Problemas del sistema de sucesi¨®n
Los cataclismos pol¨ªticos en Mosc¨² suceden con la rapidez de las tormentas. Un rel¨¢mpago ilumina un paisaje a menudo l¨®brego. Pero el significado de las figuras congeladas en el fugaz cuadro est¨¢ lejos de resultar evidente. El observador tiene que separar lo familiar de lo nuevo y, adem¨¢s, tiene que intentar comprender el verdadero significado de lo que es nuevo.La rapidez y la satisfacci¨®n con la que pr¨¢cticamente todos los l¨ªderes pol¨ªticos occidentales acogieron la llegada de Gorbachov a la presidencia reflejan hasta qu¨¦ punto el l¨ªder sovi¨¦tico ha hipnotizado a las democracias occidentales. Parec¨ªa que todo el mundo daba por sentado que cualquier cosa que fortaleciera a Gorbachov ayudaba a la causa de la paz. Pero a m¨ª me parece que una lecci¨®n m¨¢s veros¨ªmil que hay que aprender de las maniobras del Kremlin es que ninguna persona ajena al mismo tiene la m¨ªnima posibilidad de desentra?ar las oscuras maquinaciones por las que el poder cambia dentro del Politbur¨®, y a¨²n menos se puede ejercer influencia sobre ¨¦l. Despu¨¦s de todo, ni siquiera los que han perdido en la lucha por el poder parecen haberse percatado de que eso les iba a suceder. Y lo que es m¨¢s, otro imprevisible cambio de direcci¨®n podr¨ªa afectar al personal que dirige la pol¨ªtica exterior del Kremlin. Cualquier pol¨ªtica que se base en una sola personalidad sovi¨¦tica est¨¢ construida sobre arena. Las relaciones Este-Oeste tienen que estar basadas en las realidades m¨¢s esenciales de fines o intereses nacionales.
En cierto modo, lo que ha ocurrido en Mosc¨², por supuesto, resulta bastante familiar. De Stalin a Breznev, todos los secretarios generales del partido comunista han comenzado su mandato depurando a los hombres que les encumbraron. A pesar de los tres a?os de glasnost y perestroika no ha cambiado el ambiente de reserva y sigilo ni los procedimientos empleados tipo golpe de Estado. Tampoco ha cambiado la brutalidad con la que se ha apartado de la escena a los perdedores.
Feudalismo
Despu¨¦s de 70 a?os en el poder, el sistema sovi¨¦tico no ha adquirido a¨²n un m¨¦todo de sucesi¨®n leg¨ªtima en la c¨²spide. Un presidente norteamericano, una vez que ha sido elegido y que ha jurado su cargo, inmediatamente se encuentra al frente de su Administraci¨®n. El secretario general del partido comunista no est¨¢ seguro hasta que no ha rechazado p¨²blicamente a su antecesor y ha reemplazado a los hombres nombrados por el antiguo r¨¦gimen por hombres leales a su persona Sucede as¨ª porque el sistema sovi¨¦tico se parece m¨¢s a la forma de gobierno de los sistemas feudales de la Edad Media que a una corporaci¨®n actual o Estado nacional. Depende de una compleja serie de acuerdos en la que el compromiso personal es mucho m¨¢s importante que las estructuras legales. Todo secretario general entrante (cualquiera que sea su programa pol¨ªtico) comienza su mandato intentando destruir los lazos entre el mandatario saliente y sus seguidores.
Lo que es una novedad con respecto al cataclismo de Gorbachov no es el ataque a los barones bur¨®cratas que le fueron legados, puesto que ha ocurrido en cada una de las sucesiones desde 1924. Lo que es nuevo es que Gorbachov se ha embarcado en un programa de cambios que aparentemente hace que no est¨¦ seguro de la lealtad ni tan siquiera de sus mismos partidarios. Por esta raz¨®n parece que aspira a conseguir una estructura de gobierno que le permita ser esencialmente independiente y que le libre de los tenues controles y equilibrios pol¨ªticos que quedan en la sociedad comunista.
Y Gorbachov tiene un buen motivo para justificar esta aprensi¨®n. Su contribuci¨®n m¨¢s significativa es su reconocimiento de que la econom¨ªa sovi¨¦tica, si contin¨²a con el mismo esquema de los ¨²ltimos 70 a?os, est¨¢ condenada a ser a comienzos del pr¨®ximo siglo la m¨¢s desarrollada de las econom¨ªas de los pa¨ªses subdesarrollados. Una gran cantidad de comisiones, ministerios y comit¨¦s desempe?an el papel del mercado de las sociedades capitalistas. Este laberinto escapa a todo control racional e incluso a cualquier supervisi¨®n. Pero al partido comunista le resulta c¨®modo este laberinto, ya que la manipulaci¨®n es su base fundamental. De ah¨ª la paradoja: un Estado moderno no puede ser gobernado con la planificaci¨®n centralizada sovi¨¦tica. Pero sin un sistema de planificaci¨®n centralizada, el partido comunista ser¨ªa irrelevante.
Sin embargo, cualquier sistema de reformar la econom¨ªa tropieza con los intereses creados y con las prerrogativas defendidas para s¨ª por el mismo grupo que concede legitimidad en una sociedad comunista. De ah¨ª la segunda paradoja: si quiere reformar la econom¨ªa, Gorbachov tiene que debilitar el mismo instrumento del que deriva su poder y al que ha dedicado su carrera como funcionario.
Gorbachov ha ideado una f¨®rmula ingeniosa para evitar la suerte de Jruschov, el ¨²ltimo reformador sovi¨¦tico que super¨® su primer reto en el 1 a?o 1957 a¨²n m¨¢s decididamente que Gorbachov, pero se desmoron¨® siete a?os m¨¢s tarde, cuando comenz¨® a tratar de modificar la estructura del partido. Gorbachoy ha tomado posesi¨®n de la presidencia, que ha sido hasta ahora principalmente un cargo sin poderes reales (tal como hizo Breznev antes que ¨¦l), pero ha propuesto que se d¨¦ a dicho cargo poderes ejecutivos sin precedentes, similares a los de un presidente norteamericano. De esta manera, el Politbur¨® perder¨ªa gran parte del control de estas funciones. Si logra llevar estas ideas a su conclusi¨®n l¨®gica (y las reiter¨® ante e comit¨¦ central en la reuni¨®n en la que Gromiko fue sustituido) Gorbachov habr¨ªa obtenido una concentraci¨®n formal de poder, en t¨¦rminos constitucionales, que exceder¨ªa incluso la que estableci¨® Stalin. La glasnost y la perestroika, sea cual fuere la finalidad que alcancen, habr¨¢n sido testigo de una acumulaci¨®n de poder personal que no tiene precedentes en la historia de la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Ir m¨¢s all¨¢
Sin embargo, la cuesti¨®n que se plantea a los pa¨ªses occidentales es hasta qu¨¦ punto su pol¨ªtica deber¨ªa encadenarse a las supuestas virtudes de un l¨ªder sovi¨¦tico por muy poderoso y atractivo que sea. Si Gorbachov es el ¨²nico que puede traer la paz, resulta que no hay una base objetiva para la paz. Mi opini¨®n es que la pol¨ªtica occidental deber¨ªa liberarse al m¨¢ximo de la dependencia de una sola personalidad, porque la prueba para las relaciones Este-Oeste es la pol¨ªtica exterior sovi¨¦tica, no la pol¨ªtica interna de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, y Occidente debe tener un s¨®lido programa propio que vaya m¨¢s all¨¢ de ayudar a Gorbachov.
Para empezar, la reforma econ¨®mica de una sociedad comunista es sumamente dif¨ªcil. El mayor progreso que se ha hecho en ese sentido hasta el momento lo ha realizado China, que es un pa¨ªs culturalmente homog¨¦neo, que tiene una tradici¨®n emprendedora, restos prerrevolucionarios de un sistema empresarial, el modelo de Hong Kong, Taiwan y Singapur, y el modelo del papel desempe?ado por los emigrantes chinos.
De hecho, hasta el momento todas las complejas maniobras pol¨ªticas de las distintas reorganizaciones del Kremlin han tenido que ver con el reparto de poder, pero no con los fines que se persiguen tras dicho reparto. La violenta transici¨®n de una econom¨ªa estalinista a una econom¨ªa de mercado ni siquiera ha comenzado. Puesto que todos los precios de la Uni¨®n Sovi¨¦tica son artificiales, nadie sabe real mente lo que son los costes Pero, adem¨¢s, la reforma de los precios supone la supresi¨®n de subvenciones, que a su vez provoca un aumento sustancial de los precios y la p¨¦rdida de la seguridad en el empleo al quebrar las empresas que no son eficaces.
As¨ª pues, lo que es seguro es que los conservadores volver¨¢n a la lucha, proyect¨¢ndose a s¨ª mismos como los defensores de lo p¨²blico frente a la inflaci¨®n y el desempleo.
Otros aspectos de la perestroika padecen ambig¨¹edades similares. Por ejemplo:
- Los dilemas de la centralizaci¨®n sovi¨¦tica a¨²n aguardan un programa concreto. La centralizaci¨®n trae consigo estancamiento, pero la descentralizaci¨®n corre el riesgo de que se produzca un aumento del nacionalismo en las distintas rep¨²blicas de que se compone el imperio sovi¨¦tico.
- La estructura gubernamental de Gorbachov puede parecer m¨¢s impresionante en la teor¨ªa que en la pr¨¢ctica. Un secretario general es ungido como la encarnaci¨®n de la necesidad hist¨®rica, mientras que un presidente norteamericano recibe la sanci¨®n del voto popular.
Incluso la reorganizaci¨®n del Comit¨¦ Central del Partido Comunista de la URSS es ambigua. La consolidaci¨®n de unos 20 departamentos en seis comisiones podr¨ªa a¨²n presentar un desaf¨ªo real al secretario general, especialmente porque dos de estas comisiones est¨¢n encabezadas por hombres (Yegor Ligachov y Victor Chebrikov) que se supone son cr¨ªticos con respecto a los objetivos de Gorbachov.
Por lo que respecta a la glasnost a¨²n no est¨¢ claro si esa transparencia es un fin en s¨ª misma o un medio para que Gorbachov alcance poder personal. En el camino a la preeminencia, Gorbachov ha fomentado algunas manifestaciones de descontento p¨²blico (especialmente entre los intelectuales de Mosc¨²) para presionar a una burocracia recalciltrante. Pero las cosas no seguir¨¢n necesariamente as¨ª una vez que el poder personal de Gorbachov se haya consolidado.
Ret¨®rica moderada
Si la perestroika y la glasnost no son soluciones que resuelvan autom¨¢ticamente los problemas de coexistencia, hay incluso m¨¢s razones para desconfiar de la pol¨ªtica exterior sovi¨¦tica. A pesar de su ret¨®rica moderada e incluso sentimental, la pol¨ªtica exterior sovi¨¦tica ha pretendido osada mente reducir la influencia norte americana en Eurasia y separar a Europa, especialmente a la Rep¨²blica Federal de Alemania de Estados Unidos. Jap¨®n y China son dos pa¨ªses esencialmente inmunes a los llamamientos sentimentales, que algunas veces si funcionan en Europa.
La ofensiva psicol¨®gica de Gorbachov ha tenido m¨¢s ¨¦xito en Europa, especialmente en la Re p¨²blica Federal de Alemania. Pero la pregunta sigue ah¨ª: ?hasta qu¨¦ punto es permanente? El campo natural de actividad para una pol¨ªtica de Alemania Occidental m¨¢s aut¨®noma es la Europa del Este, y por tanto, resucitar la rivalidad hist¨®rica entre los teutones y los eslavos. Lo que es m¨¢s, la ret¨® rica de la transparencia, el ya cita do dilema de la perestroika y la posible retirada de las tropas sovi¨¦ticas de Europa central como parte del control de armamento son razones m¨¢s que probables para que se refuercen a¨²n m¨¢s las tendencias centr¨ªfugas dentro de la Europa del Este que dentro de la Alianza Atl¨¢ntica. Al final podr¨ªa resultar que el punto en cuesti¨®n fuera la estabilidad de la Europa del Este. Hasta ahora, lo que Gorbachov ha conseguido no es tanto la desintegraci¨®n de la Alianza Atl¨¢ntica como la reapertura de la cuesti¨®n del futuro de la Europa del Este. L¨®gicamente, deber¨ªa haber una oportunidad considerable de negociar una aut¨¦ntica reducci¨®n de tensiones. La Uni¨®n Sovi¨¦tica se enfrenta no s¨®lo a problemas interiores, sino tambi¨¦n a la realidad de que centros de poder que est¨¢n apareciendo (Europa, Jap¨®n, India) se encuentran en sus fronteras o cerca de ¨¦stas. Una pol¨ªtica agresiva es probable que uniese a todas estas naciones en su contra. Y sin embargo, no se puede trazar una trayectoria m¨¢s tranquila simplemente con la frase ayudar a Gorbachov. El popular eslogan de que Occidente deber¨ªa ayudar a Gorbachov es un eslogan vac¨ªo y una renuncia a seguir una pol¨ªtica concreta.
Copyright Los Angeles Time Syndicate.
Traducci¨®n de A. Navarro.
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