Konrad Lorenz, un renacentista de hoy
K. Z. Lorenz, fu¨¦ un hombre que por sus especiales caracter¨ªsticas y por su amplia pluridimensionalidad no hubiera desentonado en la ¨¦poca renacentista. Supo abordar temas tan aparentemente dispares y distantes como los que van desde la estricta y concreta historia natural hasta los trabajos desarrollados en el ¨¢rea filos¨®fica. Sin embargo, y como impulsor de todas sus tareas, tuvo a la etolog¨ªa como el principal motor de toda su actividad intelectual.Y es que fue la etolog¨ªa la disciplina que, junto con N. Tibergen (recientemente fallecido) y K. von Frisch, dio nacimiento a la ciencia biocomportamental, que los tres compa?eros fundaron e investigaron a lo largo de tantos a?os, trabajos por los que recibieron el Premio Nobel en 1973.
La trayectoria de K. Z. Lorenz queda inscrita desde sus inicios en la escuela de la Gestalt. Contin¨²a sus investigaciones, en una l¨ªnea que le dirige hacia el mejor conocimiento de los comportamientos innatos. Este camino no le desconecta en su asentamiento en la realidad cient¨ªfica, ampliamente lograda y cimentada por sus estudios m¨¦dicos y filos¨®ficos. El mismo K. Z. Lorenz dice: "La investigaci¨®n del comportamiento instintivo no es una tarea para la especulaci¨®n metafisica, sino un trabajo que debe ser realizado mediante el an¨¢lisis experimental concreto".
No obstante, la preocupaci¨®n en el ¨¢rea etol¨®gica no le distrae en modo alguno del ejercicio de otras inquietudes, si no que le hace profundizar m¨¢ximamente en el mundo del pensamiento. Y es as¨ª c¨®mo su investigaci¨®n le lleva a penetrar en temas filos¨®ficos tan de primer orden y alta magnitud cual es "la aproximaci¨®n interpretativa del a priori kantiano" desde una perspectiva etol¨®gica.
Las conexiones intelectuales lorenzianas son m¨²ltiples. Des tacamos, sin embargo, las que se establecen con las llevadas a cabo por Freud en su paralelismo con el modelo energ¨¦tico, en un intento explicativo del com portamiento motivacional. Pero asimismo encontramos ciertas analog¨ªas con el pensamiento de J. Piaget y muchos otros que ser¨ªa prolijo enumerar aqu¨ª.
Las preocupaciones conti n¨²an, y ahora, en otra direcci¨®n la ecol¨®gica. En esta aproxima ci¨®n que el mundo ambiente pre senta no podemos dejar de hablar de una obra tan importante y que aparece a modo de manifiesto: la titulada Los ocho pecados capitales de nuestra civilizaci¨®n (1973). 0 bien la que, 10 a?os m¨¢s tarde, publica con el t¨ªtulo de Decadencia de lo humano. De este modo podr¨ªamos seguir una larga enumeraci¨®n, que en la n¨®mina lorenziana cuenta m¨¢s de 200 t¨ªtulos. Han transcurrido muchos a?os, m¨¢s de 40, desde la aparici¨®n de esa obra tan deliciosa, El anillo del rey Sa1om¨®n, con la que tanto gozamos leyendo y siempre aprendiendo las conductas animales en su proximidad y cari?o humano. A lo argo de esta primorosa obra de K. Z. Lorenz tuvimos noticia acabada de lo que representa el estudio del imprinting o impronta, cuya repercusi¨®n en el comportainier to no vamos a recalcar.
Permanece, adem¨¢s de sus aportaciones, la extraordinaria y pujalte escuela de et¨®logos, que cont,n¨²an su obra. Este es el mejor de los recuerdos que se le pueden tributar.
es catedr¨¢tico director del Departamento de Psicobiolog¨ªa de la universidad Complutense de Madrid.
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