'Oto?o caliente'
A PUNTO de expirar el plazo para la presentaci¨®n de los Presupuestos Generales del Estado para 1989, una serie de acontecimientos muestran que, a pesar de la tendencia positiva en que se mueven los grandes indicadores econ¨®micos en Espa?a, todav¨ªa persisten problemas estructurales que auguran un pr¨®ximo ejercicio menos optimista del que se esperaba. Los avisos sindicales de que tendremos un oto?o caliente en el terreno laboral aumentan adem¨¢s los nubarrones sobre la bonanza econ¨®mica, que el Gobierno socialista ha esgrimido como el m¨¢s importante de sus triunfos. Sin poder afirmar que todos estos signos supongan el fracaso de la pol¨ªtica econ¨®mica socialista y el fin del milagro, como algunos sugieren, tampoco es posible decir que aqu¨ª no ha pasado nada y que la inflaci¨®n seguir¨¢ bajo control. Entre otras cosas porque nunca lo ha estado del todo.El marco actual de la econom¨ªa espa?ola se caracteriza por un fuerte crecimiento del producto interior bruto (por encima de la media de los pa¨ªses de la OCDE); el mantenimiento del paro en niveles escalofriantes, aunque en los ¨²ltimos tiempos se haya generado un crecimiento del empleo; la p¨¦rdida del control sobre la inflaci¨®n y el aumento del diferencial con la CE; el fuerte crecimiento de las importaciones; el buen comportamiento del sector p¨²blico, cuyo d¨¦ficit ser¨¢ inferior al previsto en 1988; el mantenimiento de las magnitudes monetarias dentro de la banda fijada por el Gobierno; un repunte en los tipos de inter¨¦s, despu¨¦s de largos meses de ca¨ªda, y el continuado aumento de la inversi¨®n, nacional y extranjera.
El resultado de todo ello es una econom¨ªa en expansi¨®n, pero con signos de recalentamiento y con el peligro evidente de que los precios vuelvan a dispararse. La inflaci¨®n subyacente (sin energ¨ªa, ni productos alimenticios no elaborados) lleva meses estancada por encima del 5%, y las perspectivas internacionales no apuntan a descensos de precios. A ello se une un panorama social de descontento, atizado por la pugna UGT-Gobierno socialista, y unas crecientes diferencias de bienestar y capacidad adquisitiva entre la poblaci¨®n empleada y la que no encuentra trabajo.
En este marco se est¨¢n produciendo decisiones contradictorias que pueden afectar a la buena marcha de la econom¨ªa espa?ola en 1989. El ejemplo m¨¢s claro son los acuerdos firmados por la Administraci¨®n con funcionarios y pensionistas. No ya por el hecho de dejar descolgados a UGT y CC OO (al fin y al cabo fueron los sindicatos los que decidieron no firmar), sino por el trasfondo pol¨ªtico de la negociaci¨®n y firma de los acuerdos.
Parece claro que el Gobierno ha cedido con prontitud a buena parte de las pretensiones de los funcionarios con la intenci¨®n de asegurarse la paz en la Administraci¨®n durante el pr¨®ximo a?o, en que Espa?a asumir¨¢ durante seis meses la presidencia del Consejo de Ministros de la Comunidad Europea. Sin embargo, el acuerdo con la Confederaci¨®n Sindical Independiente de Funcionarios (CSIF) no asegura la falta de conflictividad en la Administraci¨®n (UGT y CC OO intentar¨¢n movilizaciones), y adem¨¢s los sindicatos tomar¨¢n como m¨ªnimo punto de referencia el 5,59% de subida de los funcionarios a la hora de negociar los salarios de 1989. Todo ello augura nuevas presiones inflacionistas, ante las que los empresarios se mostrar¨¢n d¨¦biles, pues el estado econ¨®mico de sus empresas les permite ceder en las negociaciones salariales con desprecio del nivel de competitividad y del cuadro general de la econom¨ªa espa?ola.
Mientras tanto, se anuncian nuevas alzas de los tipos de inter¨¦s y un encarecimiento del dinero que contribuir¨¢ tambi¨¦n al aumento de los precios al consumo. En conjunto estamos, pues, ante un panorama que dif¨ªcilmente puede considerarse optimista, y en el que es exigible un esfuerzo por parte del Gobierno y los sindicatos para encontrar puntos de acuerdo en beneficio de todos. La pugna entre el sindicato y el Gabinete socialistas es un lamentable ejemplo de personalizaci¨®n de la pol¨ªtica y de politizaci¨®n de los intereses sindicales. La impresi¨®n de que asistimos a un di¨¢logo de sordos en el que est¨¢n en juego prestigios y pruritos de uno y otro lado, por encima de las verdaderas necesidades del pa¨ªs, es inevitable. Y la cuesti¨®n esencial no es tener oto?os calientes ni fr¨ªos, sino restaurar el consenso que ha facilitado en los ¨²ltimos a?os el crecimiento econ¨®mico y el aumento del bienestar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.