Decepcionante superproducci¨®n
Tras una notable etapa como productor, Stanley Kramer se pas¨® a la direcci¨®n, podio desde donde dar¨ªa grandes ¨¦xitos de taquilla, aunque le costar¨ªa la credibilidad art¨ªstica: pocos autores -por usar un t¨¦rmino que no le corresponde- han contabilizado tanto palo de la cr¨ªtica como Kramer. Ah¨ª est¨¢ para demostrarlo Orgullo y pasi¨®n, uno de sus primeros pinitos tras la c¨¢mara y una decepcionante superproducci¨®n que pretende hallar en el realismo sus cartas cualitativas: rodaje ¨ªntegro en Espa?a para una historia sobre la invasi¨®n de Napole¨®n. Ah¨ª termina el realismo, en sus bellas localizaciones y en su calculada reconstrucci¨®n de ¨¦poca, porque hacernos tragar a Cary Grant o a Frank Sinatra como h¨¦roes de la historia tiene unas narices que ni Karl Malden. Lo que hace Kramer, en definitiva, es una mezcla la mar de convencional -el oc¨¦ano de convencional- de cine de aventuras y melodrama, todo pasado por la t¨²rmix de Hollywood cuando se engalana para las causas nobles. Puestos a pisar nuestras ra¨ªces y nuestra historia, reciente o lejana, uno se queda con ?Por qui¨¦n doblan las campanas?, donde la falsificaci¨®n y la superficialidad ven¨ªan amortiguadas por el delirio y los moldes de Lo que el viento se llev¨®. En Orgullo y pasi¨®n no, en Orgullo y pasi¨®n s¨®lo hay un pesado ca?¨®n de hora y cuarto con balas de salva.Mejor ser¨¢ fijarse en Luna de agosto, que es una pel¨ªcula espa?ola realizada con coraje, riesgo e inteligencia por Juan Mi?¨®n, muy mal estrenada hace un par de a?os. El abismo cultural que separa Espa?a de Marruecos es la base de la aventura inici¨¢tica que emprende la protagonista -Patricia Adriani, estupenda y seductora-, lo que el director transmite sin subrayados ni enfatismos, con tranquilidad, belleza y sentido de la imagen y sus contenidos.
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