El Papa viaja al horror nazi de Mauthausen
JUAN ARIAS ENVIADO ESPECIAL, Juan Pablo II tuvo ayer una jornada muy apretada. Por la ma?ana se encontr¨® en Viena con los representantes de las comunidades jud¨ªas, despu¨¦s de que, cerca M aeropuerto de Trausdof, celebrase una misa ante 70.000 h¨²ngaros, muchos de ellos autorizados por vez primera a atravesar el tel¨®n de acero. En el curso de la ceremonia administr¨® la comuni¨®n al presidente Kurt Waldheim, objeto de una pol¨¦mica internacional por su pasado nazi. Por la tarde visit¨® el escalofriante campo de concentraci¨®n nazi de Mauthausen, donde murieron 110.000 personas, entre ellas 20.000 ni?os y miles de republicanos espa?oles. Waldheim no estuvo presente. Por la noche, el Pont¨ªfice polaco pronunci¨® en Salzburgo un discurso ante la Conferencia Episcopal Austriaca.
Toda la jornada del Pont¨ªfice polaco estuvo impregnada de un fuerte tono de recristianizaci¨®n de Austria, donde, para no pagar el 1% de sus ingresos a la Iglesia cat¨®lica, cada a?o m¨¢s de 30.000 fieles, tras haber devuelto a las autoridades su acta de bautismo, declaran que han abandonado la Iglesia.A los miles de h¨²ngaros con quienes se encontraba por vez primera, el Papa, desmintiendo el rumor de que iba a tratar del di¨¢logo con la Uni¨®n Sovi¨¦tica y a exaltar la perestroika (reestructuraci¨®n), habl¨® de la pobreza que significa para el hombre la ausencia de Dios.
Les cit¨® al poeta Ernst Wiechert: "Estad seguros de que nadie se desentiende de este mundo si antes no se ha desentendido ya de Dios". Y a?adi¨®, sabiendo probablemente que aquellos cat¨®licos h¨²ngaros que nunca hab¨ªan podido verle de cerca deseaban escucharle, que "la historia nos ense?a que los hombres y los pueblos que creen que pueden existir sin Dios est¨¢n llamados sin remedio a la cat¨¢strofe de la autodestrucci¨®n".
En el antiguo campo de concentraci¨®n nazi de Mauthausen, ante algunos de los pocos supervivientes del horror, el Papa afirm¨® que lo all¨ª ocurrido "es lo que sigue pasando en otras naciones con r¨¦gimen totalitario", y eso, subray¨®, porque se ha querido "oscurecer el rostro de Dios en el mundo".
La par¨¢bola del rabino
El encuentro de Juan Pablo II con los representantes de las comunidades jud¨ªas se preve¨ªa tenso. El discurso le¨ªdo ante el Papa por Paul Grosz, presidente de la Asociaci¨®n Federal de las Comunidades Israel¨ªes en Austria, hab¨ªa sido escrito cinco veces para ablandarlo. Hubo intercambio de flechazos.
Grosz cont¨® una historieta: "Un d¨ªa, unos disc¨ªpulos dijeron al maestro: `Rabino, te queremos mucho'. Y el sabio les respondi¨® con una pregunta: '?Sab¨¦is lo que me dueleT. Sorprendidos y constemados, los disc¨ªpulos respondieron que no. El rabino les dijo: ,?C¨®mo entonces pretender amarme?". Y ayer los jud¨ªos austriacos dijeron al Papa todo lo que les duele, empezando por que se trivialice el holocausto. "No podemos y no debemos, olvidar, porque quien olvida la propia historia", dijeron, "est¨¢ condenado a revivirla otras veces".
Les doli¨®, y se lo dijeron al Pont¨ªfice, el encuentro del Pont¨ªfice con Kurt Waldheim en el Vaticano, hace un a?o. Les duele y mucho, subrayaron, el que a¨²n no se hayan puesto en pr¨¢ctica ciertas ense?anzas del Bautismo, y sobre todo el que la Santa Sede no haya reconocido a¨²n el Estado de Israel.
Seg¨²n los representantes de los jud¨ªos austriacos, este reconocimiento "representar¨ªa un rechazo claro del terrorismo palestino", que pretende "destruir el Estado hebreo", y podr¨ªa contribuir a "eliminar el antisernitismo que se esconde bajo las vestiduras del antisionismo".
Con gran orgullo, el presidente de las comunidades israel¨ªes en Austria afirm¨®: "A pesar de tantas persecuciones sufridas, nunca hemos renegado de nuestro Dios".
El Papa respondi¨®: "Es verdad que se ama s¨®lo lo que se conoce". Y a?adi¨®: "Hace 50 a?os se quemaban en esta ciudad las sinagogas, y miles de hombres y mujeres eran condenados a muerte u obligados a huir. Aquel suffimiento, aquel dolor y aquellas l¨¢grimas est¨¢n impresos en mi alma".
Pero, dicho esto, a?adi¨® que la paz "implica la disponibilidad al perd¨®n y a la misericordia, los atributos m¨¢s importantes del Dios de la uni¨®n".
La paz, dijo, la desean y la buscan con la misma fuerza Israel, L¨ªbano y los otros pa¨ªses de Oriente Pr¨®ximo. La paz, continu¨®, es un fruto de la justicia y del derecho. Es preciso eliminar, a?adi¨®, "la violencia que repite viejos errores y suscita odios y fanatismo".
Y asegur¨® que el Vaticano se interesa por el reconocimiento "de id¨¦ntica dignidad para el pueblo hebreo que vive en el Estado de Israel y para el pueblo palestino".
Y acab¨® diciendo que "ser¨ªa injusto y falso atribuir al cristianismo ciertos cr¨ªmenes innombrables".
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