El mayor espect¨¢culo del mundo
Del variado ¨¢gape con que la peque?a pantalla alimenta al cin¨¦filo este s¨¢bado de hoy -con platos como Serenata argentina, un folcl¨®rico musical con Don Ameche, Betty Grable y Carmen Miranda sobre suramericanos emigrados a Nueva York y Viaje a Tilsit, un drama alem¨¢n de 1939 que narra un m¨¢s bien t¨®pico tri¨¢ngulo amoroso y que parte de la misma novela que inspirar¨ªa a Murnau su soberbia Amanecer-, merecen destacarse dos pel¨ªculas de muy opuesta concepci¨®n pero de estimables resultados.Una es la celeb¨¦rrima La vuelta al mundo en 80 d¨ªas, que incluye en su reparto a David Niven, Cantinflas -de quien, dicho sea de paso, bien podr¨ªa programarse un ciclo, o, puestos a no cansar, un miniciclo, que sin duda se lo merece el c¨®mico-, Shirley MacLaine, Robert Newton y, por orden alfab¨¦tico, las apariciones de Charles Boyer, Joe E. Brown, Martine Carol, John Carradine, Charles Coburn, Ronald Colman, Noel Coward, Andy Devine, Marlene Dietrich, Luis Miguel Domingu¨ªn, Fernandel, John Gielgud, Trevor Howard, Buster Keaton, Peter Lorre, Victor McLaglen, John Mills, George Raft, Gilbert Roland, C¨¦sar Romero, Frank Sinatra, Red Skelton y Ava Gardner, entre una docena m¨¢s que nos hemos saltado.
La vuelta al mundo en 80 d¨ªas, a las 16
05. El entierro del sol, a la 1. 15. Serenata argentina, a las 4.40. Viaje a Tilsit, a las 7.30. Todas por TVE-1.
Prop¨®sito desmesurado
Se trata, como todo el mundo puede suponer, de una may¨²scula adaptaci¨®n, m¨¢s por cantidad, enfatismo y prop¨®sito desmesurado que por calidad real, de la famosa novela de Julio Veme. Espect¨¢culo a tope. El mundo a nuestros pies a trav¨¦s de la aventura en su grado superlativo. Una superproducci¨®n de casi tres horas condenada de antemano a no fracasar. Una pel¨ªcula perfecta en todos los sentidos si nos atenemos a lo que el cine, arte adulto ya, arte de 1956, pod¨ªa y deb¨ªa dar al gran p¨²blico, de una premisa como ¨¦sta.
La otra pel¨ªcula es El entierro del sol, un Nagisa Oshima in¨¦dito y condenado a ser devorado por los fervientes del cine nip¨®n y del cine en general, aunque no se trate de uno de sus m¨¢s redondos trabajos. Es su tercer largometraje y una cr¨®nica en presente -estamos en 1960- de la juventud que malvive en los barrios bajos de Osaka, y su vertiginosa ca¨ªda en la delincuencia. Debe considerarse un claro ejemplo de la llamada nouvelle vague japonesa, movimiento parangonable a otros que se produc¨ªan en Europa, y ser¨ªa curioso compararla, por ejemplo, con los primerizos Pasolini o Bertolucci.
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