Palabras con piel
Escritores y editores se lanzan en Espa?a a la publicaci¨®n de literatura er¨®tica
PEDRO SORELA El cuento La discreta pecadora o ejemplo de doncellas recogidas, de Paloma D¨ªaz-Mas, narra la historia de una moza a quien se le trastorna el cerebro por la lectura de vidas de santas, y que, para encaminar los designios de la Providencia, decide ponerse a s¨ª misma en la v¨ªa del pecado con el objeto de encontrar martirio y ganar el cielo cuanto antes. Pero como ya le ocurriera al Quijote, las cosas no suceden como dicen los libros y no hay forma de que nadie le ayude a perderse.
Esta narraci¨®n (Cuentos er¨®ticos, Grijalbo, 1988), podr¨ªa suponer por distintas razones un modelo de la propuesta de literatura er¨®tica que florece en Espa?a, si bien, seg¨²n varias opiniones, ello se deba m¨¢s a estrategias editoriales que a un reverdecimiento de la sensibilidad social. Principalmente, el que se escribe de un tiempo a esta parte en Espa?a es un erotismo suave, que se mira a s¨ª mismo con iron¨ªa, y a menudo lleva consigo una carga cultista.
La novela de D¨ªaz-Mas, madrile?a de 34 a?os, es un negativo de varias convenciones de la literatura del siglo de Oro, pero ella comenta que "al autor lo que menos le importa es que el lector se d¨¦ cuenta de los procedimientos narrativos, lo que quiere es que el lector se crea la historia". Creerse la historia no es f¨¢cil, en erotismo. Es un g¨¦nero muy antiguo, lastrado por las convenciones que ha ido creando la tradici¨®n y, en castellano, agobiado por siglos de una cultura que, en este terreno, siempre se ha desarrollado en blanco y negro.
Contenci¨®n
En ello las opiniones son un¨¢nimes: "En la contenci¨®n es donde est¨¢ la belleza literaria", dice Javier Garc¨ªa S¨¢nchez, barcelon¨¦s de 33 a?os, autor de ?ltima carta de amor de Carolina von G¨¹nderrode a Bettina Brentano (Montesinos, 1986). Y Cristina Peri-Rossi: "El erotismo busca conmover al lector, provocar sus fantas¨ªas. Lo pornogr¨¢fico, en cambio, reduce la imaginaci¨®n".
Uruguaya de 47 a?os, residente en Espa?a desde 1972, autora de Solitario de amor (Grijalbo, 1988) y de un primer poemario, Evoh¨¦, 1971, cuyo subt¨ªtulo es Poemas er¨®ticos, Peri-Rossi formula con nitidez lo que otros ya han insinuado: el castellano ha sido siempre muy pobre para el lenguaje del erotismo. Los t¨¦rminos de que dispone son o cient¨ªficos o escatol¨®gicos. La tercera v¨ªa cae casi de inmediato en la cursiler¨ªa.
En ello coincide el granadino Antonio Mu?oz Molina, de 32 a?os, premio Nacional y de la Cr¨ªtica con El invierno en Lisboa (Seix Barral): "la narrativa er¨®tica tiene un enorme problema verbal y cae con facilidad en la violencia pornogr¨¢fica. Qu¨¦ vas a decir: '?el pene?', '?el falo?' Es insoportable". Y propone: en este tipo de narrativa lo principal es la elipsis: no mencionarlo. Autor de una dura historia sobre un actor de espect¨¢culo porno que se enamora de su compa?era de gimnasia (antolog¨ªa de Grijalbo), Mu?oz Molina no utiliza en ella terminolog¨ªa sexual alguna.
Mas no es f¨¢cil distinguir qu¨¦ significa contenci¨®n. Garc¨ªa S¨¢nchez, cuya voluminosa obra incluye relatos para revistas tipo Play boy, cuenta que se sent¨® a escribir ?ltima carta de amor... -libro en el que no hay una palabra fuera de tono- con la intenci¨®n de que fuera extremadamente er¨®tico. Cuando termin¨® un primer borrador resultaba en exceso intelectual y tuvo que introducir algunas escenas de erotismo suave para que la pasi¨®n fuera veros¨ªmil. Aunque tiene relatos en principio m¨¢s fuertes, hoy considera que ah¨ª se encuentran las escenas de m¨¢s alta temperatura que ha escrito.
La mujer y el ni?o
Crear met¨¢foras, dicen, pero ?qu¨¦ tipo de met¨¢foras? Mario Vargas Llosa echa mano de un motivo muy antiguo, el del ni?o y la mujer (que en este caso es la esposa de su padre), en el permanente gui?o sobre el g¨¦nero que es Elogio de la madrastra (La sonrisa vertical, 1988). Esa es la novela er¨®tica de ¨¦xito en Espa?a: la historia de una relaci¨®n ni siquiera incestuosa, pues s¨®lo son parientes a efectos civiles, entre una mujer plet¨®rica y el consabido querub¨ªn que bajo mirada ang¨¦lica esconde la perversi¨®n de una extremada sinceridad.
La met¨¢fora por excelencia de nuestro tiempo es la que une erotismo con literatura. Cualquier literatura. Viene de Freud que, si se acepta la simplificaci¨®n, situ¨® la fuente de ambas en la l¨ªbido. Cristina Peri-Rossi parece haber pensado bastante en ello. "La escritura es una actividad sensorial", dice. "La relaci¨®n del escritor con el lenguaje es la misma que la del erotismo con el cuerpo. Las palabras tienen color, peso, tacto..."
"En cierto modo el psicoan¨¢lisis es la gran novela de este siglo", dice Peri-Rossi, y cita a la psicoanalista Julia Kristeva, para quien "el hombre est¨¢ vivo s¨®lo si se psicoanaliza, est¨¢ enamorado o escribe un libro". Y explica: lo que une a las tres actividades es el deseo.
La escritora est¨¢ convaleciente a¨²n de su novela Solitario de amor, que la mantuvo secuestra da como una relaci¨®n amorosa. Era la primera vez que escrib¨ªa en primera persona, los personajes llegaron a sustituir a los de la realidad y, cuando termin¨®, dice, "mi ¨²nico deseo era volver a escribir esa misma novela, sin un s¨®lo cambio. Es decir, estaba enamorada".
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