?nico e inimitable
De acontecimiento debe calificarse este evento. Raphael lleg¨® al Palau de la M¨²sica dispuesto a demostrar que sigue siendo inimitable: el ¨²nico Rap,hael de los cinco continentes. Una especie en v¨ªas de extinci¨®n de la que para bien o para mal, s¨®lo queda un ejemplar, aunque, eso s¨ª, debidamente protegido por alg¨²n nuevo Icona de los buenos sentimientos y la moral de Occidente.Y como Raphael se sabe protegido, puede permitirse el lujo de saltarse a la torera incluso la misma moral moralizante con estigmas de pasado imborrable que le ampara. Y mostrarse desde el primer segundo totalmente desinhibido, procaz y provocador con su m¨ªmica, su gesticulaci¨®n, sus posturitas, su desmadrado y ostentoso amaneramiento, y sus pasos de baile y sus constantes caminatas de pavo real a lo largo y ancho del escenario con aires de gran reina de las bambalinas. Raphael es un showman como la copa de un pino, un actor exquisito que interpreta a la perfecci¨®n el papel de Raphael, con un cierto distanciamiento y buenas dosis de morbosidad, poni¨¦ndole todo el c¨ªnismo necesario como para re¨ªrse a mand¨ªbula batiente de su propia imagen.
Recital de Raphael
Barcelona, Palau de la M¨²sica, 15 de diciembre, y Madrid, Alcal¨¢ Palace, 17 y 18 de diciembre.
Una a una desfilaron las canciones de siempre, las que su p¨²blico esperaba con ansia no reprimida, y tras cada una de ellas el escenario se llen¨® con los cientosde claveles rojos que, previsoramente la organizaci¨®n obsequiaba a la entrada. Y Raphael, usando y abusando de todos sus tics y demostrando que ¨¦l, como m¨ªnimo, tiene todo un vozarr¨®n, aunque sus canciones bordeen siempre la frontera de un cierto mal gusto demasiado asimilado y popularizado. No faltaron los detalles entra?ables, como cantar en una jerga cercana al catal¨¢n El peque?o tamborilero o estrenar una canci¨®n de Pedro Ruiz dedicada casualmente, a Barcelona. Y tambi¨¦n su colecci¨®n de ponchos de colores para cantarle a Suram¨¦rica "pero en andaluz".
Un dise?o de luces tan delicadamente hortera como la ocasi¨®n requer¨ªa, una orquesta eficaz, unos aparatosos coros norteamericanos y unas m¨ªnimas puntualizaciones bailadas por La Chunga completaron un show m¨¢s apto para un cabar¨¦ de lujo que para una sala de conciertos, pero efectivo de principio a final.
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