Un gran paso
LA DIPLOMACIA norteamericana se ha despojado de una onerosa limitaci¨®n que le imped¨ªa negociar el futuro de Oriente Pr¨®ximo, al establecer conversaciones directas con la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina. Estados Unidos, atado de pies y manos hasta ver reducido en ocasiones a la futilidad su papel de mediador entre ¨¢rabes e israel¨ªes, ha recuperado con ello una libertad de maniobra que no conoc¨ªa desde la guerra de 1967, cuando vincul¨® sus perspectivas diplom¨¢ticas a un virtual derecho de veto del Estado de Israel.Por ello no es exagerado afirmar que una nueva ¨¦poca puede comenzar en la gran batalla por el futuro de la zona, si la apertura norteamericana se produce asumiendo todas las consecuencias de sus propios actos. Tambi¨¦n hay que subrayar el contraste entre lo que ya se puede calificar de ¨²ltimo acto de la Administraci¨®n saliente de Reagan: la reciente negativa de visado a Yasir Arafat para hablar en el foro de las Naciones Unidas de Nueva York, compendio casi teatral, por lo extempor¨¢neo, de una cerraz¨®n diplom¨¢tica ante el problema, y lo que se adivina como primer acto diplom¨¢tico significativo de la Administraci¨®n entrante de Bush al entablar conversaciones con los l¨ªderes del movimiento palestino.
La decisi¨®n norteamericana no s¨®lo es importante porque restablece en su posici¨®n de intermediario privilegiado a Washington, sino porque llena el vac¨ªo de respuestas israel¨ªes a la oferta de Arafat de reconocer el derecho de Israel a existir. Un reconocimiento que por el momento s¨®lo es una declaraci¨®n de intenciones, en la medida en que nadie puede entablar relaciones con aquel que no le reconoce a uno mismo; la mano tendida del l¨ªder palestino no podr¨¢ ser m¨¢s que un gesto hasta que Israel asuma a la OLP.
Estados Unidos suple al menos parcialmente la incapacidad del Gobierno de Isaac Shamir de mirar de cara a la realidad, y permite con ello ganar un tiempo precioso para que se opere un replanteamiento de las opciones israel¨ªes. Las elecciones legislativas del 1 de noviembre pasado establecieron en Israel un mapa parlamentario poco claro, pero no radicalmente contrario a una visi¨®n de paz. Aunque el Partido Laborista de Sim¨®n Peres apenas mantuvo sus esca?os, la coalici¨®n derechista de Shamir no mejor¨® en absoluto posiciones, produci¨¦ndose una emergencia de partidos menores, en su mayor¨ªa religiosos, que configuran una c¨¢mara casi en situaci¨®n de tablas, pero no impracticable en la contemplaci¨®n de iniciativas exteriores. Paralelamente, la actitud norteamericana parece que habr¨¢ de influir decisivamente no s¨®lo en la formaci¨®n de un Gobierno de coalici¨®n laborismo-Likud, sino, lo que es m¨¢s significativo, en la determinaci¨®n del peso que la izquierda tenga en ese futuro Gabinete. Por ello, un hombre como Sim¨®n Peres, a quien su nueva derrota electoral pod¨ªa dar casi como liquidado, parece recibir una pr¨®rroga en su vida pol¨ªtica con la actitud de Washington, de quien se dibuja por el momento como el interlocutor m¨¢s cualificado.
Sin embargo, s¨®lo Israel puede dar el paso decisivo hacia la paz, y por ello ser¨ªa prematuro ver algo m¨¢s que una significativa autoliberaci¨®n diplom¨¢tica .en la actitud de Washington; pero los nuevos hechos sobre el tapete equivalen por s¨ª solos al desbloqueo de una situaci¨®n improrrogable. A partir de ah¨ª cabe especular con la reanudaci¨®n de la pol¨ªtica del paso a paso, acreditada en los a?os setenta por el entonces secretario de Estado Henry Kissinger, para tentar las posibilidades de una aut¨¦ntica paz en Oriente Pr¨®ximo. Una paz hacia la cual los palestinos acaban de dar un salto decisivo.
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