La adhesi¨®n al SME
RESULTA SORPRENDENTE que el problema de la eventual integraci¨®n de Espa?a en el Sistema Monetario Europeo (SME) no haya sido hasta ahora discutido ni explicado por las autoridades a la opini¨®n p¨²blica, y ello a pesar de tratarse de una cuesti¨®n de importancia vital para nuestra econom¨ªa. De las escasas declaraciones p¨²blicas relativas a este asunto cabe deducir que el Gobierno tiene la intenci¨®n de adherirse al SME en el oto?o pr¨®ximo, sin que haya sido posible obtener m¨¢s precisiones sobre los t¨¦rminos de la negociaci¨®n -si es que se est¨¢ produciendo-, sobre las condiciones de adhesi¨®n ni sobre los compromisos que eventualmente adquirir¨¢ nuestro pa¨ªs en relaci¨®n con los restantes miembros de la Comunidad.Las ventajas de la adhesi¨®n al SME consisten, a corto plazo, en una mayor estabilidad cambiaria en relaci¨®n con las monedas que forman parte del sistema y que corresponden a los principales pa¨ªses europeos, con la notable excepci¨®n del Reino Unido. A medio plazo, los tipos de inter¨¦s deber¨ªan tambi¨¦n aproximarse y reducir su variabilidad, especialmente a partir del momento en que se aplique sin restricciones la libre circulaci¨®n de capitales. A plazo m¨¢s largo, la consolidaci¨®n de la Comunidad como un espacio econ¨®mico homog¨¦neo depender¨¢ estrechamente de su capacidad para establecer una moneda ¨²nica entre los pa¨ªses que la forman. La eventual creaci¨®n de un banco central europeo constituye una de las piezas esenciales de la construcci¨®n de la unidad monetaria en Europa.
Pero la adhesi¨®n al SME no s¨®lo acarrea ventajas: en primer lugar, la adopci¨®n de una disciplina cambiaria mucho m¨¢s estricta que la actual implica necesariamente una mayor convergencia de nuestra pol¨ªtica econ¨®mica con la de los dem¨¢s pa¨ªses de la Comunidad, y muy especialmente con la de Alemania Occidental. Se trata de un problema fundamental, ya que la pol¨ªtica econ¨®mica de este pa¨ªs se caracteriza por la prioridad absoluta otorgada a la lucha contra la inflaci¨®n, incluso si el precio pagado por ello ha sido un crecimiento econ¨®mico muy bajo, que ha dificultado -y dificulta- no ya el crecimiento econ¨®mico en Europa, sino tambi¨¦n el ajuste econ¨®mico mundial. Aunque te¨®ricamente la adhesi¨®n al SME no requiere la alineaci¨®n de nuestra tasa de crecimiento con la alemana occidental, en la pr¨¢ctica la reducci¨®n de nuestra tasa de inflaci¨®n a l¨ªmites compatibles con la que prevalece en la RFA (entre el 0% y el 1 %) implicar¨ªa, casi con seguridad, una reducci¨®n apreciable de nuestra tasa de crecimiento, al menos a corto plazo. Los m¨¢s optimistas auguran que la estabilidad de precios en nuestro pa¨ªs provocar¨ªa fuertes inversiones, en parte alemanas occidentales, en el mismo, pues las oportunidades inversoras son, en principio, bastante mayores en Espa?a que en los pa¨ªses m¨¢s desarrollados de la Comunidad. Los pesimistas se?alan que los problemas no se resolver¨¢n de la noche a la ma?ana y que, si no se toman precauciones, la p¨¦rdida de competitividad de nuestros productos como consecuencia, al menos en los primeros a?os de adhesi¨®n al SME, de un crecimiento previsiblemente m¨¢s elevado de los costes en Espa?a llevar¨ªa al endurecimiento de la pol¨ªtica econ¨®mica y a previsibles devaluaciones de nuestra moneda, a menos que la banda de fluctuaci¨®n elegida permitiese una cierta flexibilidad inicial. El problema de la banda de fluctuaci¨®n aparece as¨ª como una cuesti¨®n central en todo este asunto: en principio, Espa?a tiene una buena raz¨®n para pedir, en el caso de haberse decidido por la adhesi¨®n, una banda relativamente amplia, del orden de la italiana (un 6% a cada lado del eje central, frente al 2,25%. del resto de los pa¨ªses). La raz¨®n fundamental estriba, aparte los problemas de costes internos, en los acuerdos suscritos en el momento del ingreso en la CE, que prev¨¦n un desarme arancelario de aqu¨ª a 1992: la rebaja de los aranceles da?ar¨¢ la competitividad de los productos espa?oles dentro del propio mercado espa?ol. Lo menos que puede decirse es que hasta ahora constituye una inc¨®gnita los t¨¦rminos en que las autoridades espa?olas han planteado este problema a las autoridades comunitarias, si es que se lo han planteado.
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