Jos¨¦ Torres Ib¨¢?ez
Las pasiones de un investigador de condones
Cuando comenz¨® a investigar sobre preservativos, hace dos a?os, los llamaba profil¨¢cticos, "que era m¨¢s suave". Ahora hace matizaciones etimol¨®gicas sobre el cond¨®n ("viene del lat¨ªn condus, que significa recipiente, y de kondu, otro vocablo persa para nombrar a un recipiente largo") y recientemente disert¨® sobre el tema en la Men¨¦ndez Pelayo de Santander. T¨ªmidamente, como pidiendo disculpas, Torres empez¨® dici¨¦ndoles a los m¨¢s de 300 asistentes: "Lo ¨²nico que saben ustedes sobre condones son chistes. Durante los pr¨®ximos 20 minutos les dar¨¦ una aproximaci¨®n cient¨ªfica al asunto".
Jos¨¦ Torres Ib¨¢?ez naci¨® hace casi 40 a?os en Mollerussa, un peque?o pueblo de L¨¦rida. Con 14 a?os, ya en Barcelona, descubri¨® la qu¨ªmica gracias a un profesor "que form¨® a una decena de qu¨ªmicos, pero al que despidieron poco despu¨¦s por malo". Torres iba al laboratorio incluso los domingos por la tarde y daba clases particulares a alumnos de dos cursos por delante de ¨¦l, estudiantes de preu.Acab¨® en Qu¨ªmicas, claro. Por aquella ¨¦poca, influido por el esp¨ªritu beatliano, pasaba los veranos en Ibiza y se ganaba la vida a base de ingenio. "Hac¨ªamos cantidades ingentes de arroz con leche cada d¨ªa. Vend¨ªamos el cacillo a 10 pesetas, y lo que sobraba hab¨ªa que com¨¦rselo". Ahora lo odia. Otro verano invent¨® un artilugio que vend¨ªa por 3.000 pesetas para mejorar el funcionamiento de los dep¨®sitos de agua que ten¨ªan sobre el tejado las casas de la isla. Lo fabric¨® con un term¨®metro de mercurio y un tubo de aspirinas.
Una amiga le introdujo en otra de sus locas pasiones, la filosof¨ªa. "El inductor de mis aficiones siempre ha tenido nombre y apellidos", dice. Cuando acab¨® la carrera se especializ¨® en qu¨ªmica de pol¨ªmeros y reolog¨ªa (ciencia que estudia las propiedades viscoel¨¢sticas de los materiales) en Estrasburgo.
A la vuelta curs¨® un master en econom¨ªa y volvi¨® a enloquecer: esta vez con la planificaci¨®n y la estrategia empresarial. Con 28 a?os fund¨® un laboratorio en el que fabrica ap¨®sitos sanitarios, pasta de dientes y otros productos de farmacia.
Veinte a?os despu¨¦s de sus aventuras ibicencas, Torres es un respetable hombre casado y tiene tres hijos; las humildes tiritas le han procurado una situaci¨®n econ¨®mica desahogada y emplea su punto de locura en la lucha contra el SIDA. Hace dos a?os ingres¨® en la Federaci¨®n de Comit¨¦s Anti-SIDA del Estado Espa?ol y acude a todas las reuniones sobre el s¨ªndrome. Su laboratorio, que distribu¨ªa varias marcas de preservativos, dej¨® de expenderlos por "motivos ¨¦ticos", y ¨¦l, m¨¢s amigo de inquirir que de responder, comenz¨® sus investigaciones.
Torres recibi¨® entonces muchas cr¨ªticas de compa?eros de profesi¨®n que no entendieron que un qu¨ªmico brillante se dedicara a estudiar el efecto barrera protector de los condones frente al SIDA. En estos a?os ha roto, con dos investigadores m¨¢s, 8.000 profil¨¢cticos en el laboratorio para comprobar su resistencia y ha redactado la norma espa?ola para la homologaci¨®n de preservativos.
La cata de vinos y la pr¨¢ctica del baloncesto completan su perfil multifac¨¦tico. "Ese hibridismo me ha influido mucho. Con un pie uno est¨¢ cojo. El tener dos pies es muy bueno para correr. La discusi¨®n sobre si es mejor un pie que otro s¨®lo sirve para dar traspi¨¦s".
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