El acuerdo posible
GOBIERNO Y sindicatos se han dado por fin la mano despu¨¦s de la dura agarrada del 14 de diciembre. Que esta nueva ronda de contactos sea el preludio de una negociaci¨®n provechosa para el conjunto de la sociedad depende no s¨®lo de la simple voluntad de dialogar de las dos partes en conflicto, como si este talante fuera la piedra talism¨¢n capaz de abrir todas las puertas cerradas en el pasado. Adem¨¢s de la disposici¨®n a sentarse alrededor de una mesa, es imprescindible que los interlocutores acudan a ella con la intenci¨®n real de llegar a acuerdos. No otra cosa es negociar. Para ello es urgente que se clarifique cuanto antes el contenido exacto y las reglas del juego de lo que se quiere consensuar.Tras cuatro horas de reuni¨®n el lunes entre el presidente del Gobierno y los secretarios generales de UGT y CC OO, la nebulosa no se ha despejado. No existe siquiera una coincidencia b¨¢sica a prop¨®sito de las cifras sobre las que se tiene que discutir -un trabajo que podr¨ªa muy bien realizar una comisi¨®n de expertos aceptada por ambas partes- y se mantienen, al menos por parte del Ejecutivo, enormes reticencias -basadas en la experiencia inmediata- sobre la viabilidad de la metodolog¨ªa a seguir.
El encuentro de la Moncloa retrotrae e", problema a la primavera pasada, y ser¨¢n necesarios algo m¨¢s que gestos -Imprescindibles en el primer momento- para que la negociaci¨®n iniciada no concluya con la desilusi¨®n absoluta, como en anteriores intentos. No es un buen s¨ªntoma del clima de confianza que debe presidir unas conversaciones de este g¨¦nero el que los interlocutores hayan iniciado su parlamento delante de una grabadora. Como tampoco parece un punto de partida ¨®ptimo el que las centrales sindicales marginen la presencia de la patronal en una eventual negociaci¨®n sobre el empleo juvenil o las declaraciones fuera de lugar y gratuitamente beligerantes efectuadas por el presidente de la CEOE despu¨¦s de su entrevista con el presidente del Gobierno.
Tras la convulsi¨®n pol¨ªtica posterior al 14 de diciembre, los ciudadanos no comprender¨ªan que alguno de los interlocutores, o todos a la vez, boicoteasen el contenido de la concertaci¨®n social o intentasen simplemente ganar tiempo para mejorar posiciones en una carrera distinta de la que se ha corrido hasta ahora. Y entre los objetivos de ella no se encontraba, desde luego, los de adelantar las elecciones legislativas, ni los de derribar al Gobierno o cambiar, a su presidente, ni los de desmoralizar al pa¨ªs. La tentaci¨®n de algunos estrategas del Ejecutivo de aprovechar la supuesta obstinaci¨®n de los sindicatos para dejar que la negociaci¨®n se pudra, y llegar as¨ª cargados de raz¨®n a unos comicios adelantados, supondr¨ªa ignorar el enorme caudal de tensi¨®n laboral que vendr¨¢ a a?adirse al ya existente cu¨¢ndo, en enero, comience la negociaci¨®n salarial en las empresas. Tensar la cuerda m¨¢s de lo conveniente en estos momentos ser¨ªa correr riesgos de consecuencias tal vez irreparables para la econom¨ªa espa?ola. Por lo mismo, los sindicatos errar¨ªan si esperan reforzarse en la presi¨®n acumulativa de esas mismas negociaciones salariales, porque una pol¨ªtica permanente de confrontaci¨®n, cuyos efectos m¨¢s impopulares son directamente padecidos por los ciudadanos, acabar¨ªa abortando su acercamiento al conjunto de la sociedad, logrado el 14-D.
Sin embargo, antes de someter a los interlocutores a un proceso sobre sus intenciones, es preciso atenerse a lo que han expresado p¨²blicamente y hacer un nuevo acto de fe. Y por ambas partes ha quedado de manifiesto el deseo de seguir dialogando. Los m¨¢rgenes de discusi¨®n sobre las demandas de los sindicatos son estrechos, pero existen, y s¨®lo de la voluntad pol¨ªtica de los agentes depende aprovecharlos al m¨¢ximo. El anuncio del presidente del Gobierno de poner en marcha en un futuro pr¨®ximo el Consejo Econ¨®mico y Social es una medida que apunta hacia este objetivo. Un fracaso en el proceso de consenso social de aqu¨ª al final de la legislatura deslegitimar¨ªa por igual a unos y a otros, sin que, y esto es un problema a?adido, se vea claramente qui¨¦n o qui¨¦nes ser¨ªan sus beneficiarlos. Por ello sigue siendo imprescindible una concertaci¨®n social que no desconcierte, como hasta ahora.
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