Los liberales surafricanos, bajo presi¨®n
Los liberales surafricanos del Partido Progresista Federal se encuentran en la encrucijada marcada por el endurecimiento de las posturas racistas del Gobierno de Pretoria y el incremento de la contestaci¨®n de la mayor¨ªa de color. Tras el fracaso electoral de 1987, el partido perdi¨® su oportunidad de vertebrar una oposici¨®n parlamentaria moderada frente a la radicalmente racista del Partido Conservador. El art¨ªculo analiza el futuro de esta fuerza pol¨ªtica ante el reto de buscar un nuevo liderazgo que facilite v¨ªas de di¨¢logo frente a la confrontaci¨®n racial.
Ciudad del Cabo: una bomba, un abandono de la pol¨ªtica y una nueva y severa ley racista se han asociado para recordar a los surafricanos la dura realidad.A pesar de que el Gobierno pretende descaradamente lo contrario, las actitudes raciales siguen siendo duras. Y una de las principales v¨ªctimas es, ir¨®nicamente, una tradicional fuerza anti apartheid: el liberalismo. ?ste s¨®lo puede florecer en una atm¨®sfera de reconciliaci¨®n racial.
En ?frica del Sur los liberales se enfrentan a unas opciones cr¨ªticas. Estos siempre han confiado en que llegar¨ªa alguna vez su momento, pero la megabatalla entre el nacionalismo blanco y el negro pone sobre esto un punto de interrogaci¨®n.
Acontecimientos
Tres acontecimientos importantes se han producido a finales del pasado mes de junio y comienzos de julio:
1. En el exterior del estadio Ellis Park, de Johanesburgo, hizo explosi¨®n un potente coche bomba; murieron dos personas y otras 35 resultaron heridas. Del hecho se culp¨® a la prohibida organizaci¨®n guerrillera Congreso Nacional Africano (ANC), aunque su m¨¢ximo liderazgo desaprueba el ataque directo a los ciudadanos, y, por consiguiente, los observadores serenos prefirieron no hacer juicios apresurados sobre la identidad de los que situaron de 60 a 100 kilogramos de explosivos en un lujoso coche aparcado en el exterior del atestado estadio.
2. Colin Wells Eglin anunci¨® que va a abandonar el liderazgo del Partido Federal Progresista (PFP), de tendencia liberal, que mantiene una posici¨®n minoritaria en la C¨¢mara blanca del Parlamento.
3. El Gobierno surafricano revel¨® detalles de sus planes para enmendar la controvertida ley de ?reas de Grupos, que determina cu¨¢les son las razas que pueden vivir en determinados lugares. Aunque algunas ¨¢reas van a abrirse a todas las razas, lo que indudablemente significa un paso liberalizador, en otras los tradicionales acuerdos racistas (limitando la residencia a una sola raza) se aplicar¨¢n de forma a¨²n m¨¢s estricta.
Miles de negros se han trasladado "ilegalinente" a las ¨¢reas blancas, y ahora se enfrentan al riesgo de fuertes multas y, lo que es a¨²n peor, a la amenaza de expulsi¨®n. Este aspecto de la nueva legislaci¨®n fue descrito por el partido de Eglin como duro y brutal, y como algo que pod¨ªa afectar a la paz p¨²blica; aunque el Gobierno describi¨® su pol¨ªtica como de "vive y deja vivir".
Estos tres acontecimientos simbolizan lo que est¨¢ sucediendo en estos momentos en ?frica del Sur, un pa¨ªs en estado de excepci¨®n, con miles de detenidos y la represi¨®n de la informaci¨®n independiente.
Los blancos, sometidos a la presi¨®n de la guerra de guerrillas interna, de una guerra convencional en la frontera de Namibia [territorio bajo la administraci¨®n de Sur¨¢frica, pese a la oposici¨®n de las Naciones Unidas y la Comunidad Internacional] con el sur de Angola y de crecientes sanciones internacionales, han venido movi¨¦ndose con verdadera rapidez, situando la causa liberal bajo una fuerte presi¨®n.
Colin Eglin, un t¨¢ctico pol¨ªtico inteligente y h¨¢bil y un fundamentalista liberal, fue llamado para dirigir el PFP hace varios a?os, cuando la persona a quien reemplaz¨® como l¨ªder, el doctor Van Zyl Slabbert, dej¨® con ¨¢nimo desilusionado tanto el liderazgo del partido como su puesto en el Parlamento, y ahora, desde una postura independiente, busca la reconciliaci¨®n racial en el pa¨ªs.
Colin Eglin fue derrotado en las elecciones generales celebradas en mayo del pasado a?o, en las que su partido se vio pulverizado por una estampida de votantes hacia la derecha.
El PFP perdi¨® su posici¨®n como oposici¨®n oficial en la C¨¢mara blanca del Parlamento en favor del racista y mucho m¨¢s derechista Partido Conservador, que ahora vapulea al Gobierno cada vez que ¨¦ste, de mala gana, intenta suavizar algunas de las asperezas de su pol¨ªtica racista.
Renuncia de Eglin
Eglin renunci¨® a su puesto de l¨ªder del partido en agosto del a?o pasado y parece aceptar con realismo que -lo mismo que una persona dedicada a la comercializaci¨®n que fracasa con un producto- su estrategia destinada a forjar una amplia alianza de oposici¨®n a la izquierda del Gobierno en las elecciones de 1987 no funcion¨®, y que, por consiguiente, alg¨²n otro debe intentar la tarea.
Posiblemente sea el doctor Zach de Beer, de 60 a?os de edad, en una ¨¦poca considerado como el hombre de oro de la oposici¨®n pol¨ªtica surafricana, quien se haga cargo del liderazgo del PFP; el doctor Zach de Beer, amigo y confidente de Eglin de toda la vida, ha estado en una posici¨®n muy importante en el conglomerado empresarial anglo-estadounidense.
Los ingleses han venido desempe?ando desde hace mucho tiempo un papel influyente, aunque en la sombra, en apoyo de la oposici¨®n y de la Prensa, pero al mismo tiempo, en la forma en que lo hacen los grandes negocios, siendo tan amistosos como es posible hacia el Gobierno.
No es probable que De Beer lo haga mucho mejor que Eglin, con la corriente antiliberal funcionando como lo est¨¢ haciendo; y no suscitar¨¢ m¨¢s respeto por parte de los negros surafricanos del que tiene Eglin.
Un poco m¨¢s pragm¨¢tico, podr¨ªa, sin embargo, forjar entre los blancos una alianza antigubernamental que tuviera m¨¢s ¨¦xito.
En una conversaci¨®n que he tenido con ¨¦l recientemente, Colin Eglin admiti¨® que los valores liberales estaban bajo presi¨®n en ?frica del Sur, mientras que la revuelta negra y la represi¨®n blanca ocupaban el escenario central. Ve a su partido s¨®lo como uno de los componentes de la causa liberal -siendo otros .custodios de los valores liberales" las iglesias, las universidades, la Prensa, etc¨¦tera.
Eglin piensa que es digno de notar el hecho de que despu¨¦s de 40 a?os de dominio por el actual Gobierno pro apartheid, y de muchos a?os de conflicto entre los blancos y los negros, el liberalismo sea todav¨ªa un factor importante en el pa¨ªs. Aconseja a los liberales que no abandonen sus valores fundamentales simplemente para convertirse en jugadores en la lucha por el poder, en cualquiera de los lados.
Eglin est¨¢ animado por la forma en que, en otros conflictos, han sobrevivido los valores liberales para desempe?ar un papel importante en la determinaci¨®n de la calidad de vida; incluso, hasta un cierto punto, en el vecino Zimbabue socialista de Robert Mugabe.
Debates cultos
Se est¨¢n produciendo cultos debates sobre la importancia del liberalismo en el duro contexto africano. La atm¨®sfera de c¨®modas disputas acad¨¦micas salta a veces hecha a?icos por la explosi¨®n de una bomba puesta por la guerrilla, o por alguna nueva medida destinada a reforzar el poder blanco.
El nudo de esos debates lo constituye el hecho de si los liberales deben dispensar consejos de caf¨¦, que a menudo parecen tener un aire condescendiente tanto hacia los africanos como hacia los afrikaners, mientras otros se desentienden del problema; o si deben trabajar activamente con aquellos que buscan un pronto final de la dominaci¨®n blanca, y arriesgan la airada respuesta del Gobierno.
Slabbert ha dicho que los liberales "no pueden rondar como un grupo de apoyo nebuloso y desde?oso esperando que la historia se desarrolle de manera que puedan dar cabezadas de aprobaci¨®n o chasquidos de desd¨¦n".
El debate seguir¨¢ mientras estallan las bombas y el Gobierno muestra su pu?o de acero. Y mientras, los liberales contin¨²an bajo presi¨®n.
fue director del Cape Times y profesor invitado en la universidad de Harvard.
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