Insultos a la patria
"Espa?a es una cloaca sin cultura ni alma"."Espa?a roc¨ªa con su inmunda pestilencia a toda Europa".
"Espa?a es un teatrucho podrido, putrefacto y en ruinas".
"Espa?a est¨¢ representada por una caterva de sinverg¨¹enzas que se odian entre s¨ª".
"Espa?a cuenta con unos 40 millones de zopencos que s¨®lo saben reclamar a grito pelado un jefe de bronce que gobierne con mano dura".
"En Madrid hoy hay m¨¢s fascistas que en 1940".
"Un mill¨®n de alborozados madrile?os, babeando de felicidad, celebraron el primer desfile de la victoria franquista. Sus hermanos gemelos nos rodean hoy. Son un reba?o de incondicionales del sol que m¨¢s calienta, de chupadores del bote y de colaboradores hasta la m¨¦dula. ?Qu¨¦ repugnante carne de chivato!"
"No quiero, ni vivo ni muerto, tener relaci¨®n ninguna con el Gobierno o el Estado espa?ol".
"Proh¨ªbo que el Estado espa?ol me mancille con sus pezu?as chabacanas".
"Toda mi herencia, incluidas mis notas y cartas, deben escapar a las garras de Espa?a".
"No quiero que ning¨²n representante oficial de Espa?a asista a mis funerales o a mi entierro".
"En Espa?a no he encontrado nunca un hogar".
"Quiero denigrar a Espa?a hasta mi ¨²ltimo suspiro".
"Espa?a es el museo m¨¢s polvoriento y carcamal del arte cat¨®lico-nacional-sindicalista".
"Un espa?ol s¨®lo puede proclamar una verdad: somos un pueblo miserable, un atajo de caguetas que nada hizo por oponerse a Franco".
"El racismo inquisitorial sobrevive y sobrevivir¨¢ en Espa?a por los siglos de los siglos".
"Los cl¨¢sicos, como Lope o Calder¨®n, son unos insoportables, primitivos y ordinarios autores, desgraciadamente indestructibles por su vulgaridad y su inconsistencia".
"Estos cl¨¢sicos han emponzo?ado los teatros del pa¨ªs hasta sus cimientos y por tiempo indefinido".
"Chernobil, esa mojiganga sovi¨¦tico-ortodoxa, es un petardo de feria comparado con los dramones de estos cl¨¢sicos insoportables, que explosionan ininterrumpidamente en todo tipo de teatros".
"Un p¨²blico lorque?o provoca m¨¢s desastres que 10 bombas de hidr¨®geno".
"Lope de Vega, al grito de todos a una, ha contaminado y destruido el gusto teatral durante siglos, por no decir durante eternidades".
"Desde hace cinco meses ensayo mi obra de teatro Espa?a feliz en el Huerto Fascista de Covadonga".
"Al Papa le he dado un papel secundario. No lo hace mal: de vez en cuando besa el suelo de Zaragoza, frente al coro de la Virgen del Ca?o".
"No se lo van a creer, Fraga Iribarne interpreta en mi obra el papel de Porquerizo, y Felipe Gonz¨¢lez, el de Percebe Canuto".
"Los tres me han exigido que les pague de tapadillo en sus cuentas secretas de Andorra la Vieja".
Hasta aqu¨ª una miscel¨¢nea de la prosa de Thomas Bernhard, de su testamento.
Para que el lector perciba una parte de la virulencia de sus incriminaciones, arbitrariamente he sustituido Austria por Espa?a, Hitler por Franco, etc¨¦tera,
La traducci¨®n edulcora su requisitoria, infinitamente m¨¢s violenta en su propia salsa.
Naturalmente, Espa?a no tiene nada que ver con Austria, ni en los pasajes de sus aventuras, ni en las avenidas de sus postraciones.
?Necesitan nuestras sociedades, tan lamidas y lirondas, un imprecador de la impetuosidad de Thomas Bernhard?
Lo que s¨ª es cierto es que a muchos pa¨ªses enfangados en sus orgullosas certidumbres y mal esclarecidos por los antorchones del patrioterismo les vendr¨ªa la mar de bien la presencia en su seno de un rebelde sin pelos en la lengua, pero de pelo en pecho.
Los Estados suelen subsidiar a sus empalagosos lisonjeros, a sus trujamanes obedientes y a sus faranduleros m¨¢s rendidos. Aquellos que fustigan el conformismo ordinario, para mayor gloria del pa¨ªs, naturalmente s¨®lo reciben julepes y excomuniones.
El martes 14 de febrero, al concluir mi conferencia en Hamburgo se me acerc¨® el doctor Hofmann, emigrante austriaco que dirige el museo de la ciudad. Me pregunt¨®: "?Qu¨¦ opina de Thomas Bernhard, el escritor austr¨ªaco m¨¢s vivo?". Ni ¨¦l ni yo sab¨ªamos que en aquel instante sus hermanastros le estaban enterrando en un arrabal de Viena.
Al d¨ªa siguiente, en el aeropuerto top¨¦ con un alto funcionario austr¨ªaco. Esta vez fui yo el que pregunt¨®: "?Qu¨¦ opina de Thomas Bernhard?". Me respondi¨®: "A causa de la groser¨ªa de sus insultos, para nosotros es hombre muerto".
El testamento de Thomas Bernhard quebranta a rienda sueLa todos los preceptos de los vivos. El autor, fuera de la jurisdicci¨®n de los mortales, vuela, sin que le altere la brisa de las aclamaciones ni los remolinos de los vituperios, hacia la inmortalidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.