Un ca¨®tico fin de fiesta
La conferencia de prensa con que concluy¨® en Punta del Este (Uruguay) la segunda reuni¨®n de presidentes del mecanismo permanente de consulta y concertaci¨®n pol¨ªtica fue tan ca¨®tica que resulta dif¨ªcil decidir qu¨¦ fue peor: las preguntas, las respuestas o los fallos de megafon¨ªa.
Desde un principio fall¨® la megafon¨ªa en el polideportIvo de una escuela de segunda ense?anza que sirvi¨® de escenario de las reuniones. Muchas veces no se o¨ªan las preguntas o las respuestas, pero s¨ª unos ruidos infernales que pon¨ªan a prueba los t¨ªmpanos y nervios de los presentes. En la sala, cientos de espectadores se convirtieron en clac y aplaud¨ªan las respuestas como si se tratase de un encuentro Pe?arol contra Nacional. No era raro ver entre las gradas a la esposa o el hijo de alguno de los mandatarios que aplaud¨ªa las intervenciones del marido o padre.
En medio de este caos, los periodistas rivalizaron con los presidentes en una pugna que se sald¨® con empate. No se puede determinar si las respuestas presidenciales fueron peores que las preguntas period¨ªsticas. Los siete presidentes afrontaron 15 preguntas, dos cada uno, menos el brasile?o Jos¨¦ Sarney, que respondi¨® a tres, como ¨¦l mismo dijo, "en portu?ol, que es idioma de la integraci¨®n latinoamericana".
La reuni¨®n de Punta del Este fue la ¨²ltima del Grupo de los Ocho en la que participaron De la Madrid y el presidente venezolano, Jaime LusInchi, que ya no asistir¨¢n a la tercera, en Per¨², por haber entregado antes el poder a sus sucesores. A la pregunta de si los futuros presidentes del grupo respetar¨¢n los acuerdos tomados, el argentino Ra¨²l Alfons¨ªn dio la respuesta m¨¢s breve de las 15: "No tengo ninguna duda de que respetar¨¢n los acuerdos".
El presidente argentino corri¨® el m¨¢ximo peligro durante la reuni¨®n cuando estuvo a punto de recibir un sablazo, y no en sentido figurado. Al salir de una de las sesiones de trabajo, el oficial del cuerpo militar hist¨®rico llamado Los Blandengues de Artigas se retras¨® al gritar el presenten armas y Alfons¨ªn, que se hab¨ªa lanzado hacia la salida, vio c¨®mo un sable pasaba a escasa distancia de su cara.
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