Una matrona para la Casa Blanca
Una matrona de car¨¢cter, con el pelo completamente blanco, sustituye a la lujosa figura de porcelana, la ex actriz Nancy Reagan, como primera dama de Estados Unidos. Barbara Bush, ama de casa, madre y abuela orgullosa de serlo, tiene poco o nada que ver con la reina Nancy que ha sido, con su car¨¢cter imperioso y entrometido, una importante influencia pol¨ªtica en una Casa Blanca en la que su titular ha estado sobre todo de oyente.Barbara Pierce, de soltera, bajo su apariencia de anciana encantadora, no lo es tanto. S¨®lo tiene 63 a?os, pero su pelo encaneci¨® prematuramente y nunca ha querido te?¨ªrselo. Es sin embargo una mujer de fuerte car¨¢cter y firmes convicciones. Pero no se cree que manipule en la casa Blanca como lo ha hecho Nancy. Tampoco se gu¨ªa por la astrolog¨ªa como la se?ora Reagan, ni comparte su desmedido apetito por los modelos de alta costura, que toma prestados y no devuelve.
M¨¢s bien se espera que Barbara Bush sea una primera dama en el estilo familiar de Bess Truman o Mammie Eisenhower. As¨ª como Nancy ha adoptado como cruzada la lucha contra la droga, Barbara Bush enarbolar¨¢ la bandera de la guerra contra el analfabetismo, en la que lleva ya varios a?os. "Todo lo que me preocupa ir¨ªa mucho mejor si la gente supiera leer, escribir y comprender".
Encarna el tipo de mujer fuerte de la Biblia, inmolada en el altar del hogar y de la familia. Hace punto y le apasiona la jardiner¨ªa. Barbara, nacida en el seno de una familia millonaria -su padre era propietario de la editorial McCall- en el condado de Westchester, el Puerta de Hierro de Nueva York, se cas¨® con el primer hombre que la bes¨®, el joven piloto George Bush. una mujer dedicada a sus labores, que muestra con orgullo una familia de cinco hijos y 10 nietos. Perdi¨® a una ni?a de tres a?os, Robin, v¨ªctima de la leucemia. Barbara, Barb para George, ha hecho una carrera de la defensa de su marido, a menudo apasionada como cuando llam¨® p¨²blicamente "bruja" a Geraldine Ferraro en las elecciones de 1984.
"Mi hijo", le gusta contar, "dijo una vez en una entrevista que cualquiera de los chicos se lanzar¨ªa encima de una granada por su padre. Yo estoy en la misma categor¨ªa. Creemos que es maravilloso". Barbara asegura incluso que George -a quien ha ayudado en la campa?a, aunque sin un papel tan activo como Kitty Dukakis- "es muy carism¨¢tico".
Abogada de todo tipo de causas caritativas, anfitriona perfecta, ha seguido siempre al globbetrotter de su marido en los m¨²ltiples destinos de su carrera.
George ha dicho que B arbara est¨¢ preparada, desde el primer d¨ªa, para ser first lady. Ella afirma que le gustar¨ªa encontrar un t¨¦rmino medio entre el activismo de Rosalyn Carter -la magnolia de hierro que se sentaba en los consejos de ministros- y el estilo menos abiertamente pol¨ªtico, pero muy influyente y protector, de Nancy Reagan. "Yo no me meto en la oficina de George", ha dicho, "ni ¨¦l en la m¨ªa".
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