Liberado de la sombra de Reagan
Un 'nuevo' Bush se apresta a tomar la Casa Blanca el pr¨®ximo viernes con un Gabinete pragm¨¢tico
El presidente argentino, Ra¨²l Alfons¨ªn, pas¨® recientemente por Washington y qued¨® sorprendido de la competencia y el dominio de la problem¨¢tica latinoamericana de Bush durante la entrevista, de una hora de duraci¨®n, que mantuvieron los dos pol¨ªticos. Ya no es el dudoso Bush, el vicepresidente mudo en la Casa Blanca, el vac¨ªo n¨²mero dos, siempre "s¨ª, se?or", al que llegaron a calificar de "perro faldero" de Reagan. El ¨¦xito y el poder han provocado una incre¨ªble transformaci¨®n del presidente electo, al que se presenta como el nuevo Bush.
Un pol¨ªtico peligrosamente menospreciado por la Prensa, que lo etiquet¨® como "pelele ?o?o, hijo de pap¨¢", y por el candidato dem¨®crata, Michael Dukakis, lo que le cost¨® en parte la presidencia, emerge al t¨¦rmino del per¨ªodo de transici¨®n como presidencial, con car¨¢cter. Y, de momento, s¨®lo ha efectuado gestos; el principal, una pol¨ªtica de mano tendida y conciliaci¨®n hacia el Congreso, que dominan los dem¨®cratas. El diagn¨®stico m¨¢s general es que George Herbert Walker Bush, de 64 a?os, proyecta una imagen nueva porque se ha liberado de la sombra de Ronald Reagan.Ocho a?os en los que, astutamente en contra del consejo de muchos listos, Bush actu¨® en un oscuro segundo plano, absolutamente fiel al comandante en jefe, tanto en los ¨¦xitos como en los desastres. Nunca se desmarc¨® del presidente, ni siquiera en los d¨ªas negros del Irangate, y esper¨® a que llegara su momento en una estrategia de 25 a?os de vida p¨²blica perfectamente trazada. Le quedan s¨®lo cinco noches m¨¢s en la casa victoriana del Observatorio Naval, desde la que el viernes se trasladar¨¢ a la Casa Blanca.
Por fin ha llegado la hora freudiana de matar al padre y poner a la leyenda, sobre un caballo, camino del rancho de los Reagan en California. Y Bush est¨¢ disfrutando estos d¨ªas. Se le ve relajado, con sentido del humor y con progresiva confianza, controlando una de las transiciones m¨¢s suaves que se recuerdan. Mientras el pa¨ªs asiste a una interminable despedida nost¨¢lgica de Ronald Reagan -no hay d¨ªa en que no le diga adi¨®s a alguien o a algo-, los Bush preparan su toma f¨ªsica del poder, sin ruido, de una forma muy profesional.
B¨¢rbara, con sus collares de perlas de tres vueltas, bisuter¨ªa de 95 d¨®lares, y su aire de matrona y abuela del juvenil George, est¨¢ destinada a ser una fuerza importante en la nueva presidencia. Completamente distinta a la reina Nancy, pero igual de influyente. Hay quien ya habla de unos Kennedy, pero con 25 a?os m¨¢s. Otra familia rica de la costa Este.
Mucho ni?o por la Casa Blanca, abierta a los hijos y nietos. ?nfasis, probablemente sentido, en la gran familia y visitas peri¨®dicas a la iglesia episcopaliana. Bush ya ha advertido, al contrario de Reagan, que jugaba pol¨ªticamente con la religi¨®n, pero no pis¨® una iglesia en ocho a?os, que la seguridad no le har¨¢ abandonar sus deberes espirituales.
Imagen de persona normal
Los Bush han prometido seguir saliendo a cenar a sus restaurantes preferidos, un chino en las afueras de Washington y cualquiera que ofrezca una buena comida mexicano-tejana. Ha buscado estos d¨ªas proyectar una imagen de persona normal, acudiendo al cine con su balde de palomitas de ma¨ªz y Coca-Cola, o al teatro en el Kennedy Center, o a cenar en restaurantes de tipo medio. Dej¨¢ndose fotografiar mientras pescaba, metido en las olas, en Florida o, desde un peque?o bote, carpas en Alabama, o cazando codornices con su escopeta del 20 en Tejas, Bush ha ofrecido un nuevo estilo.Trata de atenuar su imagen el¨ªtista, y en Kennenbunkport, el pueblo de pescadores de langosta de la costa de Maine donde el nuevo presidente tiene una casa de 25 habitaciones y que se convertir¨¢ en la Casa Blanca de vacaciones, Bush ha salido a comprar personalmente los quesos o alquilar los v¨ªdeos para el fin de semana. Ya se anuncia que las cortezas de cerdo y el juego de las herraduras van a ser los hobbies favoritos del nuevo presidente.
Es un nuevo estilo, m¨¢s gerencial y atento al detalle, menos distante, sin la magia del gran comunicador, pero que quiz¨¢ sea m¨¢s eficaz. Y ya ha comenzado el distanciamiento de la era Reagan, confundiendo a los que apostaban por un reaganismo sin Reagan. No habr¨¢ prisas por un nuevo tratado de armas estrat¨¦gicas con los sovi¨¦ticos, y no se abrazan el entusiasmo y la fe, personales, de Shultz y el anterior presidente por Gorbachov. Nueva pol¨ªtica en preparaci¨®n hacia Nicaragua. Y Bush habla de que ya es hora de que "tengamos una pol¨ªtica antidroga, y de reconocer que la deuda del Tercer Mundo es m¨¢s que un problema t¨¦cnico".
Bush vive una l¨®gica luna de miel que puede, sin embargo, acabar abruptamente cuando, a partir del mediod¨ªa del pr¨®ximo viernes y tras unas fiestas de toma de posesi¨®n, con Julio Iglesias incluido, que durar¨¢n tres d¨ªas y costar¨¢n 25 millones de d¨®lares (unos 2.900 millones de pesetas), se enfrente a la realidad de un legado que no s¨®lo es el milagro americano del que hablaba Reagan. Un d¨¦ficit fiscal de 160.000 millones de d¨®lares o la necesidad de trazar una estrategia para evitar la p¨¦rdida de competetividad en sectores claves estrat¨¦gicos ante Jap¨®n o responder al constante reto de la revoluci¨®n de Mijail Gorbachov.
Hasta ahora, el cambio operado es s¨®lo de personalidad y de estilo, pero Bush, b¨¢sicamente, contin¨²a sin ser probado como l¨ªder. Se desconoce si tiene una estrategia para su presidencia. Es un hombre que no posee un gran concepto estrat¨¦gico, no sabe ad¨®nde quiere ir en todos los temas, pero s¨ª c¨®mo llegar, explicaba a EL PA?S uno de sus m¨¢s importantes asesores en la nueva Casa Blanca. Y la inc¨®gnita no comenzar¨¢ a despejarse hasta el d¨ªa 20. Pero las se?ales que ha enviado hasta ahora son positivas.
Republicanismo tradicional
A la banda de los californianos y los ide¨®logos le sustituye un equipo -concluido el pasado jueves- de personalidades pragm¨¢ticas, centristas, moderadas, m¨¢s preocupadas por la competencia que por las grandes ideas y sin la carga negativa hacia el Gobierno de los reaganistas. El Gabinete elegido por Bush es la vuelta, tras ocho a?os de revoluci¨®n conservadora, del republicanismo tradicional, el establecimiento de la costa este, de Wall Street, alumnos de Harvard, Yale o Princeton.En este sentido se augura una Administraci¨®n cl¨¢sica republicana, muy lejana del populismo de Reagan o incluso de Nixon, y m¨¢s pr¨®xima a Eisenhower o Gerald Ford. Brady, en el Tesoro; Baker, en Estado; Tower, en el Pent¨¢gono; Mosbacher, en Comercio; Scowcroft, como consejero de Seguridad Nacional. Con la excepci¨®n de dos mujeres, y la concesi¨®n a la raza negra, el ministro de Sanidad, y a los hispanos, dos puestos en el Gobierno, los ministros son, seg¨²n el novelista Christopher Buckley, "puramente establishment costa este, buenos, extremadamente blancos, con trajes cl¨¢sicos mal cortados, con cinco cent¨ªmetros de aire muerto entre sus cuellos y las chaquetas".
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