Cultura de relumbr¨®n
En primer lugar, mi m¨¢s sincera felicitaci¨®n por el editorial Cultura del relumbr¨®n (22 de junio de 1988), que puedo asegurarle que conecta con precisi¨®n con el sentir de una gran mayor¨ªa de profesionales del mundo del arte y la cultura de este pa¨ªs. Perm¨ªtame, no obstante, hacer extensiva esta afinada cr¨ªtica a la actual clase pol¨ªtica dirigente, a quienes de forma indirecta colaboran igual de da?inamente al actual estado del panorama cultural.Entre nosotros, el calificativo de relumbr¨®n adopta otros significativos adjetivos: cultura de escaparate, de portada de peri¨®dicos, de cara a la galer¨ªa. Los grandes reportajes y fotos de portada son, en general, para aquella diva de turno o aquel magno festival que, unido a la portentosa publicidad de pago oficial, compiten desproporcionadamente con quienes s¨®lo cuentan con su imaginaci¨®n y sus propios medios econ¨®micos para darse a conocer o atraer p¨²blico a las cada vez m¨¢s escasas salas privadas. Doble objetivo para quienes quieran subsistir honestamente de su quehacer creativo: oficializarse o aspirar a que alg¨²n caritativo medio de comunicaci¨®n le dedique algo m¨¢s que la habitual y escueta nota informativa, a ser posible con foto. Ambas cosas caminan juntas.
Desde el ministerio s¨®lo se promueve aquello que m¨¢s pueda llamar la atenci¨®n, incluidos, sobre todo, los que lo pueden propagar con mayor facilidad: los medios de comunicaci¨®n. Compa?¨ªas extranjeras de cach¨¦ millonario, millonarias producciones propias encasquilladas art¨ªsticamente en su propio servilismo pol¨ªtico, presupuestos delirantes para acondicionar los espacios que acojan estos eventos y s¨®lo a ¨¦stos. Lo que queda de dinero servir¨¢ para engrosar alguna curiosa estad¨ªstica que acalle opiniones adversas. Otra palabra del argot popular: tapabocas.- Actor.
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