Los viejos tab¨²es tambi¨¦n mueren

Al anunciar contra todo pron¨®stico la decisi¨®n norteamericana de abrir un "di¨¢logo sustancial" con la OLP, George Shultz ha puesto fin espectacularmente a la cuarentena diplom¨¢tica impuesta a la organizaci¨®n palestina por Henry Kissinger hace 13 a?os. El fin de este largo ostracismo es de un alcance considerable. Ha hecho saltar el mayor cerrojo psicol¨®gico que imped¨ªa al Gobierno norteamericano interpretar su papel de padrino en toda negociaci¨®n ¨¢rabe-israel¨ª. Representa un ¨¦xito para Yasir Arafat, que ve recompensada de la formam¨¢s espectacular su "ofensiva de paz". Obliga a la clase pol¨ªtica israel¨ª a un doloroso examen de conciencia. Las perspectivas de Jerusal¨¦n y Washington no coinciden en la actitud hacia la OLP. El aislamiento diplom¨¢tico del Estado jud¨ªo es a¨²n m¨¢s flagrante. Y toda la pol¨ªtica adoptada por Israel con respecto a los palestinos desde los acuerdos de Camp David ha sufrido un golpe fatal por parte de Washington. Por m¨¢s que Shultz repitiera el pasado mi¨¦rcoles la hostilidad de su pa¨ªs a la idea misma de un Estado palestino, sabe que ¨¦sa es la raz¨®n de ser de la OLP. El giro americano no significa el fin de la alianza entre EE UU y su aliado m¨¢s seguro en Oriente Pr¨®ximo. Demasiados intereses unen a los dos pa¨ªses para que se espere verlos puestos en duda. Washington lo ha probado una vez m¨¢s al oponerse a una resoluci¨®n de la ONU que condenaba el reciente ataque israel¨ª a L¨ªbano. 15 de diciembre