Occidente debe tener cuidado con la ret¨®rica de la 'casa com¨²n'
En medio de una transici¨®n presidencial, el secretario general Mijail Gorbachov visita Estados Unidos, aparentemente para tomar la palabra en la ONU, pero en realidad para impulsar a la nueva Administraci¨®n a comprometerse precipitadamente antes de que haya tenido la oportunidad de llevar a cabo una evaluaci¨®n seria. El presidente electo, George Bush, ha mostrado una feliz cautela, indicando que escuchar¨¢ pero no negociar¨¢. Porque cualesquiera que sean las intenciones a largo plazo de Gorbachov, no interesa a las democracias occidentales ni tampoco realmente a la URSS tratar los problemas relacionados con la paz entre las presiones de las relaciones p¨²blicas. El desaf¨ªo ¨²ltimo es la negociaci¨®n de los acuerdos de seguridad y una relaci¨®n pol¨ªtica que fundamente la paz sobre una reconocida reciprocidad de intereses, con independencia de qui¨¦n gobierne en cada pa¨ªs.Existen ya los cimientos para la paz en esos t¨¦rminos pero han sido oscurecidos por el extraordinario ¨¦xito de la campa?a publicitaria, marcadamente vac¨ªa, de Gorbachov, lo que parad¨®jicamente puede producir, junto con el control de los armamentos, una importante crisis pol¨ªtica en la situaci¨®n de Europa del tipo de la que produjo la I Guerra Mundial.
La pol¨ªtica sovi¨¦tica bajo Gorbachov presenta las siguientes proposiciones:
a) Gorbachov se encuentra ante graves retos internos y Occidente tiene derecho a contribuir a superarlos.
b) La buena voluntad sovi¨¦tica queda demostrada por el consentimiento para controlar las armas nucleares.
c) Al control de las armas nucleares seguir¨¢n las negociaciones para el control de las armas convencionales, teni¨¦ndose en cuenta las asimetr¨ªas existentes.
d) En Europa debe surgir una nueva estructura: una casa europea desde el Atl¨¢ntico a los Urales, que llevar¨¢ a una nueva era de las relaciones internacionales. Har¨¢ innecesaria la cooperaci¨®n militar franco-germana y la modernizaci¨®n de las armas nucleares de corto alcance.
El grado en que estas proposiciones han prendido sin ser puestas en tela de juicio -especialmente en la RFA- marca un ¨¦xito asombroso para la pol¨ªtica sovi¨¦tica en unos momentos de m¨¢xima debilidad del Kremlin.
El flujo de cr¨¦ditos bancarios occidentales que se ofrecen a Mosc¨² sin condiciones pol¨ªticas refleja la premisa no sometida a examen de que una Uni¨®n Sovi¨¦tica econ¨®micamente fuerte convertir¨¢ autom¨¢ticamente a Mosc¨² en un poder benigno y resolver¨¢ as¨ª los problemas de seguridad de Occidente. Pero la propuesta de moda de que Occidente debe ayudar a Gorbachov constituye una evasi¨®n, no una pol¨ªtica. Nosotros no entendemos lo suficientemente bien los arcanos de la pol¨ªtica del Kremlin como para saber qu¨¦ tipo de ayuda necesita o cu¨¢les ser¨ªan las consecuencias de tal ayuda. A menos que las reformas de Gorbachov conduzcan a una dr¨¢stica reducci¨®n del poder militar sovi¨¦tico y a cambios en la conducta hist¨®rica de la URSS, los cr¨¦ditos occidentales constituyen una forma de subsidio encubierto a la amenaza para la seguridad de Occidente.
Las negociaciones para el control del armamento tampoco han modificado hasta ahora la amenaza militar. Se han centrado en las armas nucleares, especialmente en la reducci¨®n de la capacidad de EE UU para tomar represalias desde suelo europeo. Hasta cierto punto, esto debilita el v¨ªnculo entre la defensa nuclear de EE UU y Europa y la credibilidad de la fuerza de disuasi¨®n nuclear.
Por supuesto, se habla de hacer hincapi¨¦ en las defensas convencionales; se ponen grandes esperanzas en las reducciones asim¨¦tricas de armas convencionales, en las que cada parte reducir¨ªa aqu¨¦llas en las que tiene superioridad. Pero los europeos no creen en la disuasi¨®n mediante armas convencionales, y ning¨²n pa¨ªs perteneciente a la OTAN est¨¢ preparado para el enorme incremento de gasto que exigir¨ªa un serio esfuerzo defensivo con tales armas.
Dos componentes
Cuando todas las f¨®rmulas inteligentes sobre las reducciones asim¨¦tricas est¨¢n dichas y hechas, cualquier plan significativo tiene dos componentes: la Uni¨®n Sovi¨¦tica debe reducir sus fuerzas en la Europa central hasta un nivel desde el que ya no pueda amenazar a la Europa occidental; y tienen que existir estipulaciones absolutas, verificables, y de obligado cumplimiento contra una recobrada presencia de tropas sovi¨¦ticas en los pa¨ªses del Este. Pero fuerzas demasiado d¨¦biles para atacar Occidente perder¨¢n tambi¨¦n buena parte de su capacidad para reprimir levantamientos en la Europa del Este. Y las prohibiciones de una nueva presencia sovi¨¦tica en estos pa¨ªses significar¨ªan el fin de la doctrina Breznev. No obstante, los imperios no se desintegran sin convulsiones. A falta de un di¨¢logo pol¨ªtico, ambas partes est¨¢n entrando -en nombre de la paz y del control de armamentos- en una crisis europea cl¨¢sica del tipo de la que produjo la I Guerra Mundial.
Por desgracia, la OTAN responde a esos retos mediante el debate del problema secundario de la modernizaci¨®n de las armas nucleares de corto alcance estacionadas en la RFA. La propuesta de impulsar la modernizaci¨®n mientras que las armas de largo alcance est¨¢n siendo retiradas de Europa con arreglo al Tratado INF estimula inconscientemente los argumentos de que Estados Unidos trata de perfeccionar las armas cuya especial caracter¨ªstica es su capacidad para devastar Alemania.
Una alianza cuya doctrina militar est¨¢ siendo erosionada, y que se encuentra dividida sobre las alternativas, es vulnerable ante los esl¨®ganes escapistas. El m¨¢s pernicioso de ¨¦stos es el de casa com¨²n europea, expuesto por vez primera en la obra Perestroika de Gorbachov y repetido sin descanso desde entonces por los portavoces sovi¨¦ticos. Se supone que la casa europea que se extendiera desde los Urales al Atl¨¢ntico reunificar¨ªa Europa y proporcionar¨ªa una alternativa a los acuerdos pol¨ªticos y militares actualmente existentes y a cualquier intento de mejorarlos.
Parcial y absurdo
Ning¨²n l¨ªder occidental ha tenido hasta ahora el valor de se?alar la parcialidad e incluso lo absurdo de tal idea. En primer lugar, esa Europa excluye a Estados Unidos -la fuente de la seguridad europea-. ?Y qu¨¦ se quiere decir exactamente con una Europa desde los Urales hasta el Atl¨¢ntico? ?Qu¨¦ pasa con la parte de la URSS -casi dos tercios del pa¨ªs- que se extiende desde los Urales hasta el Pac¨ªfico? ?Pretender¨¢ la Uni¨®n Sovi¨¦tica una casa para la zona al otro lado de los Urales de manera que esas dos casas combinadas aseguren la hegemon¨ªa sovi¨¦tica en Eurasia? Cualquier casa europea as¨ª definida incluir¨ªa a toda la Uni¨®n Sovi¨¦tica y excluir¨ªa a EE UU.
La consecuencia pr¨¢ctica ser¨ªa la preponderancia sovi¨¦tica en Europa. Durante los per¨ªodos de tensi¨®n interna en la URSS, Europa es invitada a pagar su tributo para ayudar a evitar peores consecuencias. Si las reformas sovi¨¦ticas tuvieran ¨¦xito, Europa llegar¨ªa a ser consciente de su impotencia a medida que la OTAN pasara gradualmente a ser s¨®lo un vestigio.
Por supuesto, existen teor¨ªas refinadas que arguyen que Mosc¨² crecer¨¢ tan dependiente de Europa que nunca podr¨ªa correr el riesgo de enajen¨¢rsela. Pero ?qu¨¦ pa¨ªs europeo una vez atrapado en el comercio sovi¨¦tico y las sonrisas de Mosc¨² se atrever¨ªa a poner en peligro esos v¨ªnculos a un alto coste interno? Los peri¨®dicos sovi¨¦ticos te¨®ricos no tienen ninguna duda a ese respecto. Argumentan que una vez que la imagen de una URSS hostil haya sido destruida, la pol¨ªtica exterior estadounidense de la posguerra se desintegrar¨¢ y EE UU ser¨¢ expulsado de Eurasia. Pero esos ¨¦xitos t¨¢cticos para la Uni¨®n Sovi¨¦tica podr¨ªan f¨¢cilmente convertirse en victorias p¨ªrricas. Porque lo que ¨¦sta ve como un debilitamiento de la influencia de EE UU en la OTAN es probable que a la larga reabra la cuesti¨®n del futuro de la Europa del Este.
Es cierto que la Uni¨®n Sovi¨¦tica ha tenido ¨¦xito al despertar la nostalgia alemana por un papel en el Este. Otras naciones europeas, especialmente Francia, tratando de evitar que Alemania recorra sola ese camino, parecen hacer de los subsidios a la econom¨ªa sovi¨¦tica un objetivo principal de la Comunidad Europea. Pero estas tendencias, combinadas con los efectos secundarios de la perestroika, est¨¢n relajando el control sovi¨¦tico en la Europa del Este. Una Alemania Occidental m¨¢s aut¨®noma es la respuesta operativa a la preeminencia sovi¨¦tica en la Europa del Este, por muy amablemente que est¨¦ formulada esa pol¨ªtica; todos los objetivos incumplidos de Alemania est¨¢n, despu¨¦s de todo, en el Este.
El desaf¨ªo para Occidente es ir m¨¢s all¨¢ del control de los armamentos como un juego de n¨²meros. Debe relacionar -al menos conceptualmente- el control de las armas nucleares con el de las convencionales y el control de ¨¦stas con una visi¨®n del futuro pol¨ªtico de Europa.
Esperar pasivamente la desintegraci¨®n del imperio sovi¨¦tico o su transformaci¨®n autom¨¢tica en algo de lo que no existe precedente alguno en 400 a?os de historia rusa no es una pol¨ªtica.
Qu¨¦ se entiende por paz
Occidente necesita un concepto de lo que entiende por paz. Espec¨ªficamente, debe aceptar con resoluci¨®n el desaf¨ªo de una casa europea, pero redefinirlo en un concepto que cree un futuro nuevo y m¨¢s seguro para Europa y para el mundo. Estas deben ser sus componentes:
a) Desde el punto de vista pol¨ªtico, una casa europea no puede extenderse desde los Urales al Atl¨¢ntico. Tiene que incluir a la URSS y a EE UU o excluir a ambos.
b) Una Europa pol¨ªtica as¨ª definida se extender¨ªa desde la frontera polaco-sovi¨¦tica hasta el Atl¨¢ntico. La doctrina Breznev ser¨ªa abandonada. La Uni¨®n Sovi¨¦tica tendr¨ªa derecho a las tradicionales garant¨ªas de seguridad, pero no podr¨ªa identificar la seguridad con la imposici¨®n en la Europa del Este de reg¨ªmenes impopulares e inestables.
c) En una Europa as¨ª, las alianzas existentes podr¨ªan permanecer, pero las fuerzas de ambos lados ser¨ªan fuertemente reducidas mediante acuerdo.
d) Una casa europea as¨ª concebida exigir¨ªa r¨¢pidos progresos hacia la integraci¨®n de Europa occidental como el n¨²cleo de una nueva construcci¨®n europea.
e) Los Estados de la Europa del Este tendr¨ªan derecho a ser miembros asociados de la Comunidad Europea, pero no -durante un per¨ªodo convenido- de su pol¨ªtica de acuerdos.
f) Al mismo tiempo, dado que la OTAN y el Pacto de Varsovia seguir¨ªan existiendo, los acuerdos de seguridad comprender¨ªan un ¨¢rea m¨¢s amplia que la casa pol¨ªtica europea.
Un esquema ilustrativo para poner en pr¨¢ctica los principios de seguridad ser¨ªa crear cuatro zonas en el ¨¢rea cubierta por los dos pactos militares: el oeste del Rin; desde el Rin al Elba; desde el Elba a la frontera polaco-sovi¨¦tica, y desde esta frontera hasta m¨¢s all¨¢ de Mosc¨². Las fuerzas situadas en las zonas extremas (oeste del Rin y frontera polaco-sovi¨¦tica hasta m¨¢s all¨¢ de Mosc¨²) ser¨ªan aproximadamente iguales.
Antes o despu¨¦s, un planteamiento de este tipo tendr¨¢ que introducir la cuesti¨®n de s¨ª el objetivo de las relaciones Este-Oeste es estar en paz y no el bienestar psicol¨®gico a corto plazo. ?sta es, en realidad, la oportunidad hist¨®rica de la Administraci¨®n Bush.
Traducci¨®n: Carmen Ruiz de Elvira.
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