ocupa la zona.
En San Jos¨¦ Guayabal, la principal ciudad de la zona, una mujer recuerda como los peores tiempos los a?os 1981 y 1982, "cuando los muchachos se met¨ªan aqu¨ª y hab¨ªa disparos dentro del pueblo". Ella opina que "desde que abrieron la base militar, en 1984, las cosas han ido mejor". El comandante de esa base, sargento Gaspar Morej¨®n, dice que el pueblo ha sido atacado en tres ocasiones en lo que va de a?o con fuego de hostigamiento, pero que la guerrilla no ha intentado ¨²ltimamente tomar la ciudad.
No es ¨¦sa ahora la t¨¢ctica del FMLN, que opta, de acuerdo a sus limitaciones operativas y a la rentabilidad de sus acciones, por atacar espor¨¢dicamente y por sorpresa, sin presentar cara al enemigo.
La guerrilla no ocupa ya, como antes de 1984, zonas enteras a las que el Ej¨¦rcito no ten¨ªa, acceso, pero tiene posibilidad de combatir casi en la totalidad del pa¨ªs. Siempre est¨¢ en la retaguardia del Ej¨¦rcito, y sus comandos son mucho menos vulnerables.
El paso siguiente, de acuerdo a la estrategia prevista por el FMLN, debe ser llevar la guerra a la ciudad. Seg¨²n el juicio de expertos, "ya hay gente preparando armas caseras y dispuesta a entrar en acci¨®n". Falta que el FMLN encuentre el momento pol¨ªtico adecuado. Para algunos, la guerrilla urbana acabar¨ªa por convertirse en simple terrorismo y, por ser la tumba de los alzados en armas. Otros observadores opinan, sin embargo, que en barrios marginados de la capital salvadore?a hay mucha gente radicalizada que pide armas para ponerse al lado de los rebeldes.
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