Una mansada impropia de Zaragoza

?NGEL CEBRI?N, ENVIADO ESPECIAL, La mansada descastada y terciada que ayer soltaron en Zaragoza no era digna de una plaza reci¨¦n entoldada y menos de una afici¨®n que responde con llenos diarios. Pensar¨¢ la empresa que tanta tecnolog¨ªa por las alturas distrae al p¨²blico de cuanto acontece en la arena y para este respetable magn¨¢nimo suelta por chiqueros las birrias de las dehesas. Alg¨²n d¨ªa el gent¨ªo se hartar¨¢ y acabar¨¢n temblando los tensores de la nueva carpa y malo ser¨¢ que esta carpa se tambalee.

A los toros de Jos¨¦ Ortega les sobr¨® mansedumbre; como viene siendo norma tambi¨¦n, alguno luc¨ªa estramb¨®tico los cuartos traseros en recelosos contoneos de invalidez, pero para ¨¦sto andan los presidentes de Zaragoza oteando el firmamento con disimulo. Salir el inv¨¢lido de turno y ver las miradas del palco puestas en el nuevo toldo, todo es uno. Y abajo la afici¨®n ben¨¦vola con m¨¢s nervios que el cuello de un loco. Ya pueden gritar y hacerse notar que una vez picado, aqu¨ª, el toro, la plaza parece una tumba y la empresa encantad¨ªsima. ?sto es jauja.

Cuando sali¨® el sexto, toro de la jota, anovillado y afeitado con descaro, la afici¨®n animaba entusiasmada a Ra¨²l Zorita, joven matador de la tierra, futura esperanza y hacedor de un toreo fino y de estilo as¨ª le sean propicias las reses en suerte. Su torito de ayer, el depilado de cuerna, le sirvi¨® justo y deleit¨® al paisanaje desde las ver¨®nicas de recibo hasta la estocada y descabello final, pasando por un par de series de derechazos lentos de ejecuci¨®n y acompasados con la cintura. Con el prob¨®n tercero se dobl¨® en pases de castigo y citando en corto extrajo muletazos aislados y aguant¨® arreones.

Los otros compromisos, cuantos tengan en esta plaza Curro V¨¢zquez y Julio Robles, llevan impl¨ªcita la trayectoria de la experiencia y parecen serles de tr¨¢mite tardes anodinas como los dos tuvieron ayer. S¨ª le va de un alamar a Robles exponer el tipo serrano ante la descastada mansedumbre de los Ortega, por eso el p¨²blico de la plaza que dirige su apoderado, le pit¨® por partida doble.

A Curro V¨¢zquez, que brind¨® su segundo a uno de los empresarios del coso, le llamaron "pelota" y despu¨¦s "bailar¨ªn" por dudar al toro por el pit¨®n izquierdo. Sin embargo, una serie de derechazos tuvo calidad y tambi¨¦n el p¨²blico se lo reconoci¨®. Ante la descompuesta embestida calamocheante del inv¨¢lido primero abrevi¨® con pulcritud.