Bush, en cabeza
EL SEGUNDO y ¨²ltimo debate entre Bush y Dukakis ante la televisi¨®n no ha hecho sino aumentar la ventaja del vicepresidente. Con ser esto importante, lo es tambi¨¦n el hecho de que, en Los ?ngeles como en Winston-Salem hace tres semanas, los candidatos han expuesto pol¨ªticas netamente diferenciadas ante una serie de opciones fundamentales. Sin desconocer otros aspectos que influyen en la campa?a, a los electores se les ha dado la posibilidad, no s¨®lo de valorar las dotes de los contrincantes ante las c¨¢maras, sino de conocer las orientaciones concretas que, seg¨²n triunfe uno u otro, determinar¨¢n la pol¨ªtica de EE UU en los pr¨®ximos a?os.Entre las propuestas de Dukakis de recortes selectivos de los gastos de defensa y la posici¨®n de Bush de proseguir los proyectos armamentistas de Reagan hay una diferencia neta, y los ciudadanos deber¨¢n elegir. Aunque los temas de pol¨ªtica exterior desempe?an un papel secundario, el debate ha dejado muy clara la oposici¨®n entre un Bush que culpa al Congreso de haber abandonado a los "luchadores de la libertad" en Nicaragua y la propuesta de Dukakis de reorientar la pol¨ªtica de EE UU en Centroam¨¦rica partiendo de un di¨¢logo con los l¨ªderes de esa regi¨®n partidarios de soluciones de paz. En cuestiones que afectan a la vida personal, al tipo de sociedad, los candidatos han presentado asimismo alternativas di¨¢fanas: a favor o en contra de la pena de muerte, del aborto, del rezo en las escuelas. El triunfo de Bush acrecentar¨ªa en la sociedad de EE UU los rasgos retr¨®grados, incluso en temas en los que Reagan no ha podido realizar sus deseos.
El avance de Bush en los sondeos se debe en gran parte a un cambio producido en la opini¨®n durante el ¨²ltimo a?o: el prestigio de Reagan, despu¨¦s del bache
que sufri¨® como consecuencia del Irangate, se ha recuperado considerablemente. Mientras Dukakis explica sus proyectos con argumentos -aunque est¨¦n bien construidos-, Bush tiene la ventaja de poder apoyarse en algo que ya existe: es el continuador de la "paz y prosperidad" de Reagan. Con toda probabilidad, lo que decidir¨¢ la elecci¨®n del 8 de noviembre es que, a pesar de los tremendos d¨¦ficit, presupuestario y comercial -una grave hipoteca para el futuro-, la situaci¨®n econ¨®mica para el grueso de los ciudadanos no es mala: hay trabajo, la inflaci¨®n es baja, los impuestos han disminuido y Bush los mantendr¨¢ as¨ª. La tendencia al continuismo prevalece sobre la del cambio.
En esta situaci¨®n, Bush ha tomado la ofensiva poniendo en entredicho el patriotismo de su contrincante acus¨¢ndole de "liberal" e "izquierdista". No es f¨¢cil entender por qu¨¦ Dukakis se coloca en una actitud defensiva, renunciando incluso a muchos de los argumentos que podr¨ªa utilizar contra Bush por su conducta en el caso del Irangate. Por otro lado, el candidato dem¨®crata ha anulado de hecho la presencia de Jessie Jackson en la campa?a, lo que pone en peligro el apoyo de los sectores m¨¢s da?ados por la pol¨ªtica de Reagan. Parece como si Dukakis, quiz¨¢ por un complejo no superado de "h?jo de emigrado", temiese atacar de frente los males de un reaganismo que, en muchos aspectos, poco tiene que ver con las mejores tradiciones de EE UU.
Otra gran inc¨®gnita que la televisi¨®n deb¨ªa descubrir era la de la "capacidad de liderazgo" de los candidatos. En este aspecto, ni Bush ni Dukakis dan la talla. En la historia de EE UU, no pocos presidentes han,sido median¨ªas. La confrontaci¨®n televisiva, ¨²til para comparar diversas pol¨ªticas, puede, en cambio, confundir sobre los m¨¦ritos reales para ser presidente. La verdadera capacidad de liderazgo se demuestra en el ejercicio del poder y es un secreto que s¨®lo el futuro revelar¨¢.
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