El Bar?a volvio a pagar el precio de su ambici¨®n
El Barcelona, como ya le ocurri¨® en Madrid, pag¨® en Bilbao el precio de su ambici¨®n, un costo muy poco oneroso para un equipo que tiene todas las trazas de las grandes escuadras. La derrota, la segunda en el campeonato, no le aparta ni un mil¨ªmetro de la pugna por el t¨ªtulo. Por el contrario, las secuelas de su paso por la catedral ser¨¢n extraordinariamente beneficiosas para un equipo que ha instalado el miedo en los adversarios y ha devuelto toda la pasi¨®n al f¨²tbol. El inventario tambi¨¦n tiene un hueco para el Athl¨¦tic, que logr¨® su primera victoria en 10 partidos. Su triunfo se asent¨® sobre las viejas virtudes rojiblancas: velocidad, sencillez y decisi¨®n.La grandeza del equipo de Cruyff se advierte en todos los conceptos b¨¢sicos del juego y, sobre todo, en los errores. Las fisuras del Barca est¨¢n provocadas por el riesgo y su obstinaci¨®n ofensiva. El Barcelona cautiv¨® a una hinchada exigente con un f¨²tbol de gran altura, pero cay¨® v¨ªctima de las concesiones que hizo al Athl¨¦tic. El equipo bilba¨ªno encontr¨® espacios y pocos hombres en la retaguardia azu1grana. Por lo dem¨¢s, ning¨²n equipo est¨¢ a salvo de la bota izquierda de Argote.
El extremo izquierdo camina hacia el final de su carrera, pero la magia de su pierna es perenne. Bast¨® observarlo en el primer gol. Argote se hizo con el bal¨®n y traz¨® una jugada cl¨¢sica de extremo izquierdo. Un giro, un quiebro al defensa y un poco de fortuna en el remate.
Nada especial. El universo del f¨²tbol est¨¢ sembrado de extremos de esta especie. Lo que sucedi¨® despu¨¦s es casi ¨²nico, una obra digna de los artistas Argote levant¨® la vista y toc¨® la pelota. Sali¨® un nuevo regalo de cuero que encontr¨® la cabeza de Uralde. All¨ª comenz¨® la traca de un partido apasionante, intenso, de desgaste.
El Barcelona replic¨® inmediatamente. Julio Salinas, linchado moralmente tras su marcha del Athl¨¦tic, acaudill¨® la reacci¨®n azulgrana con una fant¨¢stica exhibici¨®n por la banda derecha. Su altura y su espinazo de hierro le impiden conectar con los puristas de la c¨¢tedra, pero su tobillo es de goma. Urtubi no le pudo detener en toda la primera parte y fracas¨® en la internada de Salinas que concluy¨® Bakero.
El partido gan¨® a¨²n m¨¢s en intensidad. Bakero y Roberto se alternaban en el centro de la delantera y forzaban los errores de la defensa bilba¨ªna. Por la izquierda, Beguirist¨¢in abri¨® una v¨ªa que estuvo muy cerca de hundir al Athl¨¦tic. Sus internadas y sus siguientes env¨ªos provocaban toda suerte de dificultades en el ¨¢rea de Biurrun. Sin embargo, la vocaci¨®n ofensiva del Bar?a conduc¨ªa a la desmembraci¨®n de su defensa. En una de las fallas defensivas, Argote lanz¨® con ventaja a Mendiguren, un jugador revoltoso con botas de clase, al que le falta velocidad de crucero. La defensa azulgrana rest¨® metros al peque?o delantero vasco, que se vio obligado a rematar forzado. El remate, muy flojo, se adivinaba f¨¢cil para Zubizarreta, pero el cancerbero cometi¨® el error de la temporada. El bal¨®n se le escurri¨® y lleg¨® a la red.
El goIpe de fortuna tuvo su r¨¦plica, cmenzado el segundo tiempo. Ferreira se empe?¨® en fallar un bal¨®n franco, con Salinas a su espalda. Demasiadas ventaja, para El Largo, que se encontr¨® con el bal¨®n y sac¨® fruto de su facilidad para manejarse entre una marea de piernas. De nuevo, el empate y la sensaci¨®n general de la tremenda eficacia del Bar?a.
Sorprendentemente, el equipo de CruyfF no apuntill¨® a un Athl¨¦tic devaluado an¨¦micamente. El poder f¨ªsico comenzaba a rebajarse por las dos partes. Se entrevi¨® entonces que alguna acci¨®n aislada podr¨ªa sentenciar el partido. As¨ª sucedi¨® en el tercer gol bilba¨ªno, una magn¨ªfica jugada de car¨¢cter colectivo que cerr¨® Mendigurei con un trallazo sorprendente. La hinchada estaba rendida ante su equipo y angustiada por la tenacidad del Bar?a. Cruyff quiso a?adir m¨¢s potencia de juego con Valverde. Pero las fuerzas estaban muy mermadas y los minutos corrieron en contra del Barcelona.
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