El teatro de Garc¨ªa M¨¢rquez, acogido con frialdad en Buenos Aires
El "acontecimiento cultural" que Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez reclamaba para la presentaci¨®n de su primera obra de teatro se celebr¨® el pasado s¨¢bado, en Buenos Aires. La Diatriba de amor contra un hombre sentado, un desmesurado mon¨®logo que recuerda a su autor en cada frase, fue saludada con aplausos, pero sin euforia en el Teatro Cervantes. La interpretaci¨®n de la argentina Graciela Dufau, que inspir¨® la obra, no logr¨® descomponer la frialdad de una platea experta.Result¨® una misa con libreto redactado por el propio dios ausente a quien se consagraba. La delgada Graciela Dufau, de voz nasal y cuerpo blanco, recit¨® el rosario de im¨¢genes y sentencias perfectas que todos pretend¨ªan. Mercedes Barcha, la esposa de Garc¨ªa M¨¢rquez, y Carmen Balcells, su agente, controlaban la ceremonia desde un palco. En otro, el secretario de Cultura del Gobierno argentino, Carlos Bastianes, presid¨ªa la delegaci¨®n oficial.
"El lenguaje de novelista se detiene en la palabra", dir¨ªa a la ma?ana siguiente Mabel Itzcovich, cr¨ªtica de P¨¢gina Doce. Y agrega: "El espectador s¨®lo asiste al desaf¨ªo de una obra y una actriz que cuentan un cuento, pero dejan muchas cuerdas sin tocar". Clar¨ªn advierte que "falta en el texto un deseado salto a lo absurdo, ese que precisamente caracteriza a la literatura del autor", y sentencia: "todo el fuego que dispara la actriz recuerda m¨¢s a una escaramuza que a una verdadera guerra".
Sin aleaciones
La mayor¨ªa coincide en que el texto es un aut¨¦ntico original de Garc¨ªa M¨¢rquez, po¨¦tico, sentencioso, desbordante de placeres terrenales y con tal grado de pureza que invalida las aleaciones. La representaci¨®n teatral le quita pasi¨®n y no le agrega emoci¨®n, angosta la mirada y la reduce a las formas de una mujer blanca que deb¨ªa ser morena y a un decorado donde todo el Caribe se insin¨²a en tres cartones.La puesta en escena del director Hugo Urquijo, esposo de Dufau, no ha podido adecuarse a la desgracia que propone el autor. El texto recoge el lamento amoroso de una hembra en celo a los 50 a?os y en casi 80 minutos no se vislumbra ni una pesadilla. La mujer habla de sexo y no calienta, brama y nadie se ofende, padece y nadie llora, ama y el p¨²blico es tan indiferente como ese "hombre sentado" que lee el peri¨®dico en un palco, en un sill¨®n o desaparece por el fondo sin que nadie se entere. Los efectos utilizados no dan resultado. La actriz cambia de ropa y de peluca en escena cada cinco minutos.
Dos veces se encienden las luces de la sala en un intento de involucrar a¨²n m¨¢s a los espectadores. Un efecto de nieve cae sobre el recuerdo del ¨²nico amante que ha tenido la protagonista en 25 a?os de casada y, sobre el final, un t¨ªmido fuego incendia el peri¨®dico que lee el marido. Pero el juego concluye sin sorpresas. La nieve no enfr¨ªa, el fuego no quema y el texto confirma que ella lo venera, pero ¨¦l no la ama. Una pena.
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