'Fax'
Dejemos por un instante la pol¨¦mica sobre si en el principio de esto fue el verbo o s¨®lo un ruido muy grande. Lo ¨²nico cierto es que al final del segundo milenio es la escritura. Y eso no era lo prometido. Porque el ¨²nico consenso entre los profetas optimistas y los apocal¨ªpticos de este siglo de nunca acabar estaba en el acta de defunci¨®n de la cultura escrita por culpa de esas cacharrer¨ªas con cables y teclas que amueblan nuestra existencia. Pues fue todo lo contrario. Nos hab¨ªan agorado el regreso a la civilizaci¨®n del tam-tam por el culto a la religi¨®n del bit a bit, pero echo un vistazo a mi alrededor y descubro que todas aquellas m¨¢quinas que inicialmente funcionaban como interruptores de la comunicaci¨®n escrita funcionan ahora mismo como m¨¢quinas de escribir, de leer, de imprimir, de editar, de reproducir, de archivar. Hasta el huracanado ojo del Ente se transforma en p¨¢gina muda si le pellizcas la tecla del videotexto.Faltaba la reconversi¨®n del tel¨¦fono, y ya est¨¢. Porque en eso consiste la gracia del cada d¨ªa m¨¢s popular fax: escribir y leer por tel¨¦fono. Una ingeniosa pr¨®tesis para alfabetizar al gran s¨ªmbolo de la cultura oral. La perversa coladura del ojo y la mano en el ¨²ltimo reducto del boca a oreja. La venganza de Gutenberg contra Edison.
Desde ahora, cuando suena el tel¨¦fono ya no s¨®lo es la voz; tambi¨¦n puede ser la escritura. El pitido delfax es como el silbato del cartero, con la diferencia de que el chisme puede llamar infinitas veces. Y si comunicas demasiado, siempre puedes disculparte de charlar como una cotorra diciendo que s¨®lo escrib¨ªas como el loro de Flaubert.
Todav¨ªa es pronto para conocer los efectos perversos del fax. Lo m¨¢s probable es que la cosa acabe convirti¨¦ndose en otro agujero para que nos metan en casa m¨¢s basura publicitaria. Junk fax, como dicen en el Imperio. No s¨¦. Lo ¨²nico que por el momento me preocupa de esta nueva m¨¢quina de escritura es que no tiene verbo. No le vas a decir a alguien: "Ma?ana nos faxeamos".
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