Israel: ?el sue?o, la pesadilla o la visi¨®n?
El puro sue?o jud¨ªo, tal como fue concebido por Herzel, de una patria pol¨ªtica en Tierra Santa se olvid¨® de la existencia de una realidad ¨¢rabe. Incluso hoy, a la mayor¨ªa de los israel¨ªes les gustar¨ªa tratar esa realidad como un obst¨¢culo meramente temporal para el desarrollo y la estabilidad de un Estado soberano.Al considerar la actual situaci¨®n pol¨ªtica de Israel, me gustar¨ªa hablar en t¨¦rminos de una secuencia progresiva integrada por el sue?o, la pesadilla y la visi¨®n. El sue?o podr¨ªa ser interpretado como un anhelo privado, mientras que la pesadilla representa la lucha entre la realizaci¨®n del sue?o y la realidad imprevista, y la, visi¨®n ser¨ªa la final cooperaci¨®n armoniosa del sue?o y la realidad.
Volviendo al obst¨¢culo, su contenci¨®n o su circunvenci¨®n ha transformado ya el sue?o en una pesadilla viviente. Ha llegado por ahora a la hiriente y agobiante etapa que, por definici¨®n, s¨®lo puede ser temporal e inestable.
No obstante, m¨¢s all¨¢ del infantil embeleso en la realizaci¨®n de un sue?o, y m¨¢s all¨¢ de la devoradora pasi¨®n del adolescente en su despertar y de la frustraci¨®n de la pesadilla, yo estoy convencido de que existe la visi¨®n adulta y madura de un Estado realista, satisfactorio y alcanzable.
Sin lugar a dudas, esta visi¨®n s¨®lo puede ser ]a de la genuina y sincera reconciliaci¨®n con el pueblo palestino ¨¢rabe, nuestros vecinos, los otros hu¨¦rfanos del mundo. La visi¨®n de un Estado federal que incluya a ambos pueblos, siguiendo el modelo de la Federaci¨®n Suiza, es, en mi opini¨®n, la ¨²nica viable. Ese Estado federal integrado por ambos pueblos garantizar¨ªa iguales derechos para todos los ciudadanos, as¨ª como la representaci¨®n proporcional y la distintiva de los individuos, grupos y ¨¢reas (cantones), y aceptar¨ªa -como en el sistema suizo de rotaci¨®n con la comunidad alemana, la francesa y la italiana el ejercicio alternativo de los sumos poderes por los jud¨ªos y los palestinos en una ¨²nica capital, Jerusal¨¦n.
Aun cuando la oferta fuera realizada en un principio, yo creo que deberia ser mantenida unilateralmente, de una manera decidida, en tanto se discuten con respeto y simpat¨ªa los problemas m¨¢s destacados, como son los del asentamiento, los de la posible devoluci¨®n, compensaci¨®n, etc¨¦tera., de las tierras, y todos los dem¨¢s problemas y expectativas mutuos, tales como la educaci¨®n, el riego y la agricultura.
En realidad, Israel ya est¨¢ acogiendo en el seno de sus estrechos l¨ªmites originales, como miembros de pleno derecho, a un n¨²mero conisiderable de ¨¢rabes palestinos; ?por qu¨¦ no extender esa acogida hasta las mismas orillas del Jord¨¢n? Los palestinos no pueden ser tratados al mismo tiempo como ciudadanos d¨®ciles, incondicionales y como pertenecientes a una raza sometida; sin lugar a dudas, o todos est¨¢n hechos para sentirse inc¨®modos (una opci¨®n muy peligrosa) o todos lo est¨¢n para sentirse bien recibidos. Como dijo nuestro gran presidente Abraham Lincoln, ninguna naci¨®n puede soportar que la mitad de su poblaci¨®n sea esclava y la otra mitad libre.
Tengo la suficiente fe en el buen sentido y buen coraz¨®n esenciales de mi pueblo como para creer que cumplir¨¢ su misi¨®n. La mayor¨ªa de los grandes principios de la conducta humana enunciados en el Nuevo Testamento lo estaban ya en el Antiguo, y nuestros profetas no nos dejaron duda alguna sobre las condiciones exigidas por la promesa de retorno hecha por Jehov¨¢ -esas condiciones no incluyen, ciertamente, la degradaci¨®n ni la persecuci¨®n de otro pueblo nativo- Parafraseando a Isa¨ªas 30-15: "Porque as¨ª dice el Se?or Dios, el Santo de Israel: en el retorno y el sosiego estar¨¢ vuestra salvaci¨®n; en la quietud y la confianza estar¨¢ vuestra fuerza: pero no quer¨¦is".
'Tierras por paz'
Personalmente, tengo poca confianza en el intercambio de "Tierras por paz" o en la manipulaci¨®n de una autonom¨ªa condicional y/o una ciudadan¨ªa opcional de Jordania y/o Israel. En mi opini¨®n, esas cosas son simplemente astutas estratagemas que no se corresponden con las emociones sentidas. No debemos olvidar nunca que estamos tratando aqu¨ª con las pasiones del orgullo, de las lealtades, los amores, los odios, los temores y las tradiciones, que posiblemente ninguna verborrea legal puede aliar, ni puede satisfacer las exigencias de esa explosiva situaci¨®n.
Con el Estado de Israel ya tan extraordinariamente variado en razas y temperamentos y conteniendo en sus limitadas fronteras una mayor gama y variedad de grupos sangu¨ªneos de los que puedan encontrarse en cualquier otra parte del mundo, yo estoy profundamente convencido de que s¨®lo a trav¨¦s del sincero repudio de cualquier exclusividad, bien sea religiosa o bien ficticiamente racial -ninguna de las dos puede hoy pretender ser pura o uniforme- es posible lograr la integraci¨®n de toda la regi¨®n b¨ªblica en un Estado fuerte y justo, independiente de las potencias extranjeras (que parecen pensar principalmente en suministrar armas y en ejercer una influencia selectiva sobre los pueblos clientes), capaz de dar un ejemplo y una inspiraci¨®n no s¨®lo al Oriente Pr¨®ximo, sino tambi¨¦n al mundo entero.
Lo que estoy intentando decir es que el prop¨®sito de mantener un Estado exclusivamente jud¨ªo con el poder concentrado preponderantemente en manos jud¨ªas sigue siendo un concepto del que sus principales denominadores comunes son: a) la hermosa lengua hebrea (siendo el ¨¢rabe la segunda lengua oficial de Israel), y b) una oportunidad para los jud¨ªos de desconcertar al antisemitismo. Esto ha sido y est¨¢ siendo conseguido continuamente mediante grandes y desafiantes realizaciones en los campos de las artes y las ciencias, generalmente acad¨¦micas, y en el de las humanidades. Pero, por supuesto, este objetivo no est¨¢ siendo favorecido por la pol¨ªtica israel¨ª hacia los ¨¢rabes palestinos ni por la carencia de una visi¨®n global.
En mi humilde opini¨®n, un Estado federal soberano es el¨²nico posible capaz de incorporar tanto el sue?o como la realidad. Ya han visto la luz diversas f¨®rmulas de federaci¨®n en las p¨¢ginas de ese excelente peri¨®dico, The New Outlook, publicado en Haifa y en el que vienen colaborando por igual ¨¢rabes y jud¨ªos a lo largo de los 40 a?os de existencia del Estado de Israel.
Las ventajas derivadas de adoptar y formular una visi¨®n como la que propongo ser¨ªan casi incalculables. Entre dichas ventajas estar¨ªa el derrumbamiento de toda oposici¨®n a Israel y el indudable desarrollo de un fuerte Estado federal integrado que llegar¨ªa a ser tan equilibrado y estable, tan pr¨®spero como Suiza, y que posiblemente podr¨ªa prefigurar una eventual comunidad de Estados del Oriente Pr¨®ximo, uni¨¦ndose a nuestros vecinos Egipto y Jordania y extendi¨¦ndose quiz¨¢ hasta Arabia Saud¨ª y los Estados del Golfo. ?Podemos esperar que tratando a todos los ¨¢rabes palestinos como nuestros iguales, como personalmente s¨¦ que son tratados muchos de ellos en Haifa y en otras ciudades de Israel, puedan no necesitar ya estar representados por su combatiente defensor Yasir Arafat? Finalmente, no ser¨ªa el menos importante de los beneficios la reinstalaci¨®n en las mentes de todos los pueblos de la concepci¨®n original de los jud¨ªos en su justa imagen: prudentemente idealistas, pr¨¢cticos, pragm¨¢ticos y previsores.
Es en los momentos duros y, autocr¨ªticos de crisis hist¨®rica como los que ahora estamos viviendo cuando se presenta con frecuencia la posibilidad de resoluci¨®n de las distintas tendencias suicidas.
No nos dejemos enga?ar por el preeminente poder militar de Israel. Este poder ha convencido ya a todos los pueblos ¨¢rabes de que Israel est¨¢ ah¨ª para permanecer. Pero el poder militar s¨®lo no puede garantizar la supervivencia permanente; de manera tr¨¢gica, es m¨¢s bien ¨²nicamente un remedio para retardar esa final transferencia de soberan¨ªa a que se han visto obligados todos los anteriores ocupantes exclusivos de Jerusal¨¦n.
Porque estamos afectando no s¨®lo a los ¨¢rabes de Tierra Santa, sino que, eventualmente, estamos galvanizando una actitud general y unida de decidida hostilidad hacia Israel entre las vastas poblaciones ¨¢rabe-musulmanas de todo el Oriente Pr¨®ximo, que hasta ahora no se han unido en orden de combate, aunque entre ellas mismas est¨¢n ensayando con toda diligencia.
En realidad, a mi visi¨®n se opone en gran medida, probablemente, un c¨ªnico sue?o pol¨ªtico de los ¨¢rabes, ya que ese sue?o podr¨ªa sacrificar gustosa y gradualmente a los ¨¢rabes palestinos en beneficio de la m¨¢s importante causa de una final alianza pan¨¢rabe, posiblemente fundamentalista, anti¨ªsraeli. Aquellos que pudieren tomar esta actitud s¨®lo estar¨ªan haciendo un flaco servicio a Yasir Arafat.
Pero para los israel¨ªes jugar el mismo juego c¨ªnico (al que los pol¨ªticos, de la forma m¨¢s desafortunada, denominan realismo) y sacrificar a los ¨¢rabes palestinos, sus m¨¢s probables amigos, partidarios y defensores en este agitado mundo, ser¨ªa un tr¨¢gico error.
Es igualmente inmoral y peligroso intentar enfrentar a una facci¨®n del mundo ¨¢rabe contra la otra -dividir e imperar, por as¨ª decirlo- Porque esas facciones son de lo m¨¢s vol¨¢tiles y no puede esperarse que sean m¨¢s honorables que sus manipuladores.
Israel, como un Estado puramente Jud¨ªo -una Esparta moderna-, saneado de ¨¢rabes, arianizado, como si dij¨¦ramos, ?estar¨ªa en paz consigo mismo y con su conciencia durante las pr¨®ximas d¨¦cadas? ?Estar¨ªa de acuerdo todo el pueblo jud¨ªo de Israel? Y mientras contempla el aumento de la hostilidad m¨¢s amarga en sus fronteras, y vi¨¦ndose forzado a proseguir la ineluctable v¨ªa de una supervivencia desesperada como naci¨®n cliente de una gran potencia y frente a crecientes diferencias, ?ser¨ªa Israel todav¨ªa, concebiblemente, una naci¨®n, un Estado que pudiera mantener la preeminencia en las artes, el mundo acad¨¦mico, las humanidades y las ciencias, y un aut¨¦ntico liderazgo mundial?
Yo, por lo menos, estoy firmemente convencido de que las actitudes c¨ªnicas, incluso cualquier inmolaci¨®n heroica como la de Massada, incluso el pat¨¦tico y conmovedor encierro tras los muros del gueto o de la l¨ªnea Maginot (por citar todo aquello realizado con la misma mentalidad) son las respuestas equivocadas en todos los aspectos -moral, pr¨¢ctico o estrat¨¦gico- y, en cualquier caso, son autodestructivas.
Ejemplo para el mundo
Cuando se me formula la pat¨¦tica y emocionante pregunta: ?Por qu¨¦ nosotros tenemos que portarnos mejor que otros pueblos?", la respuesta es que en Jerusal¨¦n nosotros estamos realmente condenados a servir como ejemplo para el mundo entero; porque estamos comprometidos, lo queramos o no, en el cumplimiento de las profec¨ªas y mandamientos de la Antig¨¹edad. Por ejemplo, si el pueblo jud¨ªo hubiera optado por fundar un Estado en Australia central, ¨¦ste no hubiera sido el caso; pero ?cu¨¢nto m¨¢s grandes y m¨¢s nobles son las oportunidades para el pueblo jud¨ªo de Israel!
El mundo se mantiene en pie o cae no tanto por el propio pueblo jud¨ªo como por lo que el pueblo jud¨ªo haga de Jerusal¨¦n. Jerusal¨¦n puede ser la llave para la paz mundial, de la misma manera que un Jerusal¨¦n detentado en exclusiva puede ser un presagio que augure una guerra mundial.
Esta decisiva elecci¨®n constituye la misi¨®n real del pueblo jud¨ªo. ¨ªQu¨¦ reto! ?Y qu¨¦ m¨¢s podr¨ªamos desear o so?ar en t¨¦rm¨ªnos de responsabilidad universal?
Posiblemente, nada podr¨ªa ser m¨¢s conveniente en este 4(Y aniversario de su lucha por la existencia, y a la vista de los notables logros de estas cuatro d¨¦cadas, que el hecho de que Israel redefiniera su visi¨®n del futuro a la luz de sus propias necesidades, de las de sus vecinos y de la humanidad, necesidades todas ellas que claman al cielo.
Traducci¨®n: Mar¨ªa del Carmen Ruiz de Elvira.
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