'La chulapona', el ambiente de Madrid

Como cada a?o el teatro de la Zarzuela hace honor a su nombre al inaugurar la temporada con un cl¨¢sico del g¨¦nero l¨ªrico, en este caso La Chulapona, de Federico Romero, Guillermo Fern¨¢ndez Shaw y el maestro Moreno Torroba. Hay que anticipar que el montaje y la interpretaci¨®n son, probablemente, los mejores que ha tenido nunca esta pieza castiza de los a?os treinta y que el ¨¦xito fue muy grande.Hay algo que se percibe a trav¨¦s de cualquier acci¨®n teatral-l¨ªrica: el entusiasmo o la ausencia de ¨¦l -sustituida por mera profesionalidad- de los directores musicales y esc¨¦nicos. Naturalmente, lo deseable es la uni¨®n de ambas capacidades: profesionalidad inteligente y puesta en juego de cierta dosis de pasi¨®n. Que Miguel Roa cumple los dos supuestos es algo bien sabido. Al inter¨¦s del director madrile?o se suma ahora el Gerardo Malla, hombre de teatro en toda la amplitud del t¨¦rmino, estudioso, actor, ayudante con Nuria Espert y periodista especializado. Comenz¨® su carrera de regista en el g¨¦nero dram¨¢tico (De san Pascual a San Gil, Bajarse al moro, Las galas del difunto) y ahora aplica sus saberes a La Chulapona en una concepci¨®n digna de verse, ambiciosa y, a la vez, desnuda de excesos que con frecuencia caen en pedanter¨ªa. Bien es verdad que ha contado con un excelente equipo de colaboradores: Mario Bernedo para escenarios y trajes, Goyo Montero en la coreografla y Eric Teunis, en las luces.

La Chulapona significa, ante todo, la presencia en la calle del pueblo madrile?o, el retrato de sus tipos individuales y su vida colectiva: boda, caf¨¦, toros, trabajo, fiesta con cante y baile. En suma: vida.

Personalmente me interesa m¨¢s en La Chulapona todo lo que hay de evocaci¨®n de un Madrid ya muy lejano en 1934, cuando la obra se estrena, que la misma an¨¦cdota argumental, no exenta de melodramatismo. En esta ocasi¨®n se subrayan, sobre todo, los valores ambientales: gran escena abierta y plena de luz, animado movimiento, figurines multicolores, profusi¨®n de muy acertadas danzas y, en general, esa algabar¨ªa de barrio popular que Bret¨®n sac¨® a escena en La verbena de la Paloma.

La del pa?uelito

El compositor, madrile?o acendrado, evoc¨® a trav¨¦s de su propia musa, el Madrid de seguidillas, fandangos, mazurcas, chotis, pasacalles y habaneras: La del pa?uelito sali¨® a la calle inmediatamente. Todo lo hizo Moreno Torroba con simplicidad pero con refinada manera, de la que es buen ejemplo el chotis del tercer acto, casi en voz baja, Ay, madrile?a chulapa. La Chulapona gust¨® a todos y siempre pens¨¦ que sin la competencia de Luisa Fernanda habr¨ªa sido lo mejor de su autor. Todo lo cual justifica los elogios recibidos de la cr¨ªtica y, tambi¨¦n, el m¨¢s inteligente reparo: el de Julio G¨®mez, en El Liberal, quien tras cumplidos elogios expresa su deseo de que "lleguen a hacer los autores la zarzuela de hoy, para que dentro de cuarenta a?os puedan otros hacer otra, fundada en ella, lo mismo que ellos ahora se han basado en La verbena y La revoltosa. Pasaron no cuarenta a?os, sino m¨¢s de cincuenta y estamos con La Chulapona ante el ayer del anteayer, lo que, en cierto modo, difumina el problema apuntado por don Julio.Milagros Mart¨ªn, en Manuela la Chulapona -que en verdad no lo es tanto-, estuvo sencillamente estupenda. Su voz es muy bella y cala muy hondo por su atractivo mordente y su gracia como actriz contribuy¨® con eficacia a la estilizaci¨®n del personaje. Le dio respuesta, en su contrincante amorosa, Carmen Gonz¨¢lez, ya bien conocida, de medios frescos y expresi¨®n garbosa, buen decir y adecuado hacer. Entre las dos, Jos¨¦ Mar¨ªa -el coqueto de la zarzuela qued¨® ennoblecido por Ricardo Mu?iz, gracias a la belleza de sus medios vocales y a ciertos matices expresivos de cu?o romanticista. Rafael Castej¨®n, Luis Barbero y Jos¨¦ Luis Cancela encarnaron sus tipos con acierto, en tanto Pepa Rosado logr¨® una creaci¨®n de Venustiana, tipo de mujer brava con larga tradici¨®n en el sainete musical. En realidad el trabajo de conjunto estuvo tan bien orientado y equilibrado que de no ser tan extenso, valdr¨ªa la pena citar al reparto entero.