Exccepcional melodrama
La recuperaci¨®n de ?ngeles sin brillo para nuestras salas comerciales permite contemplar una de las mejores pel¨ªculas del director mod¨¦lico de los melodramas hollywoodenses, Douglas Sirk. El hecho de ser exhibida en una buena copia y en versi¨®n original (subtitulada) permite juzgar en toda su autenticidad la genialidad del cineasta.The tarnished angels (?ngeles sin brillo) basa su gui¨®n en la libre adaptaci¨®n de la apasionante novela de William Faulkner Pylon. El escritor narr¨® en ella la disparatada y casi enfermiza existencia de una familia Formada por un piloto, h¨¦roe de la escuadrilla Lafayette, su es posa e hijo y el mec¨¢nico y compa?ero de ambos, que se dedican a ir de feria en feria y participar en espect¨¢culos a¨¦reos. Otro personaje, un periodista en busca de una historia, que encuentra a dichos seres y que da fascinado por sus existencias, es el coprotagonista, tesfigo y cronista de los hechos. El cineasta alem¨¢n de origen dan¨¦s, que huy¨® del nazismo de Hitler y encontr¨® refugio en los estudios de Hollywood, realiz¨® The tarnished angels en 1957, un a?o despu¨¦s de su gran ¨¦xito, Escrito sobre el viento, tambi¨¦n en un espl¨¦ndido cinemascope y protagonizado por el mismo tr¨ªo de actores: Robert Stack Dorothy Malone y Rock Hudson.
The tarnished angels (?ngeles sin brillo)
Direcci¨®n: Douglas Sirk. Gui¨®n: George Zuckerman. Fotograf¨ªa: Irving Glassberg. M¨²sica: Frank Skinner. Producci¨®n: Albert Zugsrnith. Estados Unidos, 1957. Int¨¦rpretes: Dorothy Malone, Rock Hudson, Robert Stack, Jack Carson, Robert Middleton, Alan Reed, Alexander Lockwood, Chris Olsen, Robert J. Wilke, Troy Donahue. Estreno en Madrid: cine Bogart (V. O. subtitulada).
En ?ngeles sin brillo, la impotencia de los protagonistas por lograr sus deseos se manifiesta como una prolongaci¨®n natural que se?ala el contraste entre imagen y realidad. Douglas Sirk, que estaba en la cima de su magisterio, utiliza con naturalidad y acierto la met¨¢fora y el s¨ªmbolo.
En este apasionado relato que gira alrededor de la muerte, el blanco y negro subrayan a la perfecci¨®n el clima requerido, y la c¨¢mara, que demuestra en sus encuadres c¨®mo sacar provecho y crear belleza dentro del formato cinemascope, sabe acercarnos con familiaridad los avatares de tan at¨ªpicos personajes. Las insensatas carreras a¨¦reas est¨¢n filmadas convincentemente y los actores dan verosimilitud a su perpetua existencia carnavalesca. Rock Hudson nunca mostr¨® mejor sus espaldas al alejarse. Robert Stack jam¨¢s consigui¨® una mirada tan enfermiza y atormentada, ni puso mejor en ella el reflejo de la muerte. Dorothy Malone, que luce con sencillez una sensualidad latente y turbadora, protagoniza una secuencia antol¨®gica: aquella en que desciende en paraca¨ªdas mientras el viento acaricia sus piernas y ropa interior, superior en morbosidad a la que protagonizara tres a?os antes Marilyn Moniroe junto a la boca del metro en La tentaci¨®n vive arriba.
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