Se rompe la tela de ara?a
La vetusta dictadura stroessnerista consigui¨® extender sobre la sociedad paraguaya una tupida tela de ara?a que asfixi¨® durante 34 a?os toda posibilidad de vida pol¨ªtica y aplast¨® de forma met¨®dica cualquier vestigio de libertades c¨ªvicas.La tela de ara?a -?andut¨ª, en la lengua ind¨ªgena- de tal forma se hizo compacta que termin¨® aplastando a personas y grupos que hab¨ªan ayudado entusi¨¢sticamente al general Stroessner.
El levantamiento del general Andr¨¦s Rodr¨ªguez contra el presidente Stroessner parece detonado por un sector del monopol¨ªstico Partido Colorado, oficialista, que posiblemente pens¨® que los arcaicos m¨¦todos de Gobierno y sus hier¨¢ticos gestos chocaban con los vientos de la historia.
Durante los ¨²ltimos a?os, la actividad pol¨ªtica hab¨ªa experimentado un notable relanzamiento. La oposici¨®n, dispersa y enemistada por absurdas y desfasadas rencillas hist¨®ricas ajenas a la realidad social paraguaya, consigue articularse en el Acuerdo Nacional que redacta unas bases program¨¢ticas el 14 de agosto de 1984. El Acuerdo Nacional se integr¨® por el Partido Revolucionario Febrerista, el Partido Liberal Radical Aut¨¦ntico, el Movimiento Popular Colorado (disidente del coloradismo oficial) y el Partido Dem¨®crata Cristiano.
La Iglesia cat¨®lica y otras confesiones menos influyentes comenzaron a marcar distancias ante las tensiones internas, la falta de expectativas de la pol¨ªtica oficial y el riesgo de endurecimiento de la. pol¨ªtica opositora.
El alejamiento irreversible de la Iglesia cat¨®lica de las tesis del r¨¦gimen se manifiesta en un denominado Mensaje de la Conferencia Episcopal Paraguaya, encabezado por el arzobispo de Asunci¨®n y redactado por monse?or Jorge Liviers Banks, entonces secretario general de la Conferencia. Episcopal, una de las personas m¨¢s cr¨ªticas con el r¨¦gimen y que m¨¢s l¨²cidamente apuntaba sus posibles salidas. El documento eclesi¨¢stico, despu¨¦s de lamentarse de los constantes enfrentamientos y la creciente desuni¨®n de la sociedad nacional, hac¨ªa un llamamiento a los pol¨ªticos, sindicatos, militares, profesionales, estudiantes y empresarios para iniciar un di¨¢logo nacional porque "el bien que se pretende es el com¨²n, no el que pueda interesar a una parte tan s¨®lo de la naci¨®n".
Como era previsible, este claro posicionamiento de la Iglesia cat¨®lica irrit¨® visiblemente al dictador y a los voceros del coloradismo oficial y fue el origen de una cadena de roces que fue deteriorando las relaciones entre el aparato oficial de la dictadura y la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica.
Los movimientos sociales, tan duramente reprimidos por las fuerzas policiales y por organizaciones paralelas propiciadas y armadas por terratenientes y pol¨ªticos oficialistas que actuaban con la complicidad de la polic¨ªa, comenzaron a exteriorizar su protesta, alcanzando su cota m¨¢s llamativa en mayo de 1986, con las reivindicaciones de los trabajadores del hospital de Cl¨ªnicas, que consiguieron atraer la atenci¨®n de los medios de comunicaci¨®n internacionales.
Transici¨®n a la espa?ola
En el horizonte pol¨ªtico se perfilaba un cuadro propicio para intentar una transici¨®n pac¨ªfica a la espa?ola, que tantas expectativas despierta en las sociedades latinoamericanas.
Las peticiones para iniciar el tr¨¢nsito eran claras y significativas. Con ocasi¨®n de mi estancia en mayo de 1986 pude leer en el semanario El Pueblo, ¨®rgano oficial del Partido Revolucionario Febrerista -integrado en la Internacional Socialista-, una columna firmada por el corresponsal de La Naci¨®n que titulaba: "En Paraguay se espera que surja un Adolfo Su¨¢rez".
Convencido de que el Departamento de Estado norteamericano propiciaba una transici¨®n made in Spain que contaba con la participaci¨®n activa del embajador Taylor, me dediqu¨¦ a descubrir, entre todos mis interlocutores, qui¨¦n podr¨ªa desempe?ar un papel semejante al que Adolfo Su¨¢rez desarroll¨® durante la transici¨®n espa?ola. El retrato robot nos ofrec¨ªa los perfiles de un hombre joven, perteneciente a las estructuras oficiales del r¨¦gimen, distanciado profesionalmente de la ortodoxia oficial y que estuviera dispuesto a iniciar el acercamiento a los sectores de la oposici¨®n que aceptaban una salida pac¨ªfica de la dictadura.
Despu¨¦s de varias entrevistas con personalidades del Gobierno, facilitadas por el entonces embajador de Espa?a, Fern¨¢ndez Trelles, cre¨ª encontrar la persona que podr¨ªa llevar adelante la operaci¨®n pol¨ªtica. Este hombre era Luis Mar¨ªa Arga?a, presidente de la Corte Suprema, con el que mantuve una entrevista de casi tres horas en su despacho del Palacio de Justicia. Cambiamos impresiones sobre la organizaci¨®n judicial paraguaya y contest¨® puntualmente a todos los planteamientos que le hice sobre la situaci¨®n de los derechos humanos y la desprotecci¨®n de los ciudadanos frente a los abusos del poder, pero el bloque principal de nuestro largo encuentro estuvo dedicado a la transici¨®n democr¨¢tica espa?ola como modelo a imitar.
Desde ese momento pens¨¦, y as¨ª se lo dije a mis amigos paraguayos, que la persona llamada a liderar una operaci¨®n de tr¨¢nsito pac¨ªfico a la democracia era el presidente de la Corte Suprema, hoy designado ministro de Asuntos Exteriores en el nuevo Gabinete del general Rodr¨ªguez.
Las circunstancias eran propicias, desde hace dos a?os, para una transici¨®n pac¨ªfica a la democracia. El ¨²nico obst¨¢culo que se opon¨ªa a su puesta en marcha era el personalismo intransigente del presidente Stroessner.
Habr¨¢ que seguir atentamente la evoluci¨®n de los acontecimientos. Las primeras decisiones de los nuevos titulares del poder convocando elecciones presidenciales para dentro de 90 d¨ªas son alentadoras. La reacci¨®n del pueblo y de los partidos paraguayos ha sido ejemplarmente pac¨ªfica, y sus deseos de reconciliaci¨®n nacional se han exteriorizado significativamente. Los abogados del comit¨¦ de Iglesias me transmit¨ªan, con voz quebrada por la emoci¨®n, que el mismo d¨ªa del golpe los manifestantes convocados por los movimientos opositores y muchos oficiales y soldados se fund¨ªan en un fraterno abrazo.
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