Vivir cada hora

Las felices esperanzas que deposit¨® sobre el mapa del cine espa?ol Montxo Armend¨¢riz con su ¨®pera prima, Tasio -vista la pasada semana en este mismo ciclo Querejeta-, se vieron confirmadas un par de a?os despu¨¦s con su segundo largometraje, 27 horas, cambio radical de tercio -del medio rural al urbano- y una cr¨®nica austera, depurada, de unas vidas sin sentido, las de la juventud presa de la drogadicci¨®n y, concretamente, la de un chico de 18 a?os a quien le queda de vida ese d¨ªa y pico del t¨ªtulo. Dimensi¨®n temporal que Armend¨¢riz aborda a lo Solo ante el peligro -planos del reloj continuos- y llevando el drama -que hubiera podido dar en la cuerda efectista o sensacionalista- a una desdramatizaci¨®n casi bressoniana y a una voluntad de tono documental. Con una fotografia de Javier Aguirresarobe sacando magn¨ªfico partido de San Sebasti¨¢n, 27 horas se revela una reflexi¨®n en torno a la fatalidad, nada complaciente, en ning¨²n momento sentimentalizada.La ascensi¨®n fulgurante de un modesto lechero a campe¨®n mundial de boxeo por un fortuito pu?etazo, es el carburante que alimenta El asombro de Brooklyn, comedia ajada y fr¨¢gil como el mismo lechero, un veh¨ªculo id¨®neo para las muecas y otras gracias legendarias de Danny Kaye.