Otra forma de hacer pol¨ªtica
CERCA DE 90.000 ciudadanos se congregaron anoche en el Camp Nou de Barcelona para asistir al concierto espa?ol de la gira mundial que Amnist¨ªa Internacional ha organizado para mejorar el conocimiento popular sobre la Declaraci¨®n de los Derechos Humanos -que cumple ahora 40 a?os- y de la propia actividad de esta asociaci¨®n. Por el momento, ha sido la convocatoria de m¨¢s ¨¦xito de la mencionada gira -en Londres, por ejemplo, acudieron unos 60.000 espectadores-, pero las comparaciones estad¨ªsticas tienen un inter¨¦s secundario en estos casos. -Estos ¨²ltimos a?os han menudeado en Europa y en Estados Unidos los festivales con fines recaudatorlos ben¨¦ficos (live aid) o solidarios (el dedicado a Nelson Mandela). Festivales que se organizan gracias a la colaboraci¨®n desinteresada de m¨²sicos populares capaces de convocar, por s¨ª mismos y sin otro reclamo que su trabajo, ese mismo n¨²mero de personas y que tienen la elegancia de no aprovechar -tampoco lo necesitan- este aforo social para vender su ¨²ltimo disco.Todo ello configura una nueva forma de compromiso ciudadano del cantante, pero con importantes matices respecto del modelo tradicional. Los m¨²sicos invitados no disponen de un discurso a la medida de su patrocinador. No son cantantes comprometidos, en el sentido org¨¢nico del t¨¦rmino, que machacan el verso pol¨ªtico, aunque ello no quiere decir que lo eviten ni que sus temas surjan de las nubes de lo anodino. Se alejan de la figura del militante que predica sus consignas. Son cronistas contempor¨¢neos que saben hablar de pasiones humanas individuales tanto como hurgar en la tragedia cotidiana de la marginaci¨®n. Son m¨²sicos y organizan una gran fiesta y Amnist¨ªa les convoca para eso y no ¨²nicamente para sermonear en cada canci¨®n a la parroquia. Lo l¨²dico, por fin, ya no es sospechoso, no desmerece en estos ceremoniales.
Habr¨¢ esp¨ªritus puros que dir¨¢n que estas espl¨¦ndidas juergas no se corresponden con la seriedad de los objetivos de la cita. En el caso de Amnist¨ªa Internacional, el festival se ajusta con una l¨®gica implacable no ya a los fines de la entidad, sino tambi¨¦n a su estrategia. La denuncia sistem¨¢tica de la vulneraci¨®n institucional de los derechos humanos necesita instrumentos de resonancia y ser¨ªa anacr¨®nico renunciar al efecto multiplicador que tienen estos conciertos monstruo. Para muchos j¨®venes que acudieron al de ayer, ¨¦ste les permiti¨® descubrir la existencia de Amnist¨ªa, entidad que asociaban vagamente a una obsoleta feria pol¨ªtica de la que ellos se sienten lejos, muy lejos.
No es que estos j¨®venes sean ajenos a la necesidad de una ¨¦tica civil, pero desoyen un discurso, que suscribir¨ªan, si ¨¦ste llega arropado por el boato protocolario de la pol¨ªtica institucional. Anoche, Barcelona vivi¨® un gran concierto musical y una gran manifestaci¨®n ciudadana. Que su lenguaje no se ajuste al formulario pol¨ªtico tradicional ¨²nicamente puede provocar las reticencias de quienes quieren que la pol¨ªtica s¨®lo tenga un escenario administrativo y un reparto profesionalizado. Los m¨²sicos de anoche y su p¨²blico hicieron pol¨ªtica, una manifestaci¨®n civil, sin pisar un despacho ni acogerse sistem¨¢ticamente a la redundancia de la ret¨®rica mit¨ªnera. Hicieron pol¨ªtica con 100.000 vatios de sonido, 350.000 de luz y poes¨ªa.
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