La ciudad del pecado
Los republicanos, el partido del puritanismo y de la moralina conservadora, se han metido en la boca del lobo al traer la convenci¨®n a Nueva Orleans. La capital del Misisip¨ª es un para¨ªso del hedonismo, una ciudad que tolera el vicio como ninguna en EE UU, en la que el ¨²nico dictado es vive y deja vivir. Extra?a elecci¨®n para un partido que enarbola la bandera anti-aborto y algunos de cuyos miembros defienden que el SIDA es un castigo divino contra los homosexuales.A s¨®lo un par de kil¨®metros del Superdome, escenario de la convenci¨®n con 88.000 asientos que s¨®lo el papa Juan Pablo II y los Rolling Stones han sido capaces de llenar, los pudibundos delegados republicanos pueden sumergirse en Bourbon Street (un recuerdo de nuestros antiguos Borbones), la calle m¨¢s depravada de Am¨¦rica. Y algunos lo hacen, aunque otros, como los fundamentalistas del telepredicador y fallido aspirante presidencial Pat Robertson, han obligado a su hotel a suprimir las pel¨ªculas porno que ofrec¨ªa en la televisi¨®n por cable en la privacidad de la habitaci¨®n.
En Bourbon, por s¨®lo 3 d¨®lares (360 pesetas) la copa, se puede asistir a una org¨ªa en vivo, strip tease de ambos sexos, solos o mezclados, y espect¨¢culos de travestidos. Por menos dinero a¨²n, en la ciudad para¨ªso gay, se puede tomar una cerveza en uno de los bares de homosexuales, con terraza de filigrana de hierro forjado, que abundan en el viejo Barrio Franc¨¦s.
Pero Nueva Orleans es una ciudad pobre y deprimida, que ha pagado negativamente la pol¨ªtica de recorte de gastos sociales del reaganismo. Doble ¨ªndice de paro que la media norteamericana, quiebras bancarias y la industria petrol¨ªfera hundida. Un p¨¦simo ejemplo para vender la consigna republicana de prosperidad y crecimiento econ¨®mico para todos.
Y la guinda, la absoluta negritud o mestizaje creol de la poblaci¨®n de Nueva Orleans, controlada pol¨ªticamente por la raza de color. Vicio, depresi¨®n y minor¨ªas raciales. Demasiado para el Grand Old Party, que se encuentra m¨¢s a gusto en los country clubs o en los despachos de Wall Street.
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