Expendedores de jeringuillas
3.000 drogadictos visitan cada noche las farmacias de guardia de Madrid
La farmacia estaba de guardia aquel domingo. Como siempre que le tocaba guardia nocturna, la farmac¨¦utica hab¨ªa hecho acopio de jeringuillas y se preparaba mentalmente para resistir el asedio de toxic¨®manos en busca de sus chutas. "Prefiero que me sobren las existencias, porque si te piden una jeringuilla y no tienes, te puede acarrear problemas", comenta la mujer. Las farmacias se han convertido casi en c¨¢maras acorazadas, pero siempre hay un resquicio para forzar la voluntad de los farmac¨¦uticos: la ¨²ltima t¨¢ctica es utilizar a los clientes como rehenes.
El farmac¨¦utico del barrio de Ventas hab¨ªa gastado un mill¨®n y medio de pesetas para transformar progresivamente su comercio en un bunker: rejas dobles, cierres electr¨®nicos, alarmas, cristales blindados. Cada robo le descubr¨ªa un nuevo punto d¨¦bil que hab¨ªa que corregir. El domingo, mientras despachaba por la ventanilla de la puerta las habituales papillas, chupetes, aspinnas y alguna que otra receta atrasada, descubri¨® impotente que la inventiva de los atracadores no tiene l¨ªmites. Leonardo Dom¨ªnguez, heroin¨®mano, hab¨ªa puesto un cuchillo en la garganta de un cliente y amenazaba con degollarle si el boticario no le daba la recaudaci¨®n. Hab¨ªa utilizado el mismo truco en otras 16 farmacias, y siempre le hab¨ªa dado resultado, hasta que fue detenido por inspectores de la comisar¨ªa de Ventas.Cada d¨ªa, 26 de las 1.700 farmacias de Madrid capital est¨¢n de guardia. A la ca¨ªda de la tarde empiezan las horas de tensi¨®n, que se prolongar¨¢n a lo largo de toda una noche de duermevela. Cada cinco o diez minutos la puerta de la farmacia es aporreada o el timbre suena con especial ansiedad. El drogadicto viene en busca de su jeringuilla. "S¨®lo en la forma de llamar ya s¨¦ qu¨¦ es lo que quieren", cuenta Aurelia Mor¨®n, titular desde 1969 de una farmacia en Entrev¨ªas.
Armando Somarriba, 30 a?os como farmac¨¦utico, vende 100 jeringuillas cualquier noche de guardia en Usera. "Hace a?os, las guardias las hac¨ªa sentado en la acera, jugando al mus con el sereno o hablando con los tahoneros. Ahora tengo que avisar a la polic¨ªa para que se acerque de cuando en cuando durante la noche", afirma. A 200 metros de su farmacia, varias decenas de drogadictos se acomodan en una plaza del barrio. "A veces llegan muy agresivos, te insultan y amenazan", explica.
Violeta, titular de una farmacia en Vallecas, al menos puede pegar un ojo de cuando en cuando. "Suelo tener entre seis y ocho clientes cada noche de guardia", explica. Pero la tranquilidad en su local es s¨®lo relativa. "En dos a?os he puesto 23 denuncias por robo o atraco". Violeta afirma que son los cristales blindados los que le permiten conservar la suficiente serenidad.
Federico Cano tiene su oficina en San Blas. Hasta hace dos a?os pod¨ªa presumir de ser de los pocos que atend¨ªan directamente al cliente, sin cristal blindado de por medio. La soluci¨®n se llamaba Nick. A ese nombre responde un ejemplar adiestrado de pastor alem¨¢n cuya presencia corri¨® de boca en boca entre los chorizos de la zona, que le hab¨ªan atracado ya en 18 ocasiones. "Pero lleg¨® uno que esper¨® a que hubiera una ni?a en la farmacia para ponerla una pistola en la cabeza. El mismo que ocho d¨ªas despu¨¦s regres¨® para obrar de la misma manera. No tuve m¨¢s remedio que poner el cristal blindado", afirma.
Recetas falsas
Cano no se amilana ante las dificultades. Llegadas las doce de la noche, coloca dos carteles en la puerta de la farmacia. En uno anuncia que no se despacha sin receta. En el otro est¨¢ escrito: "Agotadas las jeringuillas de insulina". "A m¨ª me molestan muy poco", afirma. "Sin embargo, da la impresi¨®n de que los m¨¦dicos del ambulatorio s¨ª est¨¢n m¨¢s coaccionados. Coincidiendo con las concultas de determinados doctores llegan decenas de drogacticos con recetas de psicotr¨®picos. Yo me imagino que los amenazan", afirma.La falsificaci¨®n de recetas es otro de los problemas con los que se enfrentan. Si bien algunos son capaces de negarse a despachar el producto, muchos no tienen m¨¢s remedio que hacer la vista gorda. Seg¨²n Carlos Ib¨¢?ez, portavoz del Colegio de Farmac¨¦uticos, durante 1988 se consumieron en Madrid 1.000 millones de pesetas en productos psicotr¨®picos, que los drogadictos utilizan para calmar el s¨ªndrome de abstinencia o para sustituir a la droga. "Cerca del 70% se despacharon con recetas falsificadas", afirma Ib¨¢?ez. En el mercado negro, un talonario de 100 recetas se puede obtener por 20.000 pesetas.
Durante 1988 las farmacias de Madrid sufrieron, seg¨²n las cifras oficiales, 238 atracos. Seg¨²n el Colegio de Farmac¨¦uticos, la cifra s¨®lo corresponde a las denuncias efectuadas y a los casos que realmente se producen. El Colegio calcula que en 1988 debieron producirse 900 atracos, con una media de 50.000 pesetas por bot¨ªn.
La guardia empieza a las ocho de la noche en una farmacia del Pozo del T¨ªo Raimundo. Ana Dom¨ªnguez, como cada vez que se acerca un d¨ªa de guardia, ha hecho acopio de chutas (jeringuillas). "No hay cosa peor que decirles que no tienes", afirma. La pr¨¢ctica del d¨ªa a d¨ªa reconvierte los estudios del farmac¨¦utico en un curso acelerado de sociolog¨ªa y ma?a. A lo largo de la noche habr¨¢ atendido a varias decenas de toxic¨®manos en todos los estados de ansiedad posibles. A muchos es imposible cobrarles el importe.
En la carrera de farmacia no est¨¢ prevista la asignatura de psicolog¨ªa o psiquiatr¨ªa, pero cada vez parece m¨¢s necesaria. La psicolog¨ªa, para saber tratar a un drogadicto en estado de ansiedad. La psiquiatr¨ªa, para tratarse a s¨ª mismo: "Quien peor se siente tras un cristal blindado es el propio farmac¨¦utico. Es claustrof¨®bico", afirma un profesional de San Blas.
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