S¨®lo un tren

Lo que presenta el estudio Hinderik, de Holanda, en la sala Olimpia es un tren. Un tren en tama?o y apariencia naturales, que pasa por delante de nosotros, se detiene, contin¨²a, en cuyo interior a veces pasan cosas de la l¨ªnea surrealista -un piano que se convierte en mesa de billar-, otras veces de antigua pel¨ªcula de acci¨®n -la chica perseguida, la pareja que cuelga, agitada por la velocidad y el viento- y, finalmente, tren que se descompone en elementos menores. Cumple el viejo sue?o teatral de parecerse al cine, de hacer las mismas cosas -o, por lo menos, ¨¦sta- y con m¨¢s corporeidad. Adem¨¢s, todo est¨¢ lleno de peque?os inventos escenogr¨¢ficos divertidos o bien logrados: la terminaci¨®n en todo es perfecta. Y Henk van Loenen y Jimmi Hignett, como actores -sin palabras-, tienen una perfecci¨®n corporal admirable para hacer todos los ejercicios. Y la escuadra que moviliza los decorados lo hace con precisi¨®n absoluta.Todo ello gust¨® al p¨²blico, aunque la representaci¨®n, tan corta -poco m¨¢s de una hora-, llegase a parecer larga por su monoton¨ªa.