La mirada libre

Esta divertida e inventiva comedia canadiense toma su t¨ªtulo prestado de un poema de T. S Eliot en el que el poeta expresa sus dudas, convencido de que Ias sirenas no le cantan a ¨¦l", que se siente "At time, indeed, almost ridiculous, / almost, at time, the fool" ("a veces casi rid¨ªculo,/ a veces casi un buf¨®n") La protagonista, Polly, interpre tada por una actriz famosa por The litile shop of horrors, es una mujer so?adora e insegura de s¨ª misma, que no cree poseer ni po tencial creativo alguno ni el menor atractivo sexual. Pero su cu riosidad, sus ganas de mirarlo todo -y fotografiarlo-, har¨¢n que al final se libere.?sta es la primera pel¨ªcula lar ga de Patricia Rozema, ex estudiante de arte y sin apenas ninguna experiencia previa como profesional del cine. Eso es algo que se nota, a veces a trav¨¦s de soluciones elementales pero eficaces, como la que sirve para simular el vuelo supermanesco de Polly que una gran parte de los cineastas contempor¨¢neos rechazar¨ªa porque su simplicidad amateur no se preocupa por el efecto de "impresi¨®n de realidad". En otros momentos esta falta de rodaje y rodajes se traduce en errores de duraci¨®n de determinados planos, en especial algunos insertos, y en una ingenuidad, pr¨®xiina a la de Polly, respecto a las capacidades de camuflaje que proporcionan la luz y un banco de madera en el espacio desnudo de una galer¨ªade arte.

Fve heard the mermaids singing cuenta con la complicidad del espectador, que, por su propia condici¨®n de mir¨®n, ha de comprender los problemas de Polly dentro de la f¨¢bula. La mirada de Polly, que busca la belleza o los sentidos ocultos de lo cotidiano, se siente acomplejada ante la logomaquia de Gabrielle y de sus amigos cr¨ªticos de arte.

Y, en este sentido, la pel¨ªcula es algo injusta, puesto que se permite una ridiculizaci¨®n de cualquier discurso sobre el arte, yendo m¨¢s all¨¢ de la iron¨ªa e instal¨¢ndose en la parodia, algo que luego va en detrimento del personaje de Gabrielle, que, cuando expresa su temor a haber pasado por el mundo sin haber creado nunca nada que la sobreviva, suena tan falso como cuando se refiere al entusiasmo neoyorquino por "el pragmatismo oblicuo" que impregna la obra de un pintor.

Es una cuesti¨®n de matiz, pero cualquier trabajo creativo depende de los matices, y es una l¨¢stima que la sensible e inteligente Rozema a veces lo olvide y prefiera el trazo grueso.