Hacia el desastre
Los toros de Puerto de San Lorenzo pegaban tumbos, igual los titulares que el sobrero; un segundo sobrero apareci¨® mocho total de un pit¨®n y nada cat¨®lico de otro; el tercer sobrero estaba como amodorrado y acab¨® por tumbarse al final de la lidia. Los seis ejemplares que se lidiaron ten¨ªan boyant¨ªa escasa y mansedumbre mucha. El desastre se ve¨ªa venir.El desastre se ve¨ªa venir, no ya en esa desagradable, desapacible, intolerable corrida de ayer, sino toda la temporada y a¨²n otras varias atr¨¢s. El taurinismo, sobre la base de modificar los valores esenciales de la fiesta, ha conseguido inventar otra nueva que acabar¨¢ echando al p¨²blico de las plazas. Los toros que eligen -o que manipulan- est¨¢n en contradicci¨®n flagrante con lo que debe ser el toro de lidia verdadero, aquel para cuyo dominio se configur¨® toda una tauromaquia, riqu¨ªsima en advertencias y preceptos, sabia en c¨¢nones sobre los que se estructura la belleza del toreo.
Puerto / V¨¢zquez, Dom¨ªnguez, Vargas
Cinco toros de Puerto de San Lorenzo (3?, sobrero), con gran trap¨ªo, inv¨¢lidos, mansos; 4? sobrero de Carmen Ord¨®?ez, con trap¨ªo, descastado, en sustituci¨®n de otro sobrero de Santamar¨ªa, mocho. Curro V¨¢zquez: estocada (ovaci¨®n y salida a los medios); pinchazo leve y se acuesta el toro (silencio). Roberto Dom¨ªnguez: estocada ladeada (ovaci¨®n y salida al tercio); bajonazo (ovaci¨®n y tambi¨¦n pitos cuando saluda). Pepe Luis Vargas: dos pinchazos muy bajos, otro hondo atravesado, dos pinchazos baj¨ªsimos y estocada corta escandalosamente baja (silencio); pinchazo perdiendo la muleta y estocada corta muy baja (silencio). Plaza de Las Ventas, 2 de octubre. Tercera corrida de la feria de oto?o.
Los toros que eligen -o que manipulan- a las dos carreras que dan por el ruedo cambian el temperamento, parecen transmutados en especie distinta, y m¨¢s quisieran tumbarse a dormir que embestir. Parte del p¨²blico, ayer, gritaba "?Ha habido droga!" y no se sabe si ser¨¢ cierto porque los responsables del ministerio del Interior ni se molestan en averiguarlo. Los responsables del ministerio del Interior, que tienen encomendada la correcta aplicaci¨®n del reglamento y la vigilancia del fraude en la fiesta, hacen dejaci¨®n de funciones y el espect¨¢culo taurino discurre al aire que quieren los taurinos, de acuerdo con sus veleidades o sus particulares intereses.
"?Ha habido droga!", gritaba parte del p¨²blico, y la autoridad m¨¢xima del festejo, que presid¨ªa desde el palco aquel desastre, no se dio por enterada. Ni se le ocurri¨® ordenar que enviaran a an¨¢lisis de laboratorio las v¨ªsceras de los toros cuyo err¨¢tico deambular por la arena suscitaban sospechas, tanto aquellos que tuvieron un vergonzante reintegro al corral como los muertos a estoque.
En estas condiciones, la fiesta de toros en Madrid y en toda Espa?a, con rar¨ªsimas excepciones, contin¨²a siendo un coto cerrado donde unos cuantos taurinos profesionales trajinan a su antojo ganado, diestros, ferias, dineros, y todo ese oscuro tejemaneje que se produce en los entrebastidores del espect¨¢culo antes de que aparezcan los toreros por el port¨®n de cuadrillas y las reses por el chiquero.
Tambi¨¦n hubo gritos descalificadores para Chopera, el empresario, responsable directo del desastre que se ve¨ªa venir -y en muchos pasajes de la corrida vino-, pero la Comunidad de Madrid ya le ha renovado contrato para que explote la plaza la temporada pr¨®xima -m¨¢s las que seguir¨¢n, al tiempo-, y con el contrato en el bolsillo, Chopera se llama andana. Porque si embolsarse millones y dominar la fiesta le cuesta oir cuatro gritos destemplados, por ¨¦l, que griten: el precio es de saldo.
Adem¨¢s tiene su mejor defensa en los representantes para asuntos taurinos de la propia Comunidad, quienes dicen creer que, entre los empresarios conocidos, Chopera es el n¨²mero uno. Si fuera cierto, c¨®mo ser¨ªa el n¨²mero dos. Y quiz¨¢ se trate, en efecto, el n¨²mero uno, tampoco es posible saberlo. Los mismos cargos de la Comunidad impiden que los restantes empresarios tengan la m¨¢s m¨ªnima opci¨®n a demostrar que la plaza monumental de Las Ventas -la primera del mundo; esa s¨ª, ah¨ª todos conformes- puede administrarse con mayor bien para ganaderos, toreros y afici¨®n. Y, mientras tanto, la fiesta de toros en Madrid y el p¨²blico madrile?o han de sufrir injustamente las consecuencias de esta arbitrariedad.
Un toro de casta
Entre lo que sali¨® por los chiqueros ayer, hubo un primer toro de casta al que Curro V¨¢zquez instrument¨® en los medios unos torer¨ªsimos ayudados por alto y unos espl¨¦ndidos redondos con cite a distancia, dej¨¢ndose ver y cargando impecablemente la suerte. En los naturales templ¨® poco, el toro se le fue arriba y agu¨® la faena. Al cuarto, que era el amodorrado, le dio derechazos a favor de querencia y no pudo haber m¨¢s.
El segundo se quedaba corto, y Roberto Dom¨ªnguez a¨²n acentu¨® el defecto, pues le ahogaba la embestida. Cuaj¨® el espada vallisoletano unos merit¨ªsimos ayudados de a?ejo sabor, alg¨²n redondo con fino trazo, y acab¨® resobando al animal, sin permitirle el menor respiro. Castig¨® por bajo Dom¨ªnguez la bronquedad del quinto, seg¨²n proced¨ªa, si bien se excedi¨® en la precipitaci¨®n del macheteo, que result¨® embarullado. Macheteo recet¨® tambi¨¦n Pepe Luis Vargas a los de su lote, dos marrajos de sentido, tras intentar torearlos desde la exquisitez sevillana, naturalmente sin ¨¦xito.
Los tres diestros terminaron con bien, y se celebra. Curro V¨¢zquez, Roberto Dom¨ªnguez y Pepe Luis Vargas, que tienen casta torera y oficio, no se dejaron avasallar por una corrida que parec¨ªa planteada para llevarlos al desastre. Y eso fue, acaso, lo ¨²nico positivo en la desagradable, desapacible, intolerable funci¨®n.
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