El reparto de agua de M¨ªnguez
![Luis G¨®mez](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F2ce46456-ac54-4700-96db-0b8f394a4fda.jpg?auth=77002eb2305650451646ff522b8a51b014f7c806758a28329fafa3c3944a40f6&width=100&height=100&smart=true)
Javier M¨ªnguez, director deportivo del BH, tuvo ayer un d¨ªa tranquilo. "No pintamos nada en esta etapa", augur¨® antes de que se tomara la salida. M¨ªnguez est¨¢ considerado como uno de los directores que mejor ven el ciclismo desde la carretera, pero ayer se pas¨® toda la jornada dando agua a sus corredores y tratando de pasar el tiempo lo m¨¢s agradablemente posible, si es que se puede tener comodidad metido seis horas en un coche con un calor de demonios. Javier M¨ªnguez apenas necesit¨® dar una orden en los 210 kil¨®metros de la etapa de ayer por la tarde. Realmente, no pintaban nada, poco pod¨ªan hacer. Aun as¨ª, puso el cuentakil¨®metros a cero al pasar por la l¨ªnea de salida y se santigu¨®.
M¨ªnguez empez¨® la etapa con hambre, pero no de triunfos, hambre de verdad. "?Llev¨¢is algo de fruta?", pregunt¨® al segundo coche. "Nos queda un melocot¨®n", contestaron a trav¨¦s de la emisora interna. "Me cago en diez, ?qu¨¦ hambre tengo!". M¨ªnguez hab¨ªa jugado unos minutos al f¨²tbol entre sector y sector, y se le hab¨ªa olvidado comer con la euforia futbol¨ªstica. S¨®lo pudo tomar un par de melocotones en toda la jornada. El resto del tiempo se lo pas¨® dando agua. Dando agua y bromeando con otros directores deportivos. Era una tarde para que funcionara la nevera. Y vaya si funcion¨®.Por su lado pasaron bastantes corredores, todos ellos en funciones de intendencia, salvo alg¨²n que otro rezagado. Desde luego pas¨® el pelot¨®n entero a medida que los ciclistas aprovechaban tiempos muertos para hacer sus necesidades en la cuneta. Pas¨® por all¨ª Indur¨¢in. "?Qu¨¦, Javier, poni¨¦ndote moreno?". "No, hombre, no, lo que quiero es tener un corredor como t¨² en mi equipo". Pas¨® Bouvatier, que recibi¨® dos botellas de agua. "?Qu¨¦ Bubi, por estas carreteras entrenabas t¨²?" Pas¨® Murguialday, a por m¨¢s agua: "A ver, agua para los caballos", dij¨® con sorna el corredor. "Toma agua" contest¨® M¨ªnguez, y le proporcion¨® bidones para medio equipo. M¨¢s tarde, nueva visita, de Antequera. "Pino quiere sales". Y un bid¨®n de sales para Pino. Un bid¨®n de sales y varios bidones de agua. Que no falte agua, debi¨® ser la consigna del d¨ªa.
Agua para Pedersen. Agua para Manuel Jorge Dom¨ªnguez, el sprinter del equipo. "Hombre, c¨®mo tu por aqu¨ª, a por agua; ?es que no quieres disputar el sprint?". "Hoy est¨¢ jodido", contest¨® el corredor. "?Jodido?, hoy hay mucho hombre cansado, hasta estoy cansado yo que voy en el coche. Venga". "Gracias por darme moral", respondi¨® de nuevo Dom¨ªnguez. "Anda, ponte el agua ah¨ª y vete, no pierdas tiempo, coje al grupo".
Agua. Calor. Y poco trabajo. Mala combinaci¨®n para M¨ªnguez, que s¨®lo vivi¨® unos minutos de cierto apuro cuando su corredor Bouvatier sufri¨® una ca¨ªda sin consecuencias. Echave tambi¨¦n cay¨® a la cuneta, pero se rehizo enseguida. M¨ªnguez transmiti¨® el aviso a su segundo coche en unos segundos, lleg¨® a la altura de Bouvatier, a quien se le cambi¨® la rueda delantera, y organiz¨® un peque?o grupo con Antequera, Echave y el citado Bouvatier para que reingresaran en el pelot¨®n. "Tranquilos, tranquilos, esperar un coche". Esperar un coche significa chupar rueda de los autom¨®viles de la caravana de equipos que, van detr¨¢s del pelot¨®n. La peque?a angustia que produce el peligro de tener descolgados tres corredores dur¨® unos minutos. Muy pocos minutos. M¨ªnguez pudo seguir dando agua a sus muchachos sin m¨¢s problemas.
El control de Superconfex
La carrera la llevaba controlada un equipo, el Superconfex, que se encarg¨® de anular hasta tres intentos de escapada con el objetivo de poder intentar la victoria gracias al buen momento de su velocista Van Poppel, como as¨ª sucedi¨® al final. El Superconfex anulaba escapadas de cuatro minutos, por ejemplo la primera de la jornada en la que se form¨® un grupo de siete corredores, en unos cuantos kil¨®metros. "Cuando ponen la m¨¢quina a correr, pueden con todo", sentenci¨® M¨ªnguez. Desde la cola del pelot¨®n era f¨¢cil ver las maniobras de este equipo. De repente, el coche del director del Superconfex, Van der Schueren, pide paso. "Ahora, pasar¨¢n a tomar la cabeza del pelot¨®n, anular¨¢n la escapada y, luego, ralentizar¨¢n el grupo. No hay duda. Es como si escuchas la radio y dices, ahora van a poner un poco de m¨²sica".Efectivamente, la m¨¢quina rodadora del Superconfex anul¨® la escapada. "Ahora calma", sentenci¨® M¨ªnguez. "Pero, ?madre m¨ªa!, ?qu¨¦ hambre tengo!". No hab¨ªa comida. Encendi¨® un pitillo y dijo: "A ver si comiendo humo se me quita". ?l ten¨ªa hambre y sus corredores ten¨ªan sed. Todos ten¨ªan sed ayer. Era una etapa de transici¨®n para un equipo, el BH, cuyos objetivos estaban en otro sitio: mantener a Pino entre los diez primeros y tratar de asegurar o mejorar ese segundo puesto en la general por equipos.
"Pero en esta etapa poco podemos hacer. No pintamos nada". A¨²n as¨ª, M¨ªnguez se santigu¨® al cruzar la l¨ªnea de salida y poner el cuentakil¨®metros a cero. En 200 kil¨®metros pueden pasar muchas cosas o puede no pasar nada. O puede uno pasarse todo el d¨ªa dando de beber a sus corredores.
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