El 'voyeurismo art¨ªstico' de Javier Gurruchaga
"Soy un mir¨®n", asegura el l¨ªder de la Mondrag¨®n
?NGELES GARC?A Javier Gurruchaga tiene 30 a?os y ya ha cumplido 13 en el mundo del espect¨¢culo, con siete discos en el mercado y el octavo en camino, incontables actuaciones en directo y en televisi¨®n, cinco pel¨ªculas rodadas, dos de ellas a punto de estrenarse, y el sue?o de su vida a punto de convertirse en realidad: protagonizar la obra Doctor Jekyll y Mister Hyde, bajo la direcci¨®n de Gonzalo Su¨¢rez.
Desde que en 1978 cre¨® la Orquesta Mondrag¨®n, Javier Gurruchaga ha sabido ser el centro de atenci¨®n permanente del mundo del espect¨¢culo espa?ol. Con un sentido del humor en el que caben todos los registros, su voz grave y una versatilidad que no consiguen apagar las cr¨ªticas menos audaces, Gurruchaga se ha convertido en un artista sobre el que siempre hay que opinar. Odiado por algunos, cuenta con un p¨²blico incondicional -los ni?os le adoran- que si al principio le aplaudieron cuando jugaba con un osito de peluche en el escenario, ahora se r¨ªen a carcajadas con los conciertos de sonoridades fisiol¨®gicas con que cocin¨® la ¨²ltima cena de fin de a?o.Gurruchaga vive desde hace nueve a?os en un piso antiguo alquilado de la calle de la Libertad de Madrid. All¨ª, esparcidos por el suelo y paredes, se api?an sus fetiches mezclados con recuerdos infantiles -la foto de su primera comuni¨®n preside la biblioteca- y cientos de libros y revistas.
El l¨ªder de la Orquesta Mondrag¨®n se encuentra c¨®modo viviendo en Madrid porque es una ciudad que le permite desarrollar su voyeurismo sin el peligro de ser reconocido. "No hay nada que me haga pasarlo peor que el estar mirando a alguien y que ese alguien te reconozca. Es como si los papeles se invirtieran, y te quieres morir. Por culpa de la televisi¨®n, cada vez me reconocen m¨¢s y mi gusto por mirar se ve m¨¢s reprimido".
Hijo ¨²nico de padres mayores -su madre ten¨ªa 39 a?os cuando ¨¦l naci¨®- y de origen humilde -el padre trabajaba en una empresa de transportes, y su madre hac¨ªa de cocinera por horas en casas bien de San Sebasti¨¢n-, Gurruchaga cuenta que su familia quiso siempre que ¨¦l tuviera mejor vida que ellos y que por eso empez¨® de botones en un banco al terminar el bachillerato elemental. "Yo he conocido el San Sebasti¨¢n lujoso por la puerta de servicio.
La primera actuaci¨®n p¨²blica de Gurruchaga ocurri¨® cuando contaba s¨®lo cuatro a?os. Animado por su madre, cant¨® un villancico en euskera, idioma que no domina, por los micr¨®fonos de una emisora local en San Sebasti¨¢n. M¨¢s tarde, ya con 12 a?os, actu¨® como presentador de festivales infantiles en la biblioteca municipal y fue calificado en un diario local como Ia voz m¨¢s joven (le Espa?a". All¨ª, al papel de presentador un¨ªa el de animador, lo que de verdad le ha gustado ser toda su vida, y adem¨¢s de imitar a personajes conocidos del momento y cantar.
Cuando entr¨® a trabajar en el banco, una de las peores etapas de su vida, "porque viv¨ªa en un ambiente fosilizado", Gurruchaga sigui¨® estudiando geograf¨ªa e historia, solfeo y sax¨®fono. "Mis jornadas empezaban a las seis de la ma?ana y terminaban a las doce de la noche".
Ni ligar, ni copas
Fueron unos a?os juveniles en los que Gurruchaga no hac¨ªa lo que otros chicos de su edad. Ni sal¨ªa de copas, ni ligaba. "Pienso que en este tiempo desarroll¨¦ algo que me ocurr¨ªa de ni?o. Si entonces jugaba mucho solo y me divert¨ªa haciendo muecas ante el espejo o meti¨¦ndome en las iglesias, de jovencito segu¨ª igual y, mi timidez se acrecentaba. Es lo me ha hecho algo introvertido, me ha incapacitado para vivir con gente, para compartir".
En el verano de 1976, impactado por el concierto que los Rolling Stones dan en Barcelona, se lanza de lleno al mundo de la m¨²sica. "Con 20 a?os me instal¨¦ en Madrid y contact¨¦ con Eduardo Haro Ibars, con el que inici¨¦ una uni¨®n art¨ªstica muy fruct¨ªfera, ya que ¨¦l se encarg¨® de potenciar mi humor negro". De esta etapa son ya canciones tan famosas como Ponte peluca, Viaje con nosotros, Soy yo tu lobo.
En los escenarios, Gurruchaga soltaba lo que ¨¦l llama sus fantasmas y que su timidez personal le impiden mostrar en su vida cotidiana. Con un humor de chicazo mayor se tiraba a Popocho o iniciaba una canci¨®n con un sonoro eructo. Eso s¨ª, las bromas siempre han ido acompa?adas de actuaciones en las que su voz provocaba las envidias de m¨¢s de un cantante.
?Qu¨¦ le han llamado m¨¢s en sus actuaciones, genio o marrano? "Las dos cosas. A m¨ª me gusta provocar a los bien pensantes Es fascinante lo de ser actor por que puedes pasar de la miseria a lo sublime. E insisto en que mi humor no s¨®lo puede tildarse de escatol¨®gico. Me fascinan Howard Hawks, Lubitsch, Buster Keaton e incluso Doris Day.
En el campo pol¨ªtico, Gurruchaga dice que es tan mir¨®n como en la vida diaria. "Tengo muy claro que pertenezco a la clase trabajadora y que esto m¨ªo es un curro duro por el que hay que luchar d¨ªa a d¨ªa y por el que te est¨¢n esperando para derribarte. Y soy pacifista. Creo que la violencia resuelva nada. Dej¨¦ San Sebasti¨¢n por eso, porque estaba harto del ambiente crispado y de tener que presentar el carn¨¦ de identidad todo el d¨ªa".
Una de sus distracciones favoritas y que ¨¦l suele atribuir a su padre televisivo es la pornograf¨ªa. Las revistas porno no le gustan mucho, pero s¨ª los v¨ªdeos. "Es que es muy dif¨ªcil estimularse. M¨¢s cuando, como en mi caso, no hice de jovencito las cosas que los chavales suelen hacer. Ahora, a punto de cumplir 31, es dif¨ªcil que me erotice, y con algunas de estas pel¨ªculas consigo ponerme a punto".
La historia del Doctor Jekyll y Mister Hyde que Gurruchaga tiene desde hace a?os en su mesilla de noche como sue?o profesional le tiene ahora m¨¢s que contento porque Gonzalo Su¨¢rez trabaja en un proyecto para cine o teatro que protagonizar¨ªa Gurruchaga. "Ser¨¢ algo maravilloso. Como interpretarme a m¨ª mismo".
Cruel como un ni?o
La ¨²ltima cena que Javier Gurruchaga ofreci¨® por la primera cadena de Televisi¨®n Espa?ola antes de que sonaran las 12 campanadas que daban paso a 1989 ha merecido todo tipo de adjetivos muchos de ellos despectivos "Podr¨ªa haber interpretado a Doris Day, algo amable para todo el mundo, pero quer¨ªa lanzar una peque?a bomba f¨¦tida en los 51 minutos de programa"."Mi intenci¨®n era hacer algo subversivo y explosivo contra el alarde de buenas formas que se produce en noches como ¨¦sas. Fue un corte de mangas a los convencionalismos. Me gusta provocar y ser cruel, como los ni?os. A ellos les divierte mucho o¨ªr una sinfon¨ªa de pedos. El hombre es ordinario por naturaleza y tiene estas cosas. En e programa tambi¨¦n hab¨ªa una parte bella, que eran las canciones preciosas de Elton John", comenta. El programa no deja de ser para ¨¦l un espect¨¢culo m¨¢s entre los que ha interpretado a lo largo de toda su carrera.
Nuevo disco
Al margen del proyecto con Gonzalo Su¨¢rez, Gurruchaga ultima estos d¨ªas la edici¨®n de su octavo disco, un elep¨¦ que a¨²n est¨¢ por titular. "Recupero el blues y el rock, algo que por mis actuaciones en televisi¨®n ten¨ªa bastante abandonado y que me apasiona de verdad". Y habla tambi¨¦n muy satisfecho de sus dos ¨²ltimas interpretaciones cinematogr¨¢ficas, una bajo la direcci¨®n de Manuel Iborra, El baile del pato, y la otra con Vicente Aranda. Con este ¨²ltimo representa dos personajes en Si te dicen que ca¨ª, sobre la novela del mismo nombre de Juan Mars¨¦. "Hago de m¨ª mismo: un mir¨®n, e interpreto tambi¨¦n el personaje del padre, un hombre que acaba siendo fusilado por el ej¨¦rcito republicano. Me ha gustado mucho trabajar con Aranda porque tiene un humor tan negro como el m¨ªo, lo que pasa es que ¨¦l es algo m¨¢s callado y no se le ve la cara".
Al actor Gurruchaga le gusta mucho verse en las pel¨ªculas porque es como si reviviera las horas infantiles transcurridas frente a los espejos ensayando una y otra mueca. La diferencia est¨¢ en que entonces s¨®lo se observaba ¨¦l y ahora le pueden ver miles de personas, cosa que satisface a un enamorado de s¨ª mismo como ¨¦l.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.